Un relato corto a dos manos entre -Julia Cambil- y un servidor.
Os invito a pasaros antes por el blog de la compañera de letras para leer la primera parte en: Palabras y latidos
El relato aún siendo pura ficción, esta basado en hechos reales.
Os agradecemos a todos de antemano, vuestra lectura.
Quiero ser sincero
conmigo mismo, no engañarme con falsas expectativas. Nunca he sido una persona con doble cara. Soy como soy, y no creo que a estas alturas
pueda transformarme en un personaje inventado, ficticio, disfrazado de apariencias.
El caso es, que lo que
ocurrió con aquella usuaria me dejó descolocado del todo.
Fue en un chat
cuya temática era la fotografía de todo lo que tuviera relación con la
naturaleza.
Allí nos encontramos casualmente al iniciar una sesión, empezando una comunicación bastante cordial intercambiando mensajes.
En un principio no me
extrañó en absoluto el buen rollo que surgió entre nosotros, era muy sugerente, pero nada diferente a otras
conversaciones que tenía con otros
usuarios del mismo foro temático.
Era una especie de red social en la que
siempre te encontrabas con alguien conectado, y entre todos, ella, que parecía tener un sueño muy ligero. Era conectarme y recibir su
mensaje para comenzar una conversación.
Al final parecía que
cierta complicidad nacía entre nosotros, y fue esta mujer precisamente la primera en
sugerir que nos pasáramos al privado; parecía tener muchas cosas que contarme de ella misma.
Ese fue el gran error.
Lo que pareció en principio una buena idea, se convirtió en una pesadilla.
Parecía una mujer con mucha
vitalidad. Abierta, asertiva y activa. Nos lo pasábamos bien durante nuestras
conversaciones salpicadas de bromas e indirectas. Sobre todo me gustaba su
presentida forma de ser, su imaginado físico. Me hacía imaginarla joven, atractiva e inteligente.
Hubiéramos
podido convertirnos en buenos amigos con muchas cosas en común con las que
conectar y pasar buenos ratos comunicándonos.
Soy un hombre casado y limitado, y eso creo que se lo dejé claro, no para marcar distancias
¡No! Simplemente porque era así y yo
amaba a mi pareja. Soy hombre ¡Sí! Pero eso no quiere decir que todos estemos
cortados por el mismo burdo patrón de aprovechados, de esos que buscan la aventura a
costa de lo, y de quien sea.
Mi filosofía es, que si eres auténtico desde el principio, no puede haber malentendidos, ni tienes porqué inventarte cada vez más mentiras.
Estoy seguro que si
hubiera estado soltero, las relación hubiera transitado otros derroteros.
¿Cómo nos podemos fiar de quien anda detrás de un
perfil con solo un nombre que incluso tampoco es el auténtico?
El caso es que este
asunto adquirió tintes de tragicomedia en cuanto me empezó a contar cosas que no tenían
relación con los temas tratados en el foro.
Me describía sus sentimientos con detalle , me relataba de lo
infeliz que se sentía cuando no conversábamos, de cómo le gustaría conocerme a
pesar de saber de mi relación con otra mujer; me llegó a sugerir que conforme
me imaginaba, la mujer con la que estaba emparejado no me mereciese, que teníamos que darnos una
oportunidad para conocernos en profundidad y compartir sentimientos más
íntimos.
Me sentía halagado como
cualquier persona a la que le regalan con palabras que le hacen sentirse importante, útil, necesaria… Pero me asusté del cariz que tomó el asunto y fui cauteloso. ¿Por ser cobarde y no querer enfrentarme a algo que me superaba? ¿Por temor
a conocer a esa desconocida y que me impactara de tal forma que me hiciera
recapacitar sobre mi actual relación con mi actual pareja?
O lo más probable: ¿Sentía defraudarla de tal manera que no quisiese ser la amiga que pretendía que fuese?
Ella insistía en que nos
conociéramos, tener una cita, y yo le daba largas poniendo como excusa mis continuos viajes por
trabajo y mis muchos compromisos. ¡Ojalá hubiera sido así! La realidad es que
estaba en paro después del accidente, y por ello, y para no volverme loco, me
apuntaba a los chat para al menos, compartir mis aficiones y olvidarme de mis
problemas económicos y emocionales.
Llegó un momento en que
me acosaba de tal manera que aunque estuviera en línea en las salas del chat,
ya no la contestaba. Debíamos recapacitar, darnos un tiempo, pero ella no estaba dispuesta a que yo la ignorara.
Cuál fue mi sorpresa
cuando empecé a recibir en mi correo particular mensajes de esta mujer. Pensé
por un momento que era de ese tipo de personas a las que cuando no les sigues
el juego y les das la razón se sienten incomprendidas, y se deprimen de tal manera que ven enemigos a su alrededor de continuo haciendo responsable de su frustración a la persona que se ofrece a escucharlas y se vuelven agresivas verbalmente, exigiendo y faltando al respeto.
No me pareció bien
mandarla a paseo, siempre me he considerado moderado con mis semejantes y por ello, tampoco le
pregunté el cómo había conseguido la dirección de mi correo electrónico.
Le dije
simplemente que no le podía contestar con asiduidad pues no consultaba mi cuenta habitualmente.
A los pocos días y para
mi vergüenza robaron mi perfil en
el chat, que era utilizado para insultar a otros usuarios, era grosero y grotesco en
todos los sentidos. Me anularon mi propia cuenta y perdí la oportunidad de
relacionarme con el resto de amigos que había hecho por la red.
Sabía que ella estaba detrás de todo aquello y me llegué a desesperar ante la impotencia de no encontrar solución al problema.
Sospecho que esta
pesadilla no ha llegado a su fin y que esta loca seguirá acosándome hasta
conseguir que le confiese un amor que no siento por ella.
Es curioso comprobar
cómo un desconocido puede acobardar a una persona. No me atrevo a contar nada de esto
a nadie, no creo que comprendiesen el grado de desesperación al que se llega.
Ya he pensado en
abandonarlo todo, replantearme mi vida, olvidar el mundo virtual y salir al
encuentro de la cruda realidad.
Soy consciente de que me
va a ser muy difícil conseguirlo desde una silla de ruedas.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Código de registro: 1604307356632