jueves, 13 de octubre de 2016

Encuentros




Conducía con los ojos anegados en lágrimas de dolor, le habían avisado unas horas antes del accidente grave sufrido por ella y de su consiguiente traslado a urgencias.
Él conducía lo más rápidamente que podía, se podría decir que incluso con temeridad, no admitía el no estar a su lado en esos momentos de necesidad, ella seguro que le estaba llamando, diciendo su nombre perentoriamente. Debía llegar como fuera, no podía imaginar perderla y no estar presente.

Mientras su coche rodaba enloquecido por el asfalto de la ciudad, su mente le traía los recuerdos compartidos donde siempre eran protagonistas los dos…

... Cuando se conocieron por Internet, el primer encuentro con los nervios a flor de piel temiendo decepcionar al otro. El primer beso, los primeros planes de futuro. Todo el amor que se habían dedicado entregándose a la certeza de que lo suyo sería eterno. Eran jóvenes y tenían toda la vida por delante para amarse y enamorarse cada día el uno del otro, compartiéndolo todo.

Su palabra favorita era: encuentro, pues ellos sabían encontrarse en cada situación. Con las miradas, con las manos. Poseían la intuición de saber que era lo que el otro necesitaba a cada momento.

Encuentros en la intimidad con sus cuerpos, en público con sus sonrisas y palabras; su relación era un puro encontrarse a cada instante…Y ahora la maldita lluvia era la responsable de que ella estuviera en el hospital, postrada, sola, sin él, después de que su automóvil se saliera de una carretera comarcal y cayera a un barbecho pronunciado. Cuando la encontraron estaba inconsciente y su cabeza sangraba profusamente.

¡No! No quería recordar más los detalles que le contaron por teléfono desde el hospital.

Aceleraba cada vez más, necesitaba verla y cogerla de la mano para que notara su presencia, no iba a ser esta la única vez en que no se pudieran encontrar.
Un semáforo se encendió rojo, como la sangre, pero sus ojos solo veían su imagen, la de su amada que le esperaba.

Consiguió llegar al centro hospitalario, pero justo en el momento en que ella expiraba y abandonaba su cuerpo. Él gritó, pero no pareció oírle nadie, estaban todos muy concentrados en tapar el rostro de su chica y mover sus cabezas de izquierda a derecha como para confirmar que no había más que hacer.

Él les empujó para quitarles de en medio pero ella, le vio, le cogió de la mano y le miró a los ojos dándole a entender que le amaba, que no le había fallado, que estaba allí, acudiendo a su llamada desesperada.

La miró él a su vez, con tanta dulzura, que se sintió liviano como el aire, el mismo que les alzaba a ambos impulsándolos hacia arriba en un abrazo.
Como volutas de humo se fundieron en una misma alma para continuar viviendo su amor en lo ilimitado de la eternidad.

En un cruce de la ciudad un coche se saltó un semáforo y aparecía destrozado junto a una farola medio derribada. Algunas personas pedían ayuda, otros llamaban con sus teléfonos a los servicios de urgencias y los más, contemplaban en la distancia el cuerpo roto del único ocupante que aún a pesar de haber muerto violentamente, lucía en su boca una preciosa sonrisa de felicidad.

El encuentro se había consumado por última vez.



Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 12 de octubre de 2016

Doce de octubre



Nunca me gustaron las controversias y si la comprensión que proporciona el estudio de lo acontecido. Me apabulla la opinión de aquellos que subiéndose en el caballo de batalla de la razón absoluta y personal, omiten los libros de historia y el saber de los entendidos en la materia. Embisten lanza en ristre contra todo aquel que haga oposición a sus propios criterios tantas veces sin base ni fundamento. Construidos con lo leído en prensa sensacionalista y oído en informaciones proporcionadas por orates “revuelve masas enfervorizadas” con consignas que en este siglo no tienen el mismo significado, ni el sentido que pudieran tener en el XV o el XVII.
Fijaos que introducción para escribir sobre el origen de la fiesta celebrada el 12 de octubre. Y es que con esto del día de la hispanidad hay mucho debate y “Rifi, rafe” entre los de un lado del océano y los del otro. A lo mejor conociendo la historia se disolverían un tanto algunas animadversiones y malentendidos.
En 1492 llega Cristóbal Colón a la isla Guanahaní situada en el archipiélago de las Bahamas, pensando que se encontraba donde no estaba, en la India. Sin saberlo pues, habían descubierto nuevas tierras y establecido contacto entre dos continentes muy diferenciados entre sí en muchos sentidos.
A partir de aquí, la conquista por medio de la espada, la religión, la colonización y la lucha contra los oriundos de aquellas tierras. Razones que esgrimen muchos de los que habitan actualmente ese continente y que en suma, nosotros no podemos negar ni olvidar.
Pero que alguien nombre un reino, civilización, imperio o estado del signo que sea, que no haya basado su dominio o expansión sin estas premisas. Lo que sí parecen olvidar todos aquellos que comparan una colonización con un genocidio, es la forma tan diferente de conquista que llevaron y llevan a cabo Ingleses, holandeses, Portugueses, Italianos, Alemanes, Americanos, Belgas a lo largo de la historia… Curioso como estos países echaron en su momento toda la carga sobre las espaldas de los españoles, disfrazando y excusando sus propias tropelías en ningún caso justificadas.
También y para ser equitativos no solo habría que valorar lo que se arrebató, esquilmó o explotó en esas tierras; deberíamos analizar y valorar en su justa medida las aportaciones que España introdujo en América que no son pocas, como la trasmisión de su cultura y la mezcla étnica; algo que por ejemplo los ingleses no supieron ni quisieron hacer.
Pero lo que nos interesa es: ¿Por qué este día es el elegido como el día de la hispanidad? 
Esta idea la puso en marcha el escritor Ramiro de Maeztu. Y la primera vez que se celebró fue en 1935, aunque hasta 1958 no se regularizó como tal.
Actualmente la celebración está contemplada por una ley promulgada en 1987 en la que se omite el término “Día de la Hispanidad” y se incluye el de “Fiesta Nacional” simbolizando la construcción del estado a partir de una realidad cultural, política y lingüística con proyección a otros países fuera de los límites europeos.
Se celebra igualmente la festividad de Nuestra señora del Pilar , recordando con ello esa aparición mariana a Santiago apóstol que tuvo lugar a orillas del Ebro, que impulsó la evangelización, cristianización y unificación así mismo, de todos los pueblos hispanos. Naturalmente en este punto prima más la leyenda que la realidad y en muchos casos se echa mano de la fe más que de la razón.
En la antigua Cesaraugusta romana, Saraqusta musulmana y Zaragoza actual, se edificó el primer templo mariano, allí donde en la actualidad la basílica contempla las aguas que riegan la ciudad. La virgen del Pilar no asume solamente el patronazgo de España, también el de Aragón y el de la guardia civil.
Fue el Papa Pío VII el que fijó el 12 de octubre como fiesta dedicada a la virgen del Pilar sustituyendo la constituida el día 15 dedicada a la asunción de María.Es una fiesta que fue declarada de interés turístico en 1965 por su valor cultural que conserva tradiciones populares.
Muchos pueblos visitaron las costas de Hispania: celtas, fenicios, cartagineses, romanos, godos, árabes. Todos ellos conquistaron, explotaron recursos, sometieron, e incluso esclavizaron. Pero todos, también, sin excepción dejaron la impronta y la interrelación cultural necesaria, para que los españoles llegáramos a ser lo que somos como nación con personalidad propia. Después nos tocó a nosotros arribar a otro continente donde a pesar de todas las acciones incorrectas se crearon vínculos que no hemos de olvidar. Queramos o no, hay pueblos que están hermanados desde entonces a pesar de los vociferantes oráculos que siempre intervienen para crear animadversión y equívocos, quedándose siempre con la parte negativa del pasado y no mirando hacia adelante con la vista puesta en el futuro.
Que este día sirva para recordar lo que todos tenemos en común. Lo que nos une a personas de diferentes continentes, culturas, etnias, creencias, ideologías y colores diferentes. En la variedad está el gusto y la auténtica riqueza de los pueblos.
Eso es lo que realmente nos hace grandes como nación global.

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