martes, 17 de mayo de 2016

Flores exóticas



Desde el otro lado del planeta procedían aquellas flores que pretendía regalar a su amada; le habían resultado tan costosas como difíciles de conseguir. Pero tenía contactos al igual que dinero.

Él, estaba perdidamente enamorado de esa mujer desde que la vio en la embajada, y estaba dispuesto a conquistarla y a hacerla suya a costa de lo que fuera.

Lo que nunca pudo imaginar el “Casanova”, es que iba a ser rechazado por esa funcionaria de la embajada de Vietnam del Norte; pues ella era oriunda de ese país, en que las flores que le fueron entregadas, eran de lo más común. 



Derechos de autor: Francisco Moroz
con licencia


lunes, 16 de mayo de 2016

Del ser



Cada latido del corazón nos separa de la eternidad
y de la muerte.
Trama fina es la que nos mantiene en este mundo;
hilo delgado del que pende la vida y nos tiene unidos a ella.

Sólo basta mirar unos ojos para recorrer sin pausa una existencia,
para vibrar enteramente
e incendiarnos de puro amor,
y vernos envueltos en llamas apasionadas.

O morir de celos o penar de envidia,
poderosa razón la que nos guía.
Una débil intuición de lo que espera
escondido en el doblez de cada esquina.

¡Cuánta luz  puede nacer de una mirada!
¡Cuánta sal de una pequeña lágrima!
¡Y de un beso, cuanta  ternura!
Y desconsuelo de un rechazo inmerecido.

Muchas mareas se desatan allá adentro,
por la atracción de la luna de cada uno.
¡Qué universo tan infinito poseemos!
Tan misterioso, tan absoluto y tan incierto.

No podemos abarcar la plenitud de la existencia
ni acariciar la suavidad de los suspiros.
Todo es tan breve, todo un adiós;
lo que se goza, lo que se sufre. Solo un instante que ya pasó.

Es la pregunta, la reflexión, la interrogante
Es el, "ser o no ser", el estar o no estar,
el nacer o morir,  el reír o llorar.
Nuestra sempiterna duda de almas errantes.
sin respuesta absoluta.


Derechos de Autor: Francisco Moroz



miércoles, 11 de mayo de 2016

Reflexiones desde la ventana



Me asomo a la ventana, hace una tarde de esas especiales llenas de melancolía y esplendorosos reflejos en los cristales. La luz se tamiza en el éter iluminando las escenas como si se tratasen de pinturas al pastel.

Observo detenidamente el paisaje urbanita saturado de edificios simétricos que aparentan ser grandes bloques ciclópeos, tallados a cincel por manos de gigantes arquitectos.

Todo está muy tranquilo, hasta el aire parece haberse detenido a descansar de la jornada, el calor ha apaciguado su fuerza agobiante y da una tregua para que la gente salga de sus casas. Y es que la calle bulle de actividad; los transeúntes ultiman sus compras o simplemente pasean sin rumbo definido aprovechando la buena temperatura, ajenos al paso del tiempo en los relojes.

Me siento como un halcón en su atalaya, dominando la escena en su conjunto, el trascurrir de los acontecimientos ante mis ávidos ojos de cazador; disfrutando de la perspectiva que me proporciona la altura y que me permite sentirme como un ser superior; una idea peregrina que no se por qué razón se me pasa por la cabeza.

El caso es, que este pensamiento me hace considerar mi situación actual de dominio con respecto a los que transitan allá abajo  ajenos a mi presencia evaluadora.

Veo un grupo de adolescentes por ejemplo, que como bandada de palomas están sentados en las escaleras de la biblioteca, tecleando frenéticos en sus móviles equipados con las últimas tecnologías, hablando a gritos e ignorando lo que el otro les tiene que decir. El diálogo no tiene cabida en su mundo, ignorantes del conocimiento y el silencio que se guarda tras las puertas del edificio que tienen a sus espaldas. Ellos, en su parco mundo intrascendental son felices, inconscientes de su futilidad y lo caduco y breve de la existencia.

Para ellos el mañana no existe, no parece importarles el futuro y beben el presente con ansia infinita. Y cierto es que son sabios a su entender, pues nuestro vivir es un presente continuo. 


¡Carpe Diem! (Aprovecha el momento) parecen clamar sus actitudes.

Más allá una muchacha bonita está plantada en medio de la acera, frente a un escaparate donde se muestran prendas de vestir y artículos de moda; otra cosa pasajera como las mismas apariencias hipócritas que priorizamos por encima de  una bien fundamentada personalidad, habilidades y valores personales. Cuan pueriles e irresponsables somos los humanos que preponderamos lo que llevamos puesto por encima, y despreciamos la riqueza que poseemos dentro.


"Vanitas vanitatum omnia vanitas" (Vanidad de vanidades todo es vanidad)

Un hombre de mediana edad sentado en la terraza de una cafetería, observa a la chica con fruición, como para empaparse de su esencia; se detiene en su sugerente anatomía no tanto para apreciar la pura belleza de las formas femeninas, sino poseído por el rijoso apetito y el deseo lascivo de poseerla. Parece desnudarla con la mirada. Otro ejemplo de lo casquivanos que podemos llegar a ser, de lo primitivos y básicos. Nos dejamos gobernar por el instinto antes que regirnos por la razón, no meditamos las consecuencias de nuestros actos ni reparamos en el precio que habrá que pagar por nuestras decisiones desacertadas. 


"Fatum fatis ego perea" (Hágase el destino aunque yo perezca)

En el pequeño jardín colindante encajado entre dos edificios antiguos, un anciano reposa sus huesos en un destartalado banco; aprovecha esos póstumos rayos de sol que acarician su piel arrugada por los años. Sedente, como una estatua erosionada por los vientos, el agua y los hielos; ejemplo de lo efímero y pasajero de la juventud que pasa rauda como primavera, y se marchita como hoja de otoño. 

Desde que nacemos corremos presurosos hacía nuestro final y nada ni nadie puede detener la carrera. ¿De qué sirve pues el haber padecido?¿De qué, nuestros trabajos y desvelos?¿ Para qué nuestro sacrificio y nuestras esperanzas vanas?

 "Cotidie morimur, cotidie conmutamur et tamen aeternos esse nos credimus" (Cada día morimos, cada día cambiamos y sin embargo nos creemos eternos)

Por la acera de enfrente pasa "Don importante" el más fatuo de los personajes que pululan por las ciudades. Se le nota en la actitud altanera y el porte prepotente de desprecio hacía el resto de mortales que no han alcanzado el estatus que él ostenta.
No tiene escrúpulos para conseguir sus fines ni oyó hablar de la caridad.
Seguro que vive en las afueras, en alguna urbanización privada vigilada las 24 horas, o en unos de esos "Loft" de lujo donde poder organizar bacanales con sus conquistas esporádicas. 
Este individuo nunca tendrá un hogar, ni el amor verdadero de una mujer o unos hijos. Con dinero no se compra lo trascendente, no puedes trocar las riquezas acumuladas, a cambio de tu alma; si es que esta ya la has perdido. No puedes encontrar la paz si la trocaste por fama y poder.
El dinero te procurará placeres inusitados pero nunca la felicidad de las cosas sencillas.
Me vienen a la cabeza las palabras que el esclavo repetía a los cesares cuando alardeaban de sus triunfos delante de toda Roma:

"Memento mori" (Recuerda que eres mortal)

Me doy cuenta que he perdido yo también la noción del tiempo que ha trascurrido desde que me aposté en esta ventana, ¡Media hora! y tengo tanto que hacer...
Así que me pongo manos a la obra antes que la falta de luz no me permita realizar la tarea que me trajo hasta aquí.

"Aequam memento rebus in arduis servare mentem"
(Recuerda conservar la mente serena en los momentos difíciles)

Respiro pues profundamente, y me relajo para concentrarme en mi cometido.
Monto el soporte de mi fusíl Accuracy Warfare de precisión con mira telescópica y observo esta vez de forma desapasionada a los individuos que pululan por las venas de la urbe.
Hoy es un buen día para demostrar a estos pobres diablos que somos peregrinos por este mundo y que la muerte nos acecha de continuo.
Esta tarde, como si fuera un dios, decidiré a quien he de regalar toda una eternidad...


Noticiario de las 22:00 pm:
Ayer en Estados Unidos, un francotirador apostado en una ventana de un bloque de oficinas en construcción, asesinó a tiros a seis personas, se cree que de forma aleatoria.

Las autoridades de la localidad sospechan que se trata de un individuo...

Apago la televisión y me digo a mi mismo:

"Acta est fábula" (La historia ha terminado)


                                                                                          Derechos de autor: Francisco Moroz

                                                                                                      Registrado con licencia:



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