martes, 17 de octubre de 2017

Y líbrame del mal





“Que todo vuelva a ser como antes”.

Esa era mi petición actual dirigida a un dios sordo que parecía no escucharme, y que me regalaba con sus silencios habituales.

Con anterioridad le había rogado por mis compañeros de trabajo y por mi jefe, para que sanaran de sus heridas mortales.

Más tarde, elevé otra plegaría profunda y sentida por mi esposa, que yacía agonizante en el suelo. Y ahora era por mí, para que me librara de todo mal, entre otras cosas de la inculpación y la pena de cárcel.


Y válgame el cielo que oraba con devoción, mientras aún, sostenía la pistola humeante en la mano.


Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 13 de octubre de 2017

Historia de mi pueblo (2) Una aldea con aires de grandeza



El núcleo poblacional de Polvoranca desapareció, como ya os dije, a causa de la insalubridad y las malas condiciones de habitabilidad del mismo.
Al igual lo hicieron los asentamientos de Butarque y Overa, donde se han encontrado vestigios del paleolítico superior y de épocas prerromanas y visigodas.
Por el primero sigue pasando todavía un pequeño arroyo, afluente canalizado del río manzanares, que da nombre a un parque lineal de la localidad y a un barrio de Villaverde.
Da nombre también a la patrona de la villa, Nuestra señora de Butarque que tiene su propia historia que contaré en otro apartado.
A su vez, lo ostenta el estadio de fútbol donde juega nuestro equipo “pepinero, de monstruos del balón” que ascendieron a primera división por méritos propios.
Overa es actualmente un polígono industrial, antes zona rústica de tierras de labor.
Como dato curioso os cuento, que cuando empecé a vivir en el pueblo, y estoy hablando de los años 90, que no ha pasado tanto tiempo, llegué a ver trabajar los campos con arado romano de reja tirado por mulas. Y aún hoy, existe al menos un rebaño de ovejas que pastorea por la zona, entre los carabancheles y el barrio que habito.

Fotografía histórica de Juan Calle.
Pastoreando en Polvoranca
En 1280, durante el reinado de Alfonso X el sabio. Los habitantes que abandonaron las mencionadas zonas, junto los que huían de las continuas incursiones de los moros, se establecieron junto a un “lagunar” lleno de “Légamo” que es un barro pegajoso formado por lodo y restos vegetales, lo conocido vulgarmente como limo; material muy propicio para el cultivo de productos de huerta. 

Que se lo digan a los antiguos egipcios cuando las crecidas del río Nilo menguaban y dejaban esos depósitos de fertilizante natural en el delta y en sus orillas.
 De ahí nació la aldehuela de “Leganar” que con el tiempo y por contaminación lingüística pasó a llamarse “Legamar” y por ende “Leganés”. Otras fuentes defienden el término como procedente del árabe que significaría huerta, igual que el término leganitos. Famosa calle de Madrid.
Por cierto, llegados aquí, os desentraño los dos misterios planteados con anterioridad.
El primero:
La mayor parte de los productos cultivados en las huertas de esta localidad eran llevados a la corte para consumo en palacio. Entre estos, los pepinos destacaban de tal manera y adquirieron tal fama de sabrosos, que el rey no admitía otros en su mesa. 
De ahí la denominación de origen de los leganenses como “pepineros” un gentilicio cariñoso tan cariñoso como el de “gatos” a los madrileños.
El segundo:
Lo de Escocia y su monstruíto antediluviano, es mera comparativa por similitud lingüística del vocablo “Leganés”-“Lago-Ness” no es que estemos hermanados ni nada de eso.
Para más comparativa, en el escudo de la localidad aparte de otros elementos, figura una laguna. El Nessi creo que es una invención de algún fantasioso urbanista muy creativo, que eligió esta escultura de estilo "Gaudiano" para adornar una rotonda de la villa con mayor o menor fortuna. 
Personalmente a mí no me disgusta, aunque Nessi en este caso, tiene que conformarse con una fuente en lugar de con todo un lago.

Nuestro monstruo ornamental


Sigo con la pura historia.
En 1345, Leganés ya se incorpora al alfoz de Madrid.
Para el que no sea un entendido Alfoz es un término árabe que se refiere a las pequeñas aldeas y zonas rurales que dependían de una sola jurisdicción. En este caso de la villa de Madrid, de la que dependió administrativamente casi durante tres siglos.
Ya en 1627 la localidad se convierte en villa de señorío o realengo, cuando es creado el título de mayorazgo o marquesado por mano del rey Felipe IV. 
La corona vende la localidad a Diego Mexia Felipez de Guzmán, vizconde de Butarque, que se convierte de esta manera en marqués de Leganés.
Este noble es el único dueño y señor de las tierras, solo él puede nombrar alcaldes, impartir justicia y administrar a las gentes y los bienes; y por ello ya no depende de la villa y corte para empezar a valerse por ella misma con cierta autonomía.
Naturalmente el título nobiliario era hereditario y permaneció de esa manera hasta que en 1820, fueron abolidos todos los privilegios de la nobleza feudal.
Familias relevantes como la de los Medinaceli y los Tamames asentaron sus reales en la localidad leganense.


Fotografía de juan Calle.
(Arando los huertos)

Y la historia continua.

primera parte  
Tercera parte
Cuarta parte
Quinta parte



Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 11 de octubre de 2017

Amor, amor, amor






La ciudad del amor no era la imaginada en mis sueños de adolescente.

Ahora que recorría sus calles, me daba cuenta que para poder vivir allí, se necesitaba un corazón enorme y un espíritu de entrega más grande todavía.

Quizá por eso no viera parejas embelesadas mirándose a los ojos, ni escenas de pasión carnal.

Lo que encontraba, eran personas que protegían a los niños, cuidaban ancianos, y se sacrificaban por los más desfavorecidos sin pedir nada a cambio.


Eran seres desbordantes del auténtico amor que daba nombre a una ciudad, que para muchos es desconocida y que confunden con otra llamada Paris.


Derechos de autor: Francisco Moroz

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