La
tensión se podía apreciar en sus miradas afiladas, ambos permanecían enfrentados
en una actitud defensiva que no les permitía avanzar ni escapar de la
situación. Su entorno parecía estar congelado en el instante.
Marco.
– ¡Hijo de Satán! te conmino a que abandones todo empeño de posesión en el
cuerpo de esta inocente criatura. Te lo exijo en el nombre de dios todo
poderoso.
Polo.
–Hazme el favor de retirar el crucifijo de delante de mi nariz hombre, me da
alergia la pátina dorada. ¡Aaaatchuuus! ¡Mecaguen! ¿No lo ves? ¡Que me lo
apartes te digo! Me estás poniendo de los nervios ¡mira! se me erizan hasta los
pelos del cogote.
Marco.-Pero
es que no puedo, estás poseso del todo.
Polo.
– se dice poseído y no poseso, tonto del nabo.
Marco.
– “Pos eso” digo. Te conmino una vez más a que abandones…
Polo.-
¡Venga carajo! Déjalo ya joder! estás obsesionado con el tema. ¿No ves que
estoy a punto de saltar y se puede producir una desgracia? Sigo siendo el mismo
de siempre. Encantador y receptivo. ¿No te quieres dar cuenta?
Marco. –Pues ayer mismo me visioné por
decimoctava vez la película del exorcista y tienes toda la pinta de estar poseído por el demonio. No sé si por un súcubo o un íncubo, pero demonio al fin y
al cabo.
Polo.- Vamos a ver campeón, el único tipo
de cubo que conozco es el de la basura ¿Te basas en una película y sus tópicos,
para confirmar que estoy poseído por un espíritu inmundo? Mira ¿Consideras que
cuando tu mujer se pone histérica y te vocifera y está que se sube por las
paredes, echando humo por las orejas y espumarajos por la boca, está poseída por Lucifer?
Marco.- ¡Hombre claro que no! Eso es que
tiene una de sus crisis nerviosas.
Polo.- Y cuando tuvisteis al pequeño ¿Qué?
Marco.- ¿Qué de qué?
Polo. – Me dirás que has olvidado los
berreos los gritos y sobresaltos que nos ponían a todos el corazón en un puño
en mitad de la noche. ¿Y cuando vomitaba la papilla de verduras una y otra vez, pringando a todo aquél que tuviera cerca? ¿Y cuando le daba un berrinche y se
ponía rojo, morado o azul alternativamente, según el grado de tozudez del
enano? Por no hablar de las babas las cacas y su lenguaje críptico e
ininteligible.
Marco.- Pero estamos hablando de un bebé,
eso es lo normal, creo.
Polo.- Sí, también considerarás normal lo
de tu hija, con pelos de loca, piercing y tattoos. Prácticamente metida en la cama
todo el día, o encerrada en su cuarto con unos ruidos que denomina música y que
son lo más parecido a los ladridos de Cancerbero.
¿Qué opinas de cuando los ojos se le ponen en blanco
y se le vuelven las órbitas hacia dentro. Y con voz grave, como de camionero
cazallero da respuesta a tus recriminaciones de aprovechamiento del tiempo en
libros y estudio?
Marco. – Pero es que te estás refiriendo a
una adolescente en plena etapa efervescente en búsqueda de su propia identidad.
Polo. – De una que le habla a un trozo de
plástico que sujeta en las manos mientras sus dedos se convulsionan
frenéticamente y se pone unas... orejeras para aislarse del mundo. ¡Lo normal!
Marco. – No es lo mismo Polo, no es lo
mismo.
Polo. – Te he descrito ni más ni menos todo lo que hace la niña de la peli que has visionado.
Marco. – Pero esa también blasfemaba,
insultaba a los de su entorno y se comportaba de manera provocadora y hasta
obscena.
Polo.- Esa parte te la reservaba a ti
frente a la pantalla de plasma viendo correr a un montón de bobos en calzones tras una
pelota. Ni que fueran perros sin dignidad. Por cierto, esa niña también podría estar sufriendo un síndrome de
Tourette ¿No crees?
Marco. – ¡Bueno! que no me convences Polo,
que lo tuyo no es normal y te tengo que exorcizar sí o sí para echarte fuera eso que tienes dentro.
Polo. – ¡Pero si no tienes ni pajolera idea
de qué va esto ni de cómo se hace!. ¿Te han concedido a caso el tercer grado
eclesiástico? ¿Sabes lo que es un hisopo? ¿Tienes agua bendita por un casual? ¿Eres
presbítero o sacerdote? ¿Tienes el libro de exorcismos reglamentario?
Marco. – ¡Pues no! Pero es que me ha
pillado todo tan de sopetón y a “trasmano” que no me ha dado tiempo a prepararme.
Solo encontré el crucifijo de la primera
comunión.
Polo.- Lo que no comprendo todavía es, qué
narices me has visto para empeñarte en que estoy poseído y que tengo algo dentro. ¿No
será porque soy negro no? Porque eso se llama racismo y no posesión diabólica
que lo sepas.
Marco.- ¡Qué no Polo! Que es porque eres un
gato y me estás hablando, y eso no es algo habitual salvo en las películas de Walt
Disney.
Polo. – ¡Ah! Es eso. Haber empezado por ahí
y nos hubiéramos ahorrado todas las disquisiciones y ganado un tiempo precioso.
¡Bien!, pues te lo repito por última vez.¡O sueltas el crucifijo y te pones de
rodillas y me adoras o saco las uñas y
te dejo la cara con tantos microsurcos como los que tenían los antiguos Elepés!
¡Espera!, que va a ser verdad eso de que tengo una cosa dentro… ¡Aaaahgraufff!
¡Me lo suponía!,
una bola de pelo
Derechos de autor: francisco Moroz