El
último día de vacaciones fue el mejor y más intenso. Estuvimos de crucero por
las islas griegas, esquiamos en los Alpes, visitamos la Gran Muralla China. Y a la noche, tomamos un vuelo
directo a la feria que habían instalado en las afueras de mi pueblo. Montamos en
todas las atracciones repetidas veces, nos pusimos ciegas de algodón de azúcar y como colofón, entramos en la caseta de
la adivina.
La
pitonisa me vaticinó un futuro inquietante a causa de mi desbordante
imaginación.
Y solo con escucharme, intuyó a la amiga imaginaria que me acompaña en todos los viajes que realizo
dentro de mi mente. Pero ¡Eso sí! No supo adivinar su nombre.
Y es que demencia, no se muestra a cualquiera la primera vez.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Bueno, si reconoce su demencia, no está tan demente.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato. Ya decía yo, ¿cómo puede coger un vuelo directo a la feria de su pueblo?
Tu imaginación desborda, amigo. Y sin demencia.
Un beso.
A veces querida Rosa la demencia no tiene porque ser tan mala como la pintan. Si te hace vivir con intensidad ciertos momentos puntuales. Si magnifica tus sueños y sensaciones o imaginar mundos paralelos donde todo puede ser posible.
EliminarCierto grado de locura poseemos todos ¿No te parece? Mira por ejemplo la sección de Paloma: "Demencia la madre de la ciencia"
Besos
Bueno si no es capaz de no reconocer la demencia, estará bien escondida al resguardo de adivinas.
ResponderEliminarDesde luego un micro muy bueno, con un buen final.
Un abrazo.
Una simple adivina, como el común de los mortales, de hubiera dado cuenta que algo rarito tenia esa chica en su cabeza como para hacer en una sola tarde toda esa serie de visitas internacionales. Más que nada por lo del aeropuerto en el pueblo.Je,je.
EliminarUn beso, Tere.
Lo mejor de la mente no demenciada es que en una noche uno se hace el mundo mundial. Si además está demenciada, el regreso al pueblo es obligado.
ResponderEliminarEstás hecho todo un artista de los microrrelatos, Javier.
Un abrazo
Hago lo que puedo con lo que me dan Juan Carlos. Si tú opinas que el resultado no es malo no, significa todo un regalo que minimizan las comeduras de coco a las que a veces me someto para escribir algo digno y coherente.
EliminarTe quedo agradecido.
Un abrazo fuerte, amigo.
¡Qué viva la locura si nos provoca efectos como al protagonista del micro! Me encantó. Un abrazo!
ResponderEliminarMejor que la droga dura que deja secuelas no tan agradables. La imaginación y la creatividad son drogas de diseño...personalizado e inicuas para el organismo. Aunque a veces se alucine en colores.
EliminarUn abrazo, David.
Una demencia ciertamente viajera que produce, al contrario de lo que muchos creen, experiencias muy placenteras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo firmo con tener una demencia senil, como la que tiene la protagonista del micro. Eso sí, cuando sea muy, pero que muy mayor. Para poder evadirme de la cruda realidad que rodea a los viejitos.
EliminarUn abrazo, Josep.
Original Francisco, esos saltos en los viajes eran de lo más desconcertantes hasta conocer a la compañera viajera.
ResponderEliminarBesos
Cosas más desconcertantes y psicodélicas nos topamos a diario en nuestra rutina laboral, social, familiar,política, cultural... ¿No te parece? Me figuro que tú por profesión, en mayor medida.
EliminarUn beso, Conxita.
Me parece de lo más real, Francisco, todos hemos hecho alguna vez esa clase de viajes a la mente y desde luego, que comunicación hay jaja. Aquí la prota sabe de su "demencia" con lo cual, ya tiene ganado un plus.
ResponderEliminarPara imaginación la tuya, amigo, siempre sorprendente y original.
Gracias por este ameno rato.
Abrazos:)
Gracias por tu apreciación de lo escrito. Concuerdo contigo en que todos deberíamos conocer ese grado de locura que a todos nos posee de vez en cuando y que nos hace geniales, originales y particulares, como al ingenioso hidalgo Don Quijote, por ejemplo.
EliminarUn abrazo, Mila