viernes, 30 de diciembre de 2016

A vueltas con la navidad -Cuarta parte y última-





Llegamos al final de este año para unos con pena y para otros con gloria. De lo que no cabe duda es que la mayoría lo haremos frente al televisor, pendientes de esas doce campanadas míticas que marcarán la toma de las doce uvas de la suerte.
Me gustaría acabar también con esta serie de artículos que han pretendido explicar de dónde vienen las tradiciones navideñas.

Postales de felicitación:

Aunque su uso esta menguando a causa de los nuevos medios que tenemos al alcance de nuestras manos como el teléfono, los correos electrónicos y los whasapp; las tarjetas de felicitación fueron el medio más común y utilizado por todos, para llegar a los hogares de nuestros seres queridos y amistades para desearles unas felices fiestas.
Su origen tuvo lugar en Inglaterra y el nombre del precursor: Sir Henry Cole, un individuo que en 1843 se enfrentó a un serio reto, al encontrarse con que el número de compromisos a la hora de escribir una misiva o breve carta a sus amistades y familiares crecía de forma considerable año tras año. Es sabido que los ingleses difícilmente renuncian a sus formas protocolarias y sus costumbres adquiridas tan ordenadas y repetitivas; por ello, y dada la dificultad creciente para cumplir con tan excesivo número de compromisos, decidió encargar a un reconocido pintor amigo suyo llamado: Callcott Horsley, un diseño personalizado de una tarjeta con motivo navideño, con un mensaje generalizado de la que poder hacer cuantas copias necesitara en la imprenta, para con ello, cubrir sus necesidades logísticas año tras año sin tanto esfuerzo.
El mensaje que se podía leer en dicha tarjeta era: “Feliz Navidad y feliz Año nuevo para usted” algo nada original por cierto.
Las casas reales copiaron la idea y con ello hicieron extensivo el uso de las postales que todavía algunos escribimos y mandamos a los más allegados y que los más afortunados siguen recibiendo, extendiendo con ello una bonita tradición navideña.

Villancicos:

Como intuimos de la propia palabra se trata de “Canciones de la villa” o "villanas".
Se trataba en sus orígenes de cantos que interpretaban las gentes sencillas de pueblos y aldeas con motivos de la celebración de sus fiestas. Se ha de entender que en un principio no eran estos cantos, destinados a ensalzar el espíritu navideño ni motivar su celebración. Más bien se utilizaban como instrumento asequible para poder comunicar y recordar, los hechos más relevantes de los acaecidos por la comarca.
Se sospecha que fueron los musulmanes los que introdujeron en Castilla estas pequeñas composiciones con cierta métrica poética y capacidad de ser musicalizadas que fueron evolucionando hasta convertirse en las composiciones que actualmente conocemos. De ahí que para el acompañamiento de dichas piezas se utilicen instrumentos sencillos, como las gentes que los cantaron: Panderetas, chirimías, flautas y zambombas de uso común entre pastores y labradores.
Es en el año 1458 cuando por primera vez, quedan reflejados algunos de ellos en el “Cancionero de Stuñiga”
Naturalmente se convirtió en un buen instrumento de catequización con el que la iglesia pudo adoctrinar al pueblo llano, haciendo cercanos valores cristianos que de este modo en forma de mantras repetitivos y musicalizados, eran asimilados por gentes que en su gran mayoría no sabían leer ni escribir.
El primer canto de este tipo es el compuesto por un tal: Hilario de Poitiers titulado: “Jesús Refulsit Omnium” y que por cierto no se refiere a nada relacionado con peces bebiendo en el río ni campanas y tamborileros o burras de chocolatera.

Las uvas de la suerte:

La mayoría conocemos esa especie de leyenda urbana que corre de boca en boca cada año y que hemos asimilada como real. Me refiero al origen de las uvas que tomamos en noche vieja para despedir el año y recibir al que viene y que nos cuenta la genial idea que tuvieron unos agricultores murcianos y alicantinos que en 1909, y ante una excesiva cosecha, se vieron en la tesitura de dar salida al producto de una manera ingeniosa que consistió en inventarse esta original tradición anual.
¡Pues no!
Más bien se refiere al espíritu satírico, irónico y burlesco que caracteriza a los españoles y más a los madrileños, que para estos menesteres de ridiculizar se las pintan solas.
Tenemos noticias de ello en 1882, cuando era costumbre por parte de muchos ciudadanos de la capital, salir a buscar a los reyes magos por las calles, armando fuertes algarabías que no eran bien vistas por las clases nobles y pudientes, que preferían quedarse en sus casas realizando una costumbre importada de nuestros vecinos franceses consistente en tomar champán espumoso acompañado de uvas. Algo así como el melón con jamón y sin ningún significado ritualista destinado a la buena suerte.
Ante las protestas de estos burgueses por los molestos ruidos originados por los juerguistas, el alcalde de turno: José Abascal y Carredano, decidió emitir un bando en el que prohibía salir de jarana los días 5 y 6, frustrando con ello a las gentes más humildes del pueblo de Madrid que no podían de este modo celebrar. Bailando, cantando y bebiendo para dar salida a su espíritu festivo.
La reacción no se hizo esperar y se decidió como contramedida ante los selectos sibaritas que habían ocasionado el perjuicio, salir ese año en comandita hasta la puerta del sol bajo el reloj de la antigua casa de correos a tomarse las uvas como imitación de las tontas y refinadas costumbres de la aristocracia, para burla y escarnio.
Pero como ocurre en muchas ocasiones, el hecho se convirtió en viral y se empezó a repetir año tras año, se extendió al resto de la población española y traspasó fronteras de tal manera, que hasta en algún lugar en Australia, las uvas de la suerte son tradición importada.
Otras costumbres que algunos llevan a rajatabla en la noche vieja son por ejemplo.
Llevar ropa interior roja. Costumbre que viene de China y Vietnam donde el rojo y amarillo son colores de la buena suerte.
Encender velas blancas, verdes y rojas y dejarlas arder hasta que se consuman. Eso trae suerte en el amor.
Beber cava o champan con el anillo de oro sumergido en la copa. Asegura un año de bonanza económica. Al igual que llevar dinero en el zapato y lavarse las manos con cava y azúcar.
Y si lo que quieres es viajar mucho, puedes dejar las maletas en la puerta de tu casa.
Si eres hombre, puedes conseguir todo ello de golpe si le guarreas la alfombra a tu consorte con la cera de las velas, o con el champán y el azúcar, después de quitarle el anillo y mojárselo en el mismo líquido. Si además te encuentra en el bolsillo de la chaqueta prendas íntimas femeninas de color rojo: Ella misma te pondrá las maletas en la calle. Aunque ni viajarás, ni obtendrás bonanza económica con ello.

Roscón de reyes:

Otra vez esos romanos dándonos lecciones de cómo hay que hacer las cosas.
El dulce tradicional y típico de Reyes, también lo inventaron ellos. “Ceteribus paribus” (siendo en las otras cosas igual)
Ese dulce que todos conocemos, circular (Igual que la corona de adviento) con azúcar y fruta escarchada y relleno de nata, trufa, crema o cabello de ángel en cuyo interior se esconde esa figurita ansiada por niños, y mayores coleccionistas de tontadas de plástico, barro o cristal.
Recordamos de nuevo esas celebraciones llamadas Saturnales que tenían lugar durante el solsticio de invierno y en donde los romanos ínter-pares, plebeyos y esclavos se intercambiaban regalos consistentes en miel, frutos, y golosinas, como símbolo de que el año que comenzaba se presuponía iba a ser más dulce y menos amargo que el anterior.
Entre estos presentes se regalaban una especie de roscos amasados con diversos frutos secos, uvas pasas dátiles e higos.
Esta tradición como vimos anteriormente, fue aprovechada por la iglesia para trasmitir sus propias creencias a través de esos gestos y símbolos. A partir del siglo III y aprovechando la festividad de los Reyes magos, se reparten dulces a los más necesitados. Uno de los que más trascendió fue precisamente este que tratamos, rosco o roscón, al que en Francia se le conocía con el nombre de “Gateau de la Febe” pues al mismo, se le introducía un haba en su interior de tal manera que el que la encontraba se convertía en el rey del haba. Tradición que por otro lado también era conocida en Roma, en ese día en que los esclavos eran servidos por sus amos y que en el país vecino se quedó como "el día del rey loco" del que aparecen referencias en la obra: Nuestra Señora de París"
El rey Francés Luis XV fue uno de los que se aficionó al postre gracias a su pastelero que le preparó uno, escondiendo en su interior un regalo para el monarca; este, gustoso con la sorpresiva idea, la propagó por su reino. A parte del haba se escondía alguna moneda de plata en las casas de familias más pudientes.
En España fueron los mismos Borbones los que introdujeron la costumbre del roscón de la mano de Felipe V .
Más adelante, y como todo tarde o temprano, esta costumbre repostera tan sabrosa pasó al pueblo llano. Siendo Madrid y Sevilla las dos localidades donde mayor relevancia adquirió tan preciado dulce.


Aprovecho para desearos una buena noche de fin de año con toda la suerte que os puedan proporcionar esas doce uvas, que se convertirán en doce deseos convertidos en realidad si nos esforzamos... Después vendrán esas promesas que todos nos hacemos de dietas, mesura y aprendizaje de idiomas.

Mis abrazos para todos los que me lleguéis a leer.






Derechos de autor: Francisco Moroz


viernes, 23 de diciembre de 2016

A vueltas con la navidad -tercera parte-



Flor de pascua.

De todos es conocida esta planta tan llamativa de hojas rojas que se acostumbra a ver sobre todo en estas fechas como adorno señalado de interiores.
Su nombre botánico es: Poinsettia , nombre elegido en honor a un embajador americano en Méjico que es el que la dio a conocer y la hizo popular pues, enamorado de su vistosidad y apariencia la solía regalar a sus amistades por estas época. También se encargó de mandar algunos ejemplares a diversos jardines botánicos.
La planta es originaria de Méjico y ya era muy conocida por los pueblos pertenecientes a la cultura mesoamericana. Utilizada como medicina en forma de emplastos para enfermedades de la piel, como infusión para que las madres produjesen abundante leche y para bajar la fiebre. Y a causa de su llamativo color, como tinte natural para tejidos.
En el siglo XVI los misioneros franciscanos las usaban en navidad como motivo ornamental de sus iglesias, pero será gracias al nombrado embajador: Joel Roberts Poinsett en el XIX y a su admiración por estas plantas tan vitales, pues florecen desde noviembre a enero; que se conozcan y se usen de forma generalizada.
Hay un cuento referido a esta planta que nos dice que era una de las más humildes, irrelevante y de anodina presencia. Crecía en la orilla de un camino por el que solía pasar Jesucristo, y que cuando este lo hacía, intentaba mejorar su presencia, creciendo lozana en honor al Mesías. Cuando este fue crucificado, parte de su sangre se derramó sobre ella, tiñéndose con el color que caracteriza a sus hojas.

Árbol de navidad.

Es una tradición originaria de los pueblos celtas de centro Europa que ya acostumbraban a adornar los robles en honor a sus dioses, en concreto a uno llamado Frey, dios que representaba al sol y que era propiciador de la fertilidad de las mujeres, los campos y las bestias.
El árbol al que conocían como Idrasil (Árbol del universo) era considerado sagrado por estos pueblos. De él pendía el universo y sus raíces profundas llegaban al inframundo. Al llegar el solsticio elegían uno de los más antiguos para encender luminarias entre sus ramas y colgar guirnaldas para a continuación danzar en torno a él.
Cuando San Bonifacio llegó a estas tierras de Germania sobre el año 740, utilizó este elemento de adoración de los pueblos paganos como motivo para evangelizarlos. Para ello eligió un abeto o pino para darle la simbología más acorde con el nuevo credo.
La forma triangular del pino recuerda a la trinidad al igual que las hojas perennes el amor perdurable de Dios. Colgó manzanas para recordar el pecado original del que supuestamente todos somos portadores y las velas significando la luz de la fe que guía al creyente.
El primer árbol de navidad como tal, se vio en Alemania en el año 1605. La tradición se fue arraigando llegando a Inglaterra en 1841 de la mano del príncipe Alberto consorte de la reina Victoria. A España llegó en 1870 traído por una princesa rusa llamada Sofía Troubetzkoy esposa del marqués de Alcañices.

Hoy en prácticamente todas las ciudades luce en medio de su plaza principal un árbol de esta índole que suele ser artificial, pero del que siguen colgando los ornamentos que desde ahora nos recordaran otras creencias, culturas y tradiciones.

Uno de los árboles más grandes es el colocado todos lo años en New york, en el Rockefeller Center que tiene que reunir dos características: tener no menos de 50 años y medir más de 20 metros.
Para ello los encargados de buscar dicho abeto sobrevuelan bosques hasta dar con el espécimen adecuado.
su instalación en la gran manzana y el posterior encendido, se convierten en un espectáculo multitudinario.

Portal de Belén (Nacimiento)

Un elemento que es motivo de regocijo sobre todo para los más pequeños. Donde maquetistas avezados y aficionados entregados a la labor crean escuela, superándose año tras año.
Y la tradición nos viene también de lejos, esta vez de los primeros cristianos que adornaron algunos sarcófagos de las catacumbas romanas de la localidad de Priscila, sobre el siglo II –V, representando la estampa tan conocida por todos como “El misterio” con los tres magos de oriente incluidos.
La tradición como tal fue establecida gracias a una genial idea de San Francisco de Asís que tras un viaje a tierra santa en 1223 y tras (supuestamente) visitar el lugar donde nació Jesús, quedó tan impactado por la experiencia que decidió montar un Belén viviente en una cueva o ermita de Greccio (Italia) con motivo de la nochebuena. 
Cuentan, que fueron los mismos paisanos los que colaboraron como personajes y que el niño del pesebre fue una figura moldeada por el propio San Francisco. Tras los cantos y alabanzas y en el momento más solemne la figura el niño adquirió vida y sonriendo al Santo extendió sus brazos hacia él. 

Pero eso entra dentro de la leyenda. Lo que sí es veraz es que a partir de ahí la tradición belenista comienza a ser difundida por los conventos italianos gracias a la influencia de Santa Clara, quedando estas representaciones limitadas a los intramuros conventuales y priorizando el contenido religioso antes que el meramente artístico.
Sería a partir del XVI cuando los belenes empiezan a adquirir ese carácter ornamental gracias a la andadura de escuelas como la andaluza y la castellana siendo sus máximos representantes los maestros Berruguete y Siloé como retablistas, y Martinez Montañés y Eugenio Torices como talladores de figuras integrales.

Será en el siglo XVIII con la subida al trono de Carlos III de Borbón, cuando en España adquiere cierta relevancia la fabricación y exposición de belenes, sobre todo entre la aristocracia. Es este siglo en el que destaca el escultor Francisco de Salzillo.
No obstante os tengo que decir que los belenes de antaño no se parecían a los de ahora. En ellos aparecían personajes como Adán y Eva, ermitaños, profetas o animales salvajes, así como símbolos de la pasión de Cristo o elementos que recordaban el camino hacia la pasión de Jesucristo.
Con el tiempo los belenes se han vuelto más pintorescos y costumbristas, representando el propio misterio rodeado con personajes propios del pueblo llano como zapateros, lavanderas, herreros, leñadores, junto con los consabidos pastores, reyes, ángeles y soldados romanos.
En muchas ocasiones constituyen auténticos dioramas en movimiento. Maquetas tan completas que representan las edificaciones al detalle: Norias, fuentes, iglesias, castillos, albergues, molinos y algún que otro personaje escondido entre los musgos aliviando sus necesidades perentorias.

* El primer Belén hecho con figuras data en el año 1289 y fue realizado por Arnolfo di Cambio.
* El más antiguo de España es el que se encuentra en la iglesia de la anunciación de Palma de Mallorca.
* El más grande es el belén bíblico monumental de Santa Ángela de la Cruz en jerez de los Caballeros que posee unas de 10.000 piezas ubicadas en una superficie de 450 metros cuadrados.
* Y los tres belenes vivientes con más renombre son:
-El de Arcos de la frontera localidad cercana a Cádiz que sirve como escenario natural a unas 30 escenas en las que participan los propios habitantes del pueblo.
-El de Buitrago en la comunidad de Madrid, con más de 20 escenas en las que participan más de 230 figurantes en un gran “Mannequin challenge”
-El de Sangüesa en Navarra donde se reviven escenas bíblicas y las zagalas ataviadas con vistosos trajes regionales recitan versos ante el niño Dios.
Como veréis en España somos auténticos especialistas en montar “Belenes”



Continuará...




Derechos de autor: Francisco Moroz


miércoles, 21 de diciembre de 2016

A vueltas con la navidad - segunda parte-



Hoy os traigo siguiendo con la temática navideña, los símbolos utilizados, y alguna de las tradiciones que durante estas fechas, realizamos creyentes y no creyentes.

Corona de Adviento
Es bien sabido de su utilización casi generalizada para ponerla como centro de mesa o colgarla en las puertas y entradas principales de los hogares, o encima de las chimeneas quien las tuviera.
Su procedencia es indefinida, pudiendo decir que desde el albor de los tiempos era utilizada como símbolo de geometría perfecta, que viene a significar el ciclo continuo de las estaciones y la vida. Como representación del sol, de la unión perfecta entre el hombre y sus dioses, señal de eternidad sin principio ni fin.
Los griegos las realizaban para ofrendar a sus dioses y otorgar honores a ciudadanos destacados. Las confeccionaban con hojas de laurel, planta que representa la fuerza; siendo el trofeo más deseado de los atletas que competían en honor a Apolo (Dios del sol) y que se esforzaban para portarla en sus cabezas como señal de triunfo.
Los romanos adoptaron dicha corona como lo hicieron con muchos de los dioses, costumbres, y tradiciones de la cultura helena. Para ellos estas coronas representaban autoridad y garantía de ser recordado trascendiendo sobre lo mortal. Por ello muchos prohombres fueron enterrados o incinerados junto con ellas, como bien muy preciado.
Al Cesar Imperator se la imponían sobre la testa, cuando tras regresar triunfante de alguna de sus guerras de conquista le recordaban que solo era un hombre mortal: “Respice post te, hominem te ese memento” (Mira atrás y recuerda que solo eres un hombre)
Esas conquistan se extendieron por la Galia, Bretaña, y Germania donde habitaban los pueblos con fuerte raigambre celta y por lo tanto druídica.
Cuando las legiones se establecían en estos territorios, los ciudadanos se iban romanizando y por lo tanto observando y celebrando las festividades propias de Roma; como la celebración de la cosecha, las conocidas Saturnalias durante las cuales los participantes se regalaban coronas los unos a los otros. Esta vez hechas con ramas de acebo, enebro, muérdago, pino o abeto. Adornándolas con bayas, frutos secos, piñas piñoneras o manzanas. Estos pueblos en principio sometidos, fueron adquiriendo como propia, la cultura trasmitida durante la llamada “Pax romana”.
Los druidas se ponían esas coronas en la cabeza, hechas sobre todo de muérdago que para ellos era un componente mágico y curativo. Lo incluían en las ceremonias de solsticio parecidas a las ya nombradas saturnales o Brumarias de los romanos. Es entonces cuando el pueblo llano adquiere la costumbre de ponerlas en sus puertas como elemento protector de sus casas.
La mística pagana es relevado por el ritual cristiano cuando la nueva religión se extiende como creencia generalizada una vez que el emperador Justiniano en el siglo V la impone como tal.
Ciertos elementos como la corona adquiere una nueva dimensión, adquiriendo relevancia en sus celebraciones religiosas referidas al adviento, (La venida, la llegada) imponiendo significados diferentes y a la vez relacionados con las antiguas creencias. De esta forma las ramas verdes pasarán a significar la esperanza en la llegada del cambio. Las cuatro velas que se le añaden a la corona serán la luz que viene a brillar con el nacimiento de Cristo disipador de de las tinieblas. Las cintas rojas la sangre derramada por Jesús por amor al hombre. También nos hace rememorar esa otra corona de espinas de su pasión.
Las velas se le añaden como reminiscencia de aquellas hogueras encendidas para aportar calor al sol e iluminar las largas noches del solsticio de invierno. Suelen ser cuatro: tres de color violeta que representan la esperanza, la paz y el amor. Se encenderán durante las tres semanas que anteceden a la Navidad .Una cuarta de color rojo se enciende en Nochebuena. Una quinta colocada en el centro y de color blanco se prenderá en Navidad, en honor al nacimiento del niño Dios. Esta última solo presente en ciertos países.
En la actualidad el uso de las coronas de adviento está más secularizado, no siendo más que un mero adorno en puertas, ventanas y mesas. Añadiendo adornos como cintas de colores, bolas de navidad, o paquetitos de regalos.
En algunos países como Méjico o Gran Bretaña se confeccionan con flores. Lo cual nos hace recordar las coronas conmemorativas para nuestros difuntos, retrotrayéndonos de esta manera al comienzo de nuestra historia, donde el significado circular de la misma representaba el principio y el fin de la vida, en un bucle interminable.
Seguimos celebrando lo mismo después de tanto tiempo con mayor o menor solemnidad y fe, pero con símbolos que han trascendido a muchas generaciones de hombres y mujeres.


Continuará...


Derechos de autor: Francisco Moroz


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