Entran dos individuos en el ascensor.
El primero se dirige al segundo:
– ¿Sube o baja?
– ¿A quién le pregunta, al cadáver
que yace en el suelo o a mí?
– ¡Ah perdón! No lo había visto.
El segundo individuo le vuelve a
preguntar con mucha flema:
– ¿A quién no ha visto?¿Al cadáver que yace en el
suelo o a mi?
– ¡Ah! ¿Hay un cadáver en el
ascensor?
–Pero buen hombre ¿Es que acaso
no se ha percatado?
–La verdad es que no.
– ¿Está usted ciego o qué?
–Desde los diez años, oiga.
– ¡Lo siento, espero sepa disculparme
caballero! No lo había visto.
El invidente, le
contesta con otra pregunta y mucha guasa:
– ¿ A mí, o al cadáver del ascensor?
–Señor inspector, el cuerpo no lo
hemos movido de como estaba. Creo que ha sido una muerte inesperada. De un ataque
repentino o algo similar.
– ¿Alguno de ustedes tres, ha notado algo sospechoso?
–Nada fuera de lo normal.
–¡Pero si me ha dicho que han
subido en el ascensor con él!
– ¡Exacto! Al quinto.
– ¿Y…no ha ocurrido nada?
–Hombre, en el segundo piso el finado se ha empezado a mosquear, y en el cuarto se ha revuelto contra
nosotros.
¿Por qué?
–Porque nos hemos pasado de planta; el vive en el primero.
– ¿Y se ha muerto sin más?
–Vamos a ver, sin más sin más no.
Porque nos hemos pasado.
– ¡Oiga! ¿Me está vacilando?
–No, es la verdad, nos hemos
pasado con los golpes propinados.
– ¿Pero no murió de un ataque
inesperado?
– ¡Pues eso!
Derechos de autor: Francisco Moroz