No quiero dejar una “Mácula” en mi
historial bloguero dejando de publicar esta entrada, aunque un día más tarde
del acontecimiento festivo de ayer.
Todos, o prácticamente todos sabéis lo
que se celebró, que no era otra cosa que el día dedicado a la virgen de la
inmaculada concepción, tradición marianista cuyo origen está datado en el siglo
IX y que llegó a ser un asunto controvertido, ya que había tanto defensores
como detractores de esta idea que se debatía y en la que se proponía que la
madre de Jesús hubiese sido concebida sin ese pecado original con el que nace
el común de los mortales.
Se convirtió tras muchos años de
polémica, en dogma de fe, y se hizo durante el concilio de Toledo convocado por
Pío IX, allá por el siglo XI.
Ya por entonces el rey visigodo Wamba
era un reconocido defensor de la purísima concepción de María que es otra forma
de llamar a la virgen Inmaculada. A este rey le siguieron otros como Fernando
III, Jaime I, Carlos I, Felipe II y Carlos III. Muchos de ellos portaron en los
estandartes de sus ejércitos la imagen con esta advocación.
Desde 1644 fue fiesta de guardar en
todos los reinos católicos pertenecientes a la corona española, declarándose igualmente dentro de la iglesia católica desde que el papa Clemente XI lo promulgó
en 1708.
Fue el nombrado Carlos III, ese al que
los madrileños llamaron “El mejor alcalde de Madrid” y que entre otras
cosas mando edificar la famosa puerta de Alcalá; el que la nombró en
1761 patrona y protectora de la nación, creando para ello la real orden de
Carlos III en su honor.
Pero ¿Por qué la celebración es el 8
de diciembre y no otro día?
Una respuesta nos viene de la propia
iglesia que considera que la concepción de la virgen tuvo lugar en ese día y
en este mes, 9 meses antes de la fiesta de su nacimiento: el 8 de Septiembre, y
porque fue un 8 de Diciembre de 1854 en el que se proclamó el dogma por parte
del papa.
Pero hay otra historia más épica,
heroica y en parte milagrosa, de esos hechos que enaltecen a las comunidades
que los protagonizan.
Fue el caso de tres Tercios españoles
que fueron enviados a Holanda para dar apoyo a las poblaciones católicas
asediadas por los protestantes en una isla de interior denominada Bommel ,
flanqueada y formada por dos ríos: el Mosa y el Waal.
En invierno se solían paralizar las
actividades bélicas a causa de lo inapropiado de las condiciones
meteorológicas, pero en esta ocasión ambos bandos decidieron aprovechar las
circunstancias para socavar las defensas enemigas.
Las tropas rebeldes bloquearon las
salidas de los ríos con naves, para de esta forma colapsar a los defensores y evitar que
estos recibieran refuerzos desde el exterior. Abrieron las compuertas de los
diques e inundaron canales, elevando el nivel de las aguas de tal manera, que
los tercios quedaron en un aislamiento desesperado y sin posibles salidas.
La infantería española tuvo que
concentrar su defensa en la colina de Empel. Para estos hombres, el hambre y el
frío eran lo de menos, daban más importancia por entonces, al deshonor y la
vergüenza que significaría perecer sin posibilidad de defenderse.
Se cavaban trincheras para resistir el
asedio y los cañonazos desde las embarcaciones; y en una de estas fue encontrada por un infante, una tabla con la imagen pintada de una virgen
inmaculada. Esta, posiblemente había sido enterrada por algunos holandeses
católicos para evitar su destrucción o profanación por parte del enemigo.
Ya por entonces y como expliqué
anteriormente, la advocación de la Inmaculada estaba muy extendida por todo el
imperio y estos soldados, enfervorizados por este encuentro casual, interpretado
como una señal del cielo; se encomendaron a dicha Madonna, cantaron la salve y
oraron con devoción para recibir una ayuda milagrosa.
Esa misma noche cayó una helada de tal
magnitud, que las aguas que flanqueaban el reducto se helaron, y esto provocó que los barcos holandeses tuvieran que retirarse para evitar quedarse atorados por el
hielo; circunstancia que aprovecharon los desesperados tercios españoles para
salir de la trampa en la que se hallaban, y presentar batalla directa contra el
oponente. Fue precisamente un 8 de Diciembre de 1585.
La victoria fue tan contundente, que
el almirante de la flota holandesa se quejó de que en aquella ocasión
"Dios se hubiera hecho español".
El historiador británico Geoffrey
Parker calificó el suceso como “Helada milagrosa”.
Aquellos infantes imbuidos de esa renovada fe, en la virgen que les había proporcionado la salvación con ese
milagroso acontecimiento, fueron extendiendo su entusiasta devoción a otros
tercios, que adoptaron con el tiempo a la inmaculada como patrona de todos
ellos, y por ende, en el año del Señor de 1892 y por real decreto de la reina regente María
cristina de Habsburgo, lo llegó a ser de la actual infantería española, cuyos
capellanes castrenses visten la casulla azul cuando celebran la eucaristía en
este día dedicado a ella; que por otro lado es protectora de la academia
general de cadetes, del estado mayor, cargos jurídicos, interventores,
veterinarios y farmacéuticos; y venerada en muchas poblaciones españolas,
portuguesas, italianas e hispanoamericanas.
En Sevilla se la rinde culto con
especial entusiasmo y es prueba de ello que un famoso pintor barroco la
dedicara muchos de sus cuadros. Estoy refiriéndome a Bartolomé Esteban Murillo
que llegó a plasmarla en más de 20 de sus lienzos, siendo el más conocido el
que se puede contemplar en el Escorial.
Por cierto,
el primer templo edificado en honor a la inmaculada fue el del monasterio de
san Jerónimo, sito en Granada.
Yo ya dejo puesta mi pica
en Flandes.