Al
final del pasillo está la maldita puerta que no se abre desde hace más de dos
meses, la que separa la amenaza exterior de nuestra seguridad cotidiana.
Cuando nos informaron sobre esta pandemia que ponía en riesgo nuestras vidas, cerramos las
tres llaves, el cerrojo de seguridad, una cadena y dos candados que añadimos.
Ahora
las fuerzas me fallan, no puedo salir. Aislada, sin teléfono. No tengo balcón ni ventanas por las que solicitar ayuda. Vivimos en un
interior, la comida escasea y no encuentro las llaves que guardó mi marido; y
este ya empieza a oler mal.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Vaya, vaya, a veces un exceso de precaución es perjudicial para la salud. Macabro y divertido. Saludos.
ResponderEliminarEl alarmismo es malo pues crea miedo y confusión en la población. Los más ancianos son los más desprotegidos.
Eliminaren todo caso el pequeño relato tiene una pequeña dosis de mala leche.
Gracias por dejarte caer por aquí, un abrazo isan.
Un micro con un humor negro delicioso, algo que siempre agradezco como lector en estos temas de actualidad. Un abrazo!!
ResponderEliminarHumor negro en dosis medidas, no sea que se me vaya de las manos y creemos un debate sobre lo correcto e incorrecto a la hora de relatar.
EliminarUn abrazo David y gracias por comentar.
Hay que resguardarse del peligro, pero sin excederse, que luego pasa lo que pasa.
ResponderEliminarUn abrazo.
El exceso de prudencia como todos los excesos, pueden ser peligrosos para la salud. Siempre dicen que a grandes males grandes remedios, en este caso han resultado mortales los remedios junto a la desmedida prevención.
Eliminarun abrazo y feliz jueves confinado.
Uff, fuerte tu relato hoy, Javier. Yo no lo veo muy humorístico, desde luego. Me ha gustado pues en su brevedad lanza un atinado mensaje: todo exceso siempre es malo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
No Juan Carlos, no he querido sacar sonrisas precisamente con este, muy al contrario lo he cargado de una dosis crítica hacia el desamparo que sufren los ancianos en su confusión provocada por los estados de alarma ocasionados por todo aquello que escapa a su comprensión. Humor negro en todo caso y poco más.
Eliminarun abrazo, amigo.
Tétrico a conciencia, pero muy bueno, Francisco. Te va envolviendo (y mira que hay poco espacio) en una nube agobiante hasta ese final terrorífico que no me esperaba porque, no sé por qué, imaginaba que estaba ambientado en una residencia de ancianos.
ResponderEliminarUn beso.
La verdad es que la situación de muchos de nuestros mayores es preocupante. Te cuento como indicativo lo que me comunicaron un familiar (policía) y un amigo (Bombero) El segundo de ellos me compartió que llevaban más de un aviso de comunidades para que accedieran a ciertos domicilios donde sabían que vivían ancianos solos a los que ya no se les oía. El primero compartió conmigo que lo peor de la pandemia vendrá después, cuando tengan que entrar en casa donde sólo encontrarán cadáveres de abuelitos. Con esto está dicho todo. la realidad supera todo lo imaginado.
EliminarUn beso.
El micro se inspira en la terrible situación de aislamiento y soledad que padecen últimamente nuestros ancianos, ya que con la pandemia se han agravado aún más sus circunstancias.
ResponderEliminarInspirándote en el humor negro y aplicando tu sello propio de ironía, con un desenlace inesperado, lo cierto es que te ha quedado redondo.
Un abrazo, Javier.
Gracias Estrella es un relato inspirado en la realidad actual y en la que nos espera. Lee la respuesta al comentario de Rosa.
EliminarSi hay algún tipo de humor en este escrito, tiene que ser necesariamente negro, como negra es la situación padecida por muchos ancianos que no tienen quienes les ayuden en sus necesidades más perentorias. Son las principales víctimas de esta maldita pandemia. Y algunos se siguen pasando las normas por el arco del triunfo. Muy triste la falta de sensibilidad y empatía.
Un abrazo, amiga.
A veces es peor el remedio que la enfermedad.
ResponderEliminarEspeluznante relato, aunque esté contado con ironía.
Un beso.
De ese tipo de mala baba que derramamos en nuestros escritos tanto tú como yo, una especie de denuncia soterrada que remueva conciencias reposadas, fundadas en la amable comodidad de una frágil seguridad que parecieran albergar algunos. Todos somos arrieritos y en el camino nos encontraremos.
EliminarUn beso y deseo de buen jueves confinado.
¡Caramba, pues si que es un problema! Y lo malo es que tiene mucho que ver con la realidad.
ResponderEliminarMe gusta tu blog, me parece un buen lugar para visitar y me quedo en él.
Saludos
Pues muchas gracias Rita por quedarte cerca de mis letras. Espero no defraudar tus expectativas.
EliminarUn fuerte abrazo esperando verte en más ocasiones.
Mas que bueno corto tan claro me ha dejado una sonrisa d querer conocerte quien esta detras de todo esto saludos desde la brisa cálida de Miami
ResponderEliminarBueno no se, lo juzgareis vosotros, corto doy fe que lo es.
EliminarGracias por dejar tus palabras. Un abrazo desde un lluvioso Madrid.
Lo hay lo hay Julio, y para nada sutil. Quiero que el lector lo lea a ojos llenos.
ResponderEliminarUn abrazo.
este es también duro y de mucha actualidad. Un abrazo.
ResponderEliminardebe ser que el claustro solo me inspira pensamientos negros.
EliminarAbrazos
Dando un toque de humor a una realidad más frecuente de lo deseado.
ResponderEliminarComo siempre magistral.
Un abrazo
Gracias Mariola, siempre tan amable con mis escritos. Un humor algo tétrico si me permites, pero es que la realidad que desconocemos en su totalidad es mucho más macabra al respecto.
EliminarBesos.