“Tengo
pensado hacer varios peces de colores con papel de seda, para regalárselos a
Carlitos por su cumpleaños”. –Me dijo el viejito mientras departíamos en aquella fría habitación.
Tantos
años han pasado desde aquellos juegos y paseos compartidos por el
parque, que no solo yo he olvidado muchas cosas importantes.
Mi
padre desde su realidad no me identifica, pero sigue pensando en hacer feliz a
ese pequeño niño que fue su hijo convertido en lo que ahora soy, un hombre de
cuarenta y cinco años que viene de vez en cuando a la residencia de ancianos, para refrescar recuerdos que atenúen la soledad de ambos.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Qué bonito y qué triste. Uno trae al presente los momentos más dulces y felices cuando ya todo lo que queda es confusión y un ir deteriorándose sin solución ni pausa.
ResponderEliminarMuy hermoso, Francisco.
Un beso.
El que lo experimentó con algún familiar o amigo querido, seguro que sufrió sobremanera. Los cuidadores de este tipo de personas que olvidan todo a causa de la enfermedad, tienen un mérito impagable. Pues a la vez que tienen que obrar con paciencia, delicadeza y mucho amor, han de sobrellevar una carga insoportable para el común de los mortales casi a jornada completa, para que los pacientes tengan cierta calidad de vida y un trato digno.
EliminarUn beso.
Con los años voy entendiendo que existen muchas realidades, y no tiene por qué ser la "más real" la que nos haga más feliz. Este anciano vive en sus recuerdos y no sabría decir si es menos feliz que su hijo de cuarenta y tantos. Un micro muy emotivo, Francisco. Un abrazo!
ResponderEliminarCada ser humano vive su propia realidad, pero a la vez y muchas veces a la fuerza lo hace con otra serie de circunstancias que conforman otra muy diferente, y no idílica precisamente.
EliminarLos que escribimos sabemos mucho de eso, cuando inventamos e imaginamos ¿Pero cuánto de realidad personal hay dentro en cada una de nuestras historias? Eso solo lo sabemos cada uno de nosotros.
Gracias por dejar tu comentario David
Un abrazo, compañero.
Lo malo está en ese "de vez en cuando", pues aunque no reconozca a su hijo en esas visitas, es posible que su presencia le traiga felices recuerdos de aquel niño a quien sigue queriendo hacer unos peces de colores.
ResponderEliminarLa pérdida de la memoria siempre nos llena de melancolía.
Un abrazo.
Esa es una de las palabras claves ¿Cuánto tiempo dedicamos a las personas a las que presumiblemente decimos que amamos? ¿Damos prioridad al afecto o a las reprimendas y los enfados?
EliminarSi hiciéramos una lista de nuestras prioridades por un lado y por otra con las cosas en las que invertimos nuestro escaso tiempo. ¿Cuántas de las prioridades estarían en la segunda lista?
Tenemos que recapacitar y poner remedio antes que arrepentirnos más adelante, cuando los trenes de la oportunidad hayan pasado por delante.
Un abrazo, Josep.
Los hijos para algunos siguen siendo niños toda su vida, y cuando el padre se instala en ese limbo de la enfermedad puede que los recuerdos de su niño sean los mejores para acompañar el olvido.
ResponderEliminarBesos.
Los mejores recuerdos parecen quedar marcados para siempre dentro de nuestra cabeza. Mi padre siempre repetía las mismas historias, las que le reportaron momentos felices. Es como volver a la infancia, donde todo lo que hacíamos, lo hacíamos con una intensidad tal, que cualquier actividad fuera de la rutina se convertía en aventura.
EliminarSegún nos vamos haciendo mayores, valoramos el abrazo más que el más costoso de los regalos.
Un abrazo, por cierto, solo para ti.
Súper tierno. Me ha encantado. Un abrazo.
ResponderEliminarTe lo agradezco Zarzamora. Seguiré compartiendo historias.
EliminarUn beso.
Puede estar seguro que su padre lo mucho de pequeño tomando en cuenta que aún en medio del alzaimer piensa en hacer algo hermoso para él. Debe visitarlo más.
ResponderEliminarUn padre cuyo mayor tesoro eran su mujer y sus hijos. Y es que la familia que se respeta y ama, tiene más peso que cualquier cuenta bancaria a rebosar y aporta más valores.
EliminarUn beso, Fany. Y por cierto, gracias por quedarte cerca.