miércoles, 3 de febrero de 2021

Cuento para niños

 


Cojo tu mano y salimos corriendo de la casa; no aguantamos más las vejaciones y los abusos de nuestro padre. Tampoco la indiferencia de nuestra madre, que permanece muda ante tanta violencia gratuita.

Hemos sufrido hambre y frío a partes iguales y es hora de huir lejos para encontrar un destino mejor, a alguien que nos proteja en nuestra indefensión.

Llamamos a una puerta en la que pone: Hogar de acogida.

Nos recibe una amable y anciana mujer que pregunta nuestro nombre.

–Hansel y Gretel, –respondemos.


Derechos de autor: Francisco Moroz


lunes, 18 de enero de 2021

Te doy mi palabra 7

 



Mohíno:

-Persona que está triste, abatido o disgustado.

-Que denota abatimiento, tristeza o disgusto.

-Se da la denominación de mohíno al caballo o mulo que tiene el pelo muy oscuro y que presenta negra la cara y el bozo u hocico; en los mulos se conserva la denominación aunque sean castaños, siempre que dichas partes sean negras.


Morigerar:


Templar o moderar los excesos de los afectos y acciones. 

Moderar o contener la intensidad de un sentimiento, de una pasión o de una actitud demasiado vehemente

 

Ataraxia:


Estado de ánimo que se caracteriza por la tranquilidad y la total ausencia de deseos o temores. Imperturbable.

Se denomina ataraxia (del griego ἀταραξία, «ausencia de turbación»   a la disposición del ánimo propuesta por los epicúreos, estoicos y escépticos gracias a la cual una persona, mediante la disminución de la intensidad de pasiones y deseos que puedan alterar el equilibrio mental y corporal, y la fortaleza frente a la adversidad, alcanza dicho equilibrio y finalmente la felicidad, que es el fin de estas tres corrientes filosóficas. La ataraxia es, por tanto, tranquilidad, serenidad e imperturbabilidad en relación con el alma, la razón y los sentimientos.

 

Plúmbeo:


-Que es de de plomo o parecido al plomo en alguna de sus cualidades

-Metafóricamente hablando, muy aburrido o pesado

 

Hético:


-Tísico (Que padece tisis)

-Perteneciente a la tisis o a los tísicos

-Muy flaco, casi en los huesos.

-Fiebre hética.


Texto


Mi mujer andaba mohína desde que empezó a notar que un servidor era morigerado con ella. Que las muestras de afecto y cariño se remitían al mínimo exigido.

Le comuniqué,  que para evitar altercados y discusiones innecesarias entre nosotros, había decidido estar permanentemente en disposición ataráxica y con ello, la convivencia entre ambos sería mucho más llevadera y agradable.

En tres semanas desistí de mi actitud pues comprobé que en vez de mejorar las cosas, muy por el contrario empeoraban. Las horas se me hacían largas y plúmbeas; pues mi señora no se dignaba ni tan siquiera a dirigirme la palabra.

Pero lo que realmente me hizo deponer al parecer, mi desacertado proceder, fue el sentirme muy desmejorado físicamente. Entré en estado hético por no comer como Dios manda; pues mi pareja se negaba rotundamente a cocinar; según me explicó escuetamente, para un estoico, epicúreo, escéptico y subnormal de pacotilla.

Muy filosófica y culta ella, sin perder la compostura.


Derechos de autor: Francisco Moroz





viernes, 8 de enero de 2021

Cita a ciegas

 



Mucho tiempo sin estar tan nervioso. Hace solo unas horas que me citaron mediante un escueto mensaje de voz; proporcionándome la dirección a la que he llegado. Atravesé ruidosas calles y un parque donde los niños corrían en sus alocados juegos. Pasé junto a un banco donde presentí a un anciano echando de comer a las palomas. Todavía me parece oír el zurear de las aves y el agitar precipitado de sus alas, mientras las suelas de mis zapatos hacían crujir las migas de pan duro. Os juro que sentí a mi espalda una mirada de censura por haber espantado a sus comensales.

Llamo y nadie contesta, empiezo a preocuparme pensando en una posible equivocación, cuando un sonido electrónico y un chasquido metálico interrumpen mis pensamientos negativos. Empujo una puerta maciza que da paso a un soportal silencioso; tengo la sensación de haber penetrado en una especie de templo sagrado. Intuyo la claridad de una luz fluorescente que pretende iluminar la oscuridad que siempre me acompaña. Tanteo las paredes con mi bastón, para ubicar las escaleras y cuando lo consigo las subo con prudencia. Desconfío de los ascensores claustrofóbicos. 

Quiero convencerme de que esta vez será la definitiva tras repetidos intentos infructuosos. O puede, que a pesar de todo, mi deseo sea inalcanzable.

Antes de llegar al descansillo reconozco el perfume de la persona que me agarra suavemente del antebrazo y me introduce en la estancia. Barrunto su sonrisa cuando dice: ¡Por fin Ramón! te han adjudicado un perro lazarillo.





Derechos de autor: Francisco Moroz

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