El final de Sancho Panza y otras suertes.
De: Andrés Trapiello
"Esta novela cuenta la búsqueda de fortuna por parte de un grupo de amigos nada comunes. Poco bueno esperan ya de su patria, así que se ilusionan con un viaje que les cambie la vida."
De: Andrés Trapiello
Una obra como la del
Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha nunca termina en sí misma, nos pide
continuación, y así lo hizo su creador Cevantes con la segunda parte. Pero
Andrés Trapiello se ha atrevido con más, y después de escribir en el 2004 su: -Al morir Don quijote- escribe esta segunda parte con la que consigue de
forma peculiar y lenguaje preclaro y al uso; seguir la línea argumental de
aquella historia que dejó a unos personajes envueltos de desolación tras la
muerte del loco caballero que trastocó y transformó sus vidas.
" Don Quijote, loco, valió más que muchos cuerdos, y cuerdo, como el que más de los discretos."
De eso trata Trapiello en este nuevo libro: como
Sancho Panza, el ama Quiteria, la sobrina Antonia y el Bachiller Sansón
Carrasco, medran y salen adelante con sus propias vidas, siempre siguiendo la
estela del insigne hidalgo que dejó tan profunda huella en sus almas.
Veremos a un Sancho melancólico que no encuentra
razón de ser sin su señor, ni misión mejor que seguir sirviendo, pero con la
perentoria necesidad de huir de lo conocido, de su pueblo y sus gentes, e
intentar labrarse un futuro propio en las indias.
Antonia brega entre el acoso de un mozo truhán que
quiere aprovecharse de las circunstancias, dado que la sobrina se haya en un
estado de confusión e indefensión tras la muerte de su tío. Presionada también
por el señor de Malo que dice ser acreedor de los vienes del Hidalgo fallecido
y pretende en matrimonio a la joven para hacerse con su virtud y su hacienda.
Y el Bachiller Sansón, que forma parte de la
historia arrastrando esa pena de creerse responsable de la muerte por tristeza
de D. Quijote al haber sido el presunto caballero que le derrotó en franca lid
y le obligó a permanecer en su casa sin salir a los caminos ni portar armas de
caballería.
Y Quiteria el ama que andaba enamorada de su señor,
y que ante su pérdida se encuentra desorientada, viviendo tan solo por su
recuerdo.
Estos personajes variopintos que comparten un vínculo común, que es el
haber conocido y compartido en parte vivencias y aventuras con el de
la triste figura; se irán del pueblo, huirán de madrugada como fugitivos en
busca de la puerta al nuevo mundo: Sevilla.
"Sin saber quién soy, no podré saber nunca quién quiero ser."
Pero a lo largo del camino conocerán a otros figurantes de la genial
historia, de una historia que ya para entonces está escrita en sus dos partes
conocidas. Así gentes como Cardenio y Luscinda, Pérez de Viedna y Dorotea
hacen que como enredadera, se sigan extendiendo sus ramas y enraizando en
vidas, almas y pensamientos y de esta manera llegar a los que leemos
imbuyéndonos como si fuéramos parte de la misma.
Trapiello se toma libertades, pero las mismas las toma con respeto a la
obra de Cervantes. Él se descubre como autor cervantino y por ello sigue
pautas que parecen prefijadas por el alcalaíno manco castellano; y
utiliza permisos discretos y acordes con la historia contada que no deja de ser
novela de ficción, pero novela en la que todos y todo, coexiste con la más
estricta realidad de la época descrita en la misma.
El lenguaje es de lo más fluido, cortés y culto cuando ha de serlo;
como cuando ha de ser utilizado de forma campechana, directa, incisiva y vulgar
¡lo es!
El humor salpica la narrativa y los diálogos de los personajes, así
como los adorna con reflexiones muy dignas y sentidas, donde se nos irá
ampliando el conocimiento sobre cosas que olvidadas en el tiempo, parecen
regresar de forma verbal a reivindicar su justo lugar.
" leer es lo más parecido a probar el fruto del árbol de la ciencia."
Se toma las justas licencias para novelar lo no escrito y bautizar a
personajes que no tenían nombre reconocido, intuir lugares por donde pasó
Quijote en sus correrías y crear pequeñas tramas donde dejarnos perplejos con
la inventiva de su ingenio prosaico.
Como ejemplo os digo el recuerdo que me trajo, de ciertas novelas
ejemplares escritas por Cervantes en lo que dura la estancia de los
protagonistas en Sevilla.
La riqueza de este texto creado por Andrés Trapiello al igual que su
anterior; se basa en las descripción de sus personajes en cuanto a lo que
respecta a sus inquietudes, ilusiones, ambiciones, esperanzas y proyectos.
Los diálogos son tan fértiles como las tierras a las que dirigen sus pasos y la
ambientación por donde trascurren los hechos narrados, lo suficientemente bien
descritos para hacerse conocidos a nuestros ojos.
Un servidor ha vuelto a gozar con la prosa utilizada por este
escritor, que ha sabido utilizar de nuevo y de forma correcta y cumplida la lengua
de Cervantes; siendo prolífico en palabras cuyo significado olvidado nos
retrotrae hacía un siglo donde hasta el habla de los patanes sin instrucción
era casi más decorosa, respetuosa y cortés que en la actualidad.
Fecunda es la lengua castellana y en este libro que os recomiendo
que leáis, encontrareis fiel prueba de ello. "Botargas", "Companajes", "Desborcillar", "Desmazalar", "Mancera", "Zoquete", "Trillo", " Perendengue", "Caireles", "Coturnos", "Chirinolas", "Tajuelo", "Espeluncar", "Polacras". Son pequeños ejemplos de ello.
" Lo que se sabe sentir, se sabe decir, aunque no se tengan letras."
Del argumento basta con lo contado, no quiero descubrir nada, pues en
todo podréis hallar sorpresa y deleite.
Gracias a Trapiello se puede decir sin temor a equivocarse que Don Miguel
ha conseguido por fin lo que no pudo conseguir en vida: Pasar a las indias;
pues en su momento le fue denegado por el presidente del consejo. Gracias a su
obra y la de este autor cervantino hasta la médula. Cervantes ha conquistado las
Américas y a fe, que con mucha honra.
Y si os hicierais alguno la pregunta de por qué del atrevimiento de
Andrés Trapiello de continuar con esta magna obra. Será el mismo autor el que
os conteste:
"Cervantes mató a don
Quijote para que nadie más lo volviera a sacar en procesión, pero cometió el
descuido de dejar vivo a Sancho y al resto"
Y el propio Don Miguel dejó
escrito a su vez:”Que
no hay ninguna historia en el mundo que se haya acabado nunca de contar, y
que al mejor tejedor le queda un hilo suelto".
Y ese hilo lo supo tejer Trapiello.
" Sancho había sido uno de los pocos sabios que en el mundo han sido, de aquellos que saben que la dicha nunca estuvo en ver cumplirse las ilusiones, sino en tenerlas y no dejarlas irse."