Cuando
éramos jóvenes no teníamos paciencia ni límites a la hora de afrontar los retos
cotidianos. Nos precipitábamos en la toma de decisiones sin dudar si la
elección era arriesgada.
Estas son las palabras que transmito
desolada a la paciente cajera del híper-mercado, mientras con manos
temblorosas cuento las monedas despacito, una a una, y le pregunto sobre la
conveniencia de haber seleccionado la leche sin lactosa y los yogures con
bífidus activos, y de paso, explicándola con detalle parte de los achaques que
sufro en silencio.
Derechos de autor: Francisco Moroz