viernes, 7 de octubre de 2016

Instinto básico





Lo observo sobre la mesa, frío, inerte, envuelto en sí mismo, indefenso.
Agarro un cuchillo y con gestos de sacerdotisa, inicio el ritual con el que consumaré uno de los pocos placeres que me son concedidos de disfrutar en la vida, sin temor a padecer efectos secundarios.

Realizo dos cortes perfectos sobre él, en sus extremos, con precisión de cirujana y a continuación otro que lo raja de parte a parte.
cojo con mis dedos un pedazo de carne jugosa y blanquecina y lo degusto voraz, con ansia animal.

Lo único que me desagrada del melón son las pepitas.



Derechos de autor: Francisco Moroz


jueves, 6 de octubre de 2016

Querido mio




Hace mucho que me propuse escribir esta carta, la que ahora recibes y tienes abierta entre tus manos, en la que te explico por qué lo nuestro se acabó.
Soy consciente que todo fue perfecto mientras duró. Lo compartíamos todo: las miradas, las manos, y las palabras. Juntos aprendimos a superarlo todo: la ilusión y más tarde el desengaño.

Me acuerdo todavía el día en el que nos conocimos casualmente; uno de otoño, lluvioso como el de hoy. Paseaba por el parque  y de pronto, las nubes se aliaron con el destino y desocuparon su contenido de agua encima de mí sin previo aviso. Apareciste de la nada como los magos, y con tu acariciadora voz me dijiste que pillaría una pulmonía así como estaba, empapada; y mientras lo decías, me cubrías galantemente con tu paraguas gris.

Al rato caminábamos juntos, casi sin rozarnos, pero yo sentía tu calor protector. Era como un sueño, tenía el presentimiento de que nuestro encuentro no era casual y que los hados jugaban a nuestro favor para unir nuestras vidas.
Así fue como tras un café, y una larga conversación en un bar del barrio nos empezamos a conocer mejor. Nuestros gustos, nuestros proyectos.

Tus ojos azules como el mar eran lo que más me atraía de ti. De mi lo que más te gustaba era mi pelo castaño claro, como las hojas que caen de los árboles en esta época del año.

Cuando salimos del local lo hicimos de la mano, queríamos estar juntos a partir de ese momento. Anduvimos de nuevo hacia el parque, había que atravesarlo para regresar a casa y tú quisiste acompañarme ¿Te acuerdas  de lo pesado que te pusiste hasta que accedí?

Seguimos hablando, esta vez de nuestras manías. Tú eras como un chiquillo, te gustaba bromear con todo, pegar patadas a las piedras, perseguir sueños. Yo confesé ser muy impulsiva, ser muy quisquillosa por cosas sin importancia y…

… pisaste un charco, me salpicaste y solté tu mano para increparte: ¡¡¡Lo nuestro se acabó!!!  También soy muy  intransigente.

Fue precioso mientras duró. Espero que comprendas.

¡Cuídate!


Derechos de autor: Francisco Moroz


martes, 4 de octubre de 2016

Insultos y reniegos- 4- Puños para mangas





Cuenta una historia tan antigua tan antigua, que ni “La Maricastaña” esa había nacido todavía; que Dios terminó su creación y reunió a todos los animales incluido al hombre. Les preguntó si estaban conformes con su propio aspecto o si querían añadir o quitar algo que pensaran que faltaba o sobraba en su anatomía.

Todos sin excepción le dieron al creador su beneplácito, salvo, naturalmente el hombre, que se veía como un ser indefenso con respecto a los demás.
Por lo cual se dirigió a Dios de la siguiente manera:

-Señor veo que tú diste a todos los animales armas con las que defenderse de los peligros, herramientas con las que poder sobrevivir: Cuernos, garras y colmillos. Fuertes musculaturas y dientes afilados. Cascos, pezuñas y largas patas. A mí sin embargo no me has concedido ninguna de ellas. –A lo que Dios contestó:

-Criatura, veo que no aprecias lo que yo puse en ti como arma poderosa que sirve tanto para atacar como para defenderse del oponente.

-¿A qué te refieres Señor?

-A tu lengua, que mal usada puede ser mortal de necesidad. Más venenosa que el aguijón de un escorpión. Que puede herir como garra de tigre y embestir como cientos de cuernos de búfalo. Es afilada como los dientes del tiburón y el cocodrilo, más larga que Abril y Mayo o un día sin pan.
(Esto es de cosecha propia pues el pan y los meses del año fueron invenciones posteriores a la leyenda)

Con lo cual hijo mío, te pido sensatez en su uso, pues se trata de un arma de doble filo y puedes herirte y herir a otros sin querer.
El hombre no se quedó conforme y le dijo a Dios:

-Si es así, dame un instrumento para evitar este inconveniente, con el cual poder controlar y dirigir este instrumento mortífero. Dios a punto de perder la paciencia le contestó:

-Hombre. Te di el cerebro para eso, y la capacidad de discernimiento para lo otro. Al pequeño e insignificante ser le pareció poco e insistió.

-¿Y me podrías incluir en el pack, una compañera ideal que satisfaga mis deseos, sea bella, tierna, inteligente, sensual, que me dedique sus atenciones, me mantenga y me admire?

A lo que Dios frunciendo el ceño, con acritud poniendo fin al discurso y al incordio llamado hombre respondió:

-“Vete a hacer puñetas” 

Que venía a significar algo así como: "Quedas expulsado del paraíso"


Naturalmente esta expresión no la dijo Dios como podéis imaginar, la pronunció el hombre con esa lengua afilada que le entró en el lote, y que tanto progreso y bienestar nos ha otorgado a todos a lo largo de los siglos. ¿¿¿¿????

Se trata de una frase que decimos para alejar a las moscas cojoneras, esas que molestan tanto y se vuelven tan cansinas y pegajosas que ni haciendo molinetes con los brazos podemos espantar. Este tipo de moscas son de género " Sapiens " en teoría. 

Generalmente se trata de congéneres obtusos que entran a engrosar las filas de esos estúpidos a los que me refería en una entrada anterior.

Los burros y las vacas tienen el rabo para hacerlo, nosotros la lengua que puede ser tan larga o más que el referido rabo.

Pero ¿Qué es una puñeta?

Os respondo: Una puñeta es una especie de puntilla afiligranada, que se colocan en las bocamangas de las togas de los miembros de la judicatura; estas mangas son largas por lo general y hacen que en una postura natural caigan sobre los puños del individuo.

Su confección requería una inversión cuantiosa de horas y dedicación. Con lo cual la razón de mandar a alguien a confeccionar puñetas, significaba quitárselo de encima por un largo periodo de tiempo. Si a esto le añadimos que se confeccionaban normalmente en conventos apartados del mundanal ruido, o cárceles donde sus moradores eran de los de larga estancia…

Su significado quedaría pues como algo así: “Vete lejos y por mucho tiempo, y déjame tranquilo. Pero ciertamente con una mayor contundencia fonética.

Mi abuela también decía (En un aparte) y con mucha elegancia, a las visitas pesadas cuando estas se iban después de dar la tabarra:

¡Hala! “Marchad con tanta paz como descanso dejáis” 
y cuando se cerraba la puerta remarcaba a viva voz: "Es más el descanso que el sentimiento"

Mi abuela era muy familiar y toda una señora. Pero es que ciertas visitas eran como para no recibirlas.

y lo de " Tener pelos en la lengua" no iba con ella.


Derechos de autor: Francisco Moroz

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