Se
acercó a la cama en la que estaba postrado el paciente, sedado con calmantes y
totalmente entubado.
Lo
observó con calma, pensando cómo iba a actuar ante él, lo que le iba a decir; pues
sabía que sería la primera y última vez que lo vería. Difícilmente aguantaba
las lágrimas que amenazaban con desbordar sus ojos cuando recordaba escenas
entrañables, momentos disfrutados en compañía de su hijo.
Cuando recibió la noticia de madrugada se
sobresaltó de tal manera que no acertaba a controlar sus manos temblorosas que le impedían vestirse para salir corriendo a su
encuentro.
Desolado,
arrasado por la tragedia, no lograba articular ninguna palabra, ni tan siquiera
para reconocer ante el forense, que el
que yacía en esa plancha metálica y fría era su primogénito, el único que había tenido,
por el que tanto había apostado, y con el cuál tanta vida compartida había
imaginado.
Se
acercó a la cama de hospital para verle mejor la cara, un rostro abotagado por
la hinchazón de los golpes, unos golpes insuficientes para lo que se merecía.
Se
dirigió a él casi con dulzura, con miedo a que despertara y se asustara de su
presencia. Le habló como padre postrado ante el dolor, por una pérdida de alguien
insustituible. Le recriminó los años que
le había arrebatado a causa de su mal proceder.
Le retiró la mascarilla de oxígeno como si presintiera le fuese a contestar a todos sus porqués, pero el convaleciente no reaccionó. Entonces con un gesto casi paternal, le colocó la almohada
sobre la boca apretando con rabia incontenible.
Ya
no recuperaría a su querido hijo, pero el descerebrado que conducía en
dirección contraria saturado de alcohol y drogas; el que impactó de frente con su coche, tampoco vería otro amanecer.
La venganza no solucionaba nada pero aliviaba algo el peso de tanto dolor
Derechos de autor: Francisco Moroz
Wow, qué fuerte. Padre coraje que se toma la venganza por su cuenta. Es comprensible, pero su comportamiento es insolidario pues sólo revierte en él, en su propia satisfacción, y deja expuesta al resto de la sociedad a comportamientos parecidos.
ResponderEliminarComo sueles hacer y logras con mucho acierto llevas la narración de una mano para hacia el final dar una larga cambiada que sacude lo esperado por el lector. Muy bien, Javier.
Un abrazo
El tema de los justicieros no es nuevo. Todos sabemos que aunque se predique eso de que la ley es para todos igual. sabemos que es mentira. Unos se la saltan con impunidad y sin castigo ni consecuencias. otros la evaden por sus prebendas, situación económica o estatus favorable. Cuando alguien sufre la pérdida, el abuso y la injusticia por parte de los descerebrados y abusadores y la ley no actúa con contundencia y equidad, entra la tentación de ejercer de jueces y verdugos de manera personal.
EliminarUn abrazo, amigo
Ojo por ojo, desde luego, vengando la muerte injusta de su hijo quitándosela a quien fue su verdugo. Un acto inaceptable por la Ley pero comprensible para el corazón de un padre destrozado.
ResponderEliminarEn este relato también has utilizado un recurso consistente en saltos de lugar (la cama del hospital y la morgue) que, una vez llegado al final, me ha obligado a releer el principio para identificar que hay dos personajes. Sabes jugar muy bien al despiste, je,je.
Un abrazo.
Como bien dices, es comprensible lo de la justicia convertida en venganza pero no es razonable. lo malo es que la impunidad de ciertos elementos nos hace hervir de rabia incontenible.
EliminarGhandi fue el que dijo eso de: "Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego".
Un fuerte abrazo Josep.
Fantástico relato que nos muestra un dilema ético irresoluble, ¿quién puede juzgar el acto del padre? La venganza dicen que no es buena, que no te devuelve lo perdido, pero llegado el caso y la oportunidad me parece que todos pensaríamos lo mismo que este padre coraje. Un relato que muestra la complejidad de la realidad siempre será un excelente relato. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias David. Creo honestamente que yo soy de aquellos a los que las injusticias tanto personales como ajenas hacen que me salgan sarpullidos de indignación, al ver como ciertos individuos por más que roben, atenten contra la vida ajena o los bienes del prójimo, se salen con la suya; entrando por una puerta y saliendo por la otra innumerables veces y sin perjuicio de su patrimonio o libertad. Y uno que está educado en ciertos valore se rebela contra eso, cuando al común de los mortales se nos restringe el "derecho" de hacer lo mismo con ellos.
EliminarUn abrazo.
Siempre he dicho que la venganza está infravalorada. Y no estoy de acuerdo con Juan Carlos en que solo revierte en la propia satisfacción del vengador. En realidad libra a la sociedad de un descerebrado que a saber cuántas víctimas más iba a ir dejando por las carreteras.
ResponderEliminarYo no sería capaz de hacer algo así (esa venganza), pero entiendo a quien lo hace y no seré yo la que emita el más mínimo reproche.
Esa pretendida confusión entre el herido y el muerto está muy lograda. Enhorabuena, majo.
Un beso.
A mi me gusta, mas que la venganza, la justicia poética. Eso que llamamos "la ley del Karma" que consiste en recibir proporcionalmente el mismo mal que ejerces sobre los demás. No obstante es instintivo el hacer pagar "In situ" ese mal de manera contundente e instantánea al que te la hace. Esa frase: "El que la hace la paga" es muy ilustrativa. Por otro lado considero que si se educara a los niños no habría que castigar a los hombres. Eso lo dijo Pitágoras.
EliminarUn beso Rosa.
Buen relato a la vez que trágico Francisco. Gracias por mostrarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya que de forma real no se me ocurriría nunca; pues uno tiene su moral y su ética. Lo hago literariamente que me sale a cuenta y me desahogo de paso de tanta maldad no pagada.
EliminarUn abrazo Conchi.
Hola, Francisco. Me he quedado impresionado. Has ocultado inicialmente la identidad del moribundo y me estaba quedando descolocado. ¿Qué no le habrá hecho este hijo para que actúe así? Ha resultado un acto de venganza sí, pero de amor al hijo que no va a poder expresárselo a él. Esa acción aunque legalmente punible, tiene su valor y su pequeña recompensa. Muy buen relato. Un abrazo.
ResponderEliminarSaludos Isan.
EliminarPor amor somos capaces de ofrecer nuestra vida a cambio de la del ser amado. Pero también de quitársela a aquel que nos arrebata de manera gratuita lo amado.
El ocultar lo evidente en mis relatos es mi juego preferido.
Que tengas un buen día compañero.
Un abrazo.
Donde las dan, las toman. Dicen que la venganza no sirve para nada, pero intuyo que tu protagonista sintió que era una manera de desahogarse haciendo lo que hizo.
ResponderEliminarLa vida es injusta en muchas ocasiones, como esta en la que el conductor asesino se libra y en cambio se lleva por delante a un inocente. A veces, algunos deciden enderezar lo que el destino tuerce.
Buen relato.
Un beso.
Por las ganas que no quede. Todos y cada uno de nosotros ha sufrido en sus propias carnes la injusticia ejercida por poderosos, caraduras o violentos, viendo como salen impunes de sus tropelías que al que más o al que menos les salen baratas o gratuitas. Que menos que desearles la misma cantidad de perjuicio que el que ejercen ellos. El "Ojo por ojo" de la ley del Talión es lo más aproximado a la venganza.
EliminarUn beso Paloma.
Un relato estremecedor, pero a veces es así de impactante y de cruenta la realidad y lo que se hace con la ficción es contar aquel mundo, inimaginable y en ocasiones perverso. Buen relato, un abrazo.
ResponderEliminarMe da la sensación de que por mucha imaginación que un escritor ponga en sus historias, no llega a inventar nada; pues todo ha ocurrido ya de antemano en situaciones reales. Incluso de manera más elaborada.
EliminarUn abrazo Pablo.
He tenido que leerlo dos veces para entenderlo. Juagas al despiste y al final lo entendí. Un abrazo.
ResponderEliminarSí Mamen, a veces me enredo más de la cuenta y os hago tener que leer dos veces para que entendáis el meollo de la historia. Lectura comprensiva que dicen.
EliminarTe agradezco el interés.
Mi abrazo.
Estas cosas pasan, muchos accidentes han ocurrido por gente que no esta en sus cinco sentidos debido a sustancias toxicas.
ResponderEliminarBasicamente a diario escucha uno noticias similares.
El padre incluso se arriesga a su vez a ser enjuiciado.
Casos como este ya te digo que ocurren con frecuencia. Demasiados para mi gusto, cuando después no hay castigos suficientes para los verdugos "involuntarios"
EliminarEn este caso concreto en el que alguien mata a otro por conducción temeraria yo impondría trabajo social forzado, gratuito y de por vida en un centro de parapléjicos; para que se sufriera en carne propia la gravedad del asunto de nuestras imprudencia al volante.
Un abrazo.
La ira nos ciega y si vemos la oportunidad, vemos en nuestras manos el instrumento necesario para enderezar el desequilibrio originado por el desalmado o el imprudente descerebrado.
ResponderEliminarSe gana poco y se puede perder mucho; ahí te doy la razón. Pero es instinto animal.
Un abrazo también para ti.