El núcleo poblacional de Polvoranca desapareció, como ya os dije, a causa de la
insalubridad y las malas condiciones de habitabilidad del mismo.
Al igual lo hicieron los asentamientos de Butarque y Overa, donde
se han encontrado vestigios del paleolítico superior y de épocas prerromanas y
visigodas.
Por el primero sigue pasando todavía un pequeño arroyo, afluente canalizado del río manzanares, que da
nombre a un parque lineal de la localidad y a un barrio de Villaverde.
Da nombre también a la patrona de la villa, Nuestra señora
de Butarque que tiene su propia historia que contaré en otro apartado.
A su vez, lo ostenta el estadio de fútbol donde juega
nuestro equipo “pepinero, de monstruos del balón” que ascendieron a primera
división por méritos propios.
Overa es actualmente un polígono industrial, antes zona
rústica de tierras de labor.
Como dato curioso os cuento, que cuando empecé a vivir en
el pueblo, y estoy hablando de los años 90, que no ha pasado tanto tiempo, llegué a ver trabajar los
campos con arado romano de reja tirado por mulas. Y aún hoy, existe al menos un
rebaño de ovejas que pastorea por la zona, entre los carabancheles y el barrio
que habito.
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Fotografía histórica de Juan Calle.
Pastoreando en Polvoranca |
En 1280, durante el reinado de Alfonso X el sabio. Los
habitantes que abandonaron las mencionadas zonas, junto los que huían de las
continuas incursiones de los moros, se establecieron junto a un “lagunar” lleno
de “Légamo” que es un barro pegajoso formado por lodo y restos vegetales, lo
conocido vulgarmente como limo; material muy propicio para el cultivo de
productos de huerta.
Que se lo digan a los antiguos egipcios cuando las
crecidas del río Nilo menguaban y dejaban esos depósitos de fertilizante natural
en el delta y en sus orillas.
De ahí nació la
aldehuela de “Leganar” que con el tiempo y por contaminación lingüística pasó a
llamarse “Legamar” y por ende “Leganés”.
Otras fuentes defienden el término como procedente del árabe que significaría
huerta, igual que el término leganitos. Famosa calle de Madrid.
Por cierto, llegados aquí, os desentraño los dos misterios
planteados con anterioridad.
El primero:
La mayor parte de los productos cultivados en las huertas
de esta localidad eran llevados a la corte para consumo en palacio. Entre estos, los pepinos destacaban de tal manera y adquirieron tal fama de sabrosos, que el rey no admitía otros en su mesa.
De ahí la
denominación de origen de los leganenses como “pepineros” un gentilicio cariñoso
tan cariñoso como el de “gatos” a los madrileños.
El segundo:
Lo de Escocia y su monstruíto antediluviano, es mera comparativa
por similitud lingüística del vocablo “Leganés”-“Lago-Ness” no es que estemos hermanados ni nada de eso.
Para más comparativa, en el escudo de la localidad aparte
de otros elementos, figura una laguna. El Nessi creo que es una invención de
algún fantasioso urbanista muy creativo, que eligió esta escultura de estilo "Gaudiano" para adornar una rotonda de la villa con mayor o menor fortuna.
Personalmente a mí no me disgusta, aunque Nessi en este caso, tiene
que conformarse con una fuente en lugar de con todo un lago.
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Nuestro monstruo ornamental |
Sigo con la pura historia.
En 1345, Leganés ya se incorpora al alfoz de Madrid.
Para el que no sea un entendido Alfoz es un término árabe
que se refiere a las pequeñas aldeas y zonas rurales que dependían de una sola
jurisdicción. En este caso de la villa de Madrid, de la que dependió
administrativamente casi durante tres siglos.
Ya en 1627 la localidad se convierte en villa de señorío o realengo, cuando es creado el título de mayorazgo o marquesado por mano del rey Felipe
IV.
La corona vende la localidad a Diego Mexia Felipez de Guzmán, vizconde de
Butarque, que se convierte de esta manera en marqués de Leganés.
Este noble es el único dueño y señor de las tierras,
solo él puede nombrar alcaldes, impartir justicia y administrar a las gentes y
los bienes; y por ello ya no depende de la villa y corte para empezar a valerse por ella misma con cierta autonomía.
Naturalmente el título nobiliario era hereditario y
permaneció de esa manera hasta que en 1820, fueron abolidos todos los privilegios
de la nobleza feudal.
Familias relevantes como la de los Medinaceli y los
Tamames asentaron sus reales en la localidad leganense.
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Fotografía de juan Calle.
(Arando los huertos) |
Y la historia continua.
primera parte
Tercera parte
Cuarta parte
Quinta parte
Derechos de autor: Francisco Moroz