jueves, 29 de septiembre de 2016

El juego de las sillas






Los hay que están a favor y los hay que están en contra, pero el problema es el que es, y opiniones variadas hay muchas y enfrentadas.

Me refiero a esa moda que parece que se está haciendo virulenta en este país de pandereta y Jauja. Que consiste en ampararse en la constitución y su artículo nº47 en el que quiero recordar que se proclama el derecho de todo ciudadano a tener una vivienda digna, para asaltar pisos y locales cerrados o deshabitados por sus legítimos inquilinos. Incluso los ausentados por vacaciones.

El movimiento se denomina “okupa” y los individuos, familias, o agrupaciones supuestamente culturales; toman posesión de las casas y sientan sus reales después de reventar puertas o cambiar cerraduras.

Todos estos colectivos o individuos ponen cara de estupor cuando los propietarios legítimos quieren recuperar lo que les pertenece por ley y derecho, y muchos, de seguro sueltan esa frase tan conocida, y tan usada por los usurpadores infantiles de sillones paternos:

“Quién se fue a Sevilla perdió su silla”

Con esta frase se intenta disuadir al que reclama el puesto usurpado, que lo fue a causa de su ausencia y que por esa peregrina razón, pierde los privilegios adquiridos de posesión. Remarcándolo incluso con un: ¡No haberte ido!

Debo aclarar que según el instituto Cervantes la frase correcta sería:

“Quién se fue de Sevilla perdió su silla”

Como viene siendo habitual en estos casos la frase se originó a causa de unos hechos históricos, y es que si Rubén Blade cantaba aquello de: La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
Yo digo que la historia te las da aún más gordas.

Ocurrió en el siglo XV cuando un Trastámara llamado Enrique IV gobernaba Castilla.
Y el suceso fue el originado por dos obispos que para mayor I.N.R.I eran tío y sobrino, en un pleito que creó polémica sonada.

Los dos se llamaban Alonso y se apellidaban Fonseca y para diferenciarlos a parte de por las arrugas de la edad se les conocía como el viejo y el mozo.

Corría el año del Señor de 1460 cuando fue nombrado arzobispo de la sede de Santiago de Compostela el joven Alonso. Pero dadas las revueltas continuadas que se daban en el reino gallego y la inestabilidad política del entorno, el sobrino pidió ayuda a su tío que era el titular de la sede sevillana, para que le allanara de obstáculos el camino.

Mientras El viejo Fonseca acudía a Galicia, el mozo se quedaba en Sevilla cuidando el sillón de su tío y ejerciendo las funciones de este en su ausencia.

Ni que decir tiene que se acostumbró de tal manera al clima y a la buena vida que le proporcionaba el cargo; que cuando el tío acudió, después de solventar los asuntos del sobrino en Santiago de Compostela, el mozo no quería abandonar la sede episcopal de Sevilla.

Y es que no es comparable el ambiente de la capital Hispalense: sus finos, sus romerías, y su solecito. Al gris y lluvioso clima y la mohína tristeza de las gentes de la Finis Terra que por otro lado no sabes si van o si vienen.

El rey y hasta el mismísimo Papa tuvieron que tomar cartas en el asunto para que el joven Alonso despegara su culo del asiento y se fuera a donde realmente le correspondía: “A tomar por ese mismo C…” a tierras gallegas.

Antes hubo de ahorcarse a algunos partidarios del mozo que en su obstinación por defender la causa, perdieron la vida tontamente sin ganar nada a cambio. Lo malo en defender causas perdidas. 

El pueblo que lo copia todo aunque parece que no se entera de nada, y que está pendiente de las gazmoñadas de los poderosos; hizo jocosa la frase con respecto al suceso, y la trasmitió de generación a generación hasta nuestros días.

Ahora enlazo con lo primero que comenté en el escrito con respecto a los que usurpan viviendas ajenas. Un problema que parece no tener solución, pues ni los organismos oficiales se ponen de acuerdo, ni la policía parece tener libertad de actuación para proceder a los desalojos, pues los jueces no encuentran leyes suficientes para que prevalezca la justicia y el derecho. lo dicen los abuelos: 
¡Tanto estudiar, tanto estudiar, para ponerse una toga y no poder actuar!

Yo, he hallado la solución al respecto, de la mano del mismo refranero popular tan cuajado de sabías propuestas. Y es que esta manida frase originó otras como:

“Quién se fue de Sevilla perdió su silla y quién se fue a Morón perdió su sillón” o “Quién se fue a Sevilla perdió su silla y quién se fue a Jerez la perdió otra vez”

Pero hay una en la que encontramos la solución al problema referido que reza:

“Quién se fue de Sevilla perdió su silla; quien se fue y volvió a garrotazos se la quitó”.


Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.



Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 27 de septiembre de 2016

Dulces artesanales


Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete envuelto con papel de estraza. La miraba con ternura después de darle un pellizquito en la mejilla. 
La despedía con un abrazo junto a la puerta de casa siempre que marchaba a la escuela.

Con el  paso del tiempo se convirtió en pastelera y hoy, mientras sus manos amasan, piensa en su madre. En sus sabrosos bollos azucarados que le horneaba para el recreo.

Su sueño como artesana, era confeccionar lo más dulce y sabroso que ella probó de niña…  Pero no lo lograba. Y es que no consigue mezclar los besos, con el amor  y la harina.



Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 23 de septiembre de 2016

Insultos y reniegos- 3 - Homo Stupidus




Una simple palabra puede llegar a convertirse en compendio de otras muchas, proporcionándonos una economía lingüística sin parangón.
El lenguaje es rico en términos para calificar, designar y nombrar a alguien o algo, dando de esta manera un abanico casi infinito de variedades tonales en cuanto a sonidos contundentes a la hora de ofender, o una meliflua manera de designar de forma insultante sin parecer hacerlo.

Es el caso de la palabra “Estúpido” que como no podía ser de otro modo pertenece a la etimología latina.
Proviene del término: “Stupidus” cuyo significado en sí no es agraviante ni ofensivo, pues no significa otra cosa más que: aturdido a causa de un golpe, quedando el individuo semi-inconsciente y desorientado a causa de ello.

Añadiendo el sufijo “Ez” obtenemos el vocablo para definir la cualidad. Con lo cual daríamos pie a que el protagonista de la película Forrest Gump dijese su famosa frase: “Estúpido es el que hace estupideces” pero con la palabra "Tonto" que es lo mismo.

Estúpido se convirtió en insulto una vez que se comprobó que no solo los que recibían un golpe en la cabeza realizaban y decían cosas sin sentido y desacertadas y del todo faltas de inteligencia; por lo cual se empezó a designar como estúpidos a todos aquellos que reunían condiciones suficientes para serlo por méritos propios como a los: Tontos, Lerdos, ilógicos, inconscientes, idiotas, simples, majaderos, bobos, atolondrados, ignorantes, zopencos, pasmados, empanados, alelados, cretinos imbéciles e idiotas...

¿Comprendéis ahora lo de la economía en palabras?

Todos aquellos nominados lo son por su cerrazón y cabezonería, su incapacidad para comprender, y su nulidad para dialogar y razonar con coherencia y lógica con otros seres humanos sin afán de hacer prevalecer sus opiniones y certezas por sus santos C_____s. Sin esgrimir a cambio argumentos suficientes, y sin saber hacerlo sin gritos ni violencia. Aquellos a los que llamamos cariñosamente: "Descerebrados".

Por lo general son seres que se comportan de forma primaria, siendo peligrosos en grado sumo, pues ya lo dijo Pérez Reverte: “Causan más daño los estúpidos que los malvados” y es que los primeros no son capaces de abrir sus entendederas cuando algo se les explica por activa y por pasiva y aún así, tienen empeño en salirse con la suya a topetazos, imponiendo su voluntad de forma visceral e irracional; A pesar de caer quien caiga. Con tal de imponer criterios con pies de barro, son capaces de hacer daño al prójimo e incluso a ellos mismos, sin conseguir por otro lado, beneficio alguno.

Un tal: Carlo María Cipolla (Vaya con el apellido) señaló en un tratado realizado por él mismo, la certeza de que existían cuatro clases de personas en el mundo, a saber: El común de los mortales, Los inteligentes, los desgraciados, y los malvados… ¡Menuda conclusión!

Deberíamos aclarar que una torpeza puntual no puede considerarse una estupidez, un fallo lo tiene cualquiera y nadie está libre de errar por descuido e incluso por negligencia o despiste ocasional. Pero cuando ese error es continuo y repetitivo y el individuo que lo comete no aprende del mismo; entonces es, cuando el estúpido y su estupidez se hacen evidentes.

“No hay burro que tropiece en la misma piedra dos veces salvo el ser humano"
Apunto con respecto a esa piedra y los tropiezos que ocasiona a los estúpidos, que las terceras elecciones al gobierno de este país están en puertas.

La estupidez es tan extensa que se han escrito libros sobre ella. Fernando Savater tiene escrito ni más ni menos que todo un ensayo. A su vez muchos eruditos, pensadores, autores, músicos, filósofos…dejaron para la posteridad algunas frases lapidarias. 
Os dejo algunas de esas perlas como colofón final.

“Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia” (Mark Twain)

“Haría falta un doble sol para alumbrar el fondo de la estupidez humana” (Jean Paul Sartre)

“Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano” ( Wolfgang Von Goethe)

“Solo conozco dos cosas infinitas: El universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera (Albert Einstein)

“Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que solo le hace falta abrir la boca para demostrarlo” (Séneca)

La última la encontré rulando por internet y nos pone a todos en evidencia:

" Si el tiempo pone a cada uno en su sitio, en el sitio de los estúpidos tiene que que haber un ambiente increíble"


Tendría que aclarar que la estupidez puede ser subjetiva, pues lo que para unos es un despropósito, para otros es un acierto. (Triste consuelo)


Derechos de autor: Francisco Moroz

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