Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete envuelto con papel de estraza. La miraba con ternura después de darle un pellizquito en la mejilla.
La despedía con un abrazo junto a la puerta de casa siempre que marchaba a la escuela.
Con el paso del tiempo se convirtió en pastelera y hoy, mientras sus manos amasan, piensa en su madre. En sus sabrosos bollos azucarados que le horneaba para el recreo.
Su sueño como artesana, era confeccionar lo más dulce y sabroso que ella probó de niña… Pero no lo lograba. Y es que no consigue mezclar los besos, con el amor y la harina.
La despedía con un abrazo junto a la puerta de casa siempre que marchaba a la escuela.
Con el paso del tiempo se convirtió en pastelera y hoy, mientras sus manos amasan, piensa en su madre. En sus sabrosos bollos azucarados que le horneaba para el recreo.
Su sueño como artesana, era confeccionar lo más dulce y sabroso que ella probó de niña… Pero no lo lograba. Y es que no consigue mezclar los besos, con el amor y la harina.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Un relato muy dulce con un gran final. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegro que con su lectura te hayas endulzado las letras.
EliminarBesos
Ay, qué tierno y qué bonito y qué bueno, Francisco. Me ha encantado. Lo más dulce es siempre el amor, de una madre a poder ser, pero el amor. Cualquiera no es capaz de cocinarlo con arte. Aunque tú casi lo logras.
ResponderEliminarUn beso.
El amor desinteresado sobre esta tierra lo inventaron las madres.
EliminarCuando a mi me preguntan sobre lo más dulce, siempre pienso en mi madre.
Besos Rosa
¡Hermoso! La nostalgia me embargó. Es que ese sabor añorado es el amor de la madre.
ResponderEliminarUn placer leer Francisco.
Cuando nos alejamos de la casa de nuestros padres nos reviene la añoranza de lo dejado atrás, esos detalles que creímos insignificantes, pasan a ser lo más necesario para nuestras vidas.
EliminarBesos Viviana y gracias por leerme.
Bueno, bueno, Francisco, qué bonito. Cada día haces relatos más emotivos. La sinceridad que se percibe en tus escritos es lo que más me gusta de ellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Amables letras las tuyas querido Juan Carlos. Lo repito siempre: Lo escrito es sentido antes de hacerlo.Todo lo demás sería pura ficción sin alma.
EliminarEspero seguir a la altura exigible compañero.
Un gran abrazo.
Y es que no hay nada tan dulce, ni por asomo, a los recuerdos de la niñez; por mucha azúcar que gaste. Delicioso postre de letras, tierno al paladar. Bravo!!!
ResponderEliminarUn gusto verte por aquí.
EliminarUn comentario muy metafórico que te agradezco de corazón.
Espero verte más a menudo.
Un abrazo Miguel Ángel
Hermoso de verdad y muy rico!! bello poema!
ResponderEliminarPuede llegar a ser un poema el sabor de la repostería materna.
EliminarNada iguala el amor de la madre.
Un abrazo Juan Carlos, encantado de verte por aquí.
Me encanta este relato, me encanta cuando se mezcla el erotismo con lo culinario, y ciertamente le has agregado el dulce sabor de los recuerdos de esos tiempos idos que todo adulto añora. No hay nada para mí como aquellos sabores que se grabaron en mis papilas gustativas en la infancia: es el sabor de la felicidad. Me encantaría prenderme a esta iniciativa, pero me voy a pasar unos días a las Cataratas: te sigo leyendo a la vuelta, compañero ;)!
ResponderEliminarUn beso grande!
Fer
Pues te animo a perderte en cuanto puedas, es muy jugoso el resultado cuando se ponen los ingredientes adecuados; tú tienes muchos de ellos.
EliminarQue disfrutes de el viaje que vas a emprender y ven con ea dosis de inspiración que te caracteriza.
Un beso mi amiga porteña.
Qué visual me ha resultado, Francisco, tanto la niña como la madre que empleaba como ingrediente principal un amor incondicional que difícilmente otras personas pueden dar. Voy a repetir una vez más eso de "madre no hay más que una".
ResponderEliminarPrecioso y azucarado post para una golosa como soy (qué pinta tiene el dulce de la foto...).
Besosssss
¿Has notado los sabores y las texturas? tienes una percepción sensorial envidiable que te hace especial.
EliminarMe alegro que hayas venido a compartir el postre de mis letras, poquita cosa, pero siempre se puede compartir como buenos amigos.
Madre solo hay una y a cada uno le ha correspondido la mejor.
Besos preciosa.
Suscribo los comentarios de los compañeros, Francisco.
ResponderEliminarEs un delicioso micro que sabe a ternura, dulzura y añoranza.
Un bocado de literatura muy especial.
¡Abrazo, hermano de letras!
¡Hey! Edgar, compañero. Un comentario más de tu parte, aunque el resto ya lo haya hecho, siempre es bienvenido en esta casa.
EliminarYa sabes lo que toca: Ser reposteros de letras.
Un abrazo para ti, de esos reservados a hermanos e letras como bien dices.
¡Ayyyyy esas madres qué tesoros son! Recuerdo la mía cuando también me preparaba la bolsa del almuerzo para el recreo, con los bocadillos de tortilla francesa recién hecha en la sartén ¡como aquellos no he probado ninguno!...
ResponderEliminarTú también, querido amigo Francisco nos has regalado un precioso dulce amasado con todo cariño, ya que este tipo de ejemplos siempre dejan huella en el alma.
Un abrazo.
Todos tenemos ciertos recuerdos especiales, y entre ellos aparecen por lo general los protagonizados por nuestras madres. Los padres también e incluso los hermanos. Pero las primeras siempre pusieron el empeño y el sacrificio suficiente para ser recordadas hasta el final de nuestros días. se merecen todo pues lo dan todo.
EliminarEncantado de regalar lo que no puedo quedarme para mi solo, compartiendo todo sabe a más.
Un abrazo dedicado Estrella.
Qué bonito Francisco, qué lindo homenaje a esas maravillosas madres, nadie hace las cosas igual que ellas, llenas de tanto amor.
ResponderEliminarMuy tierno tu relato, me ha hecho pensar en mi madre y en todo el amor que siempre nos regala en cada gesto que hace.
Un beso
¿ A que es cierto que cuando nos viene a la mente la palabra madre se nos adorna la cara con una sonrisa?
EliminarEllas endulzan nuestros momentos más especiales, ellas participan como ninguna de nuestros logros, las que más lloran con nuestro sufrimiento, las que más padecen con nuestros desengaños y fracasos.
Quien haga sufrir a una madre no tiene perdón, al igual que el que maltrata a un niño.
Besos gran reserva para ti Conxita.
Tierno, conmovedor y dulce; sinceramente de los relatos más bonitos que te he leído Francisco.
ResponderEliminarMe has llevado a la felicidad de la infancia y al amor a una madre.
Estoy convencido que vas a ser finalista o ganar en los próximos meses los relatos en cadena, aunque la competencia es increíble.(Quizás ya lo hayas hecho alguna vez).
Un abrazo amigo.
No Miguel, en este concurso es difícil ganar, los competidores son muchos y buenos, los jueces valoran más la técnica que el contenido creo yo. Pero participo para mejorar y probarme a mi mismo.
EliminarMe interesa trasmitir algo con los micro relatos, y si lo consigo, vuestros comentarios son mi premio que luzco con orgullo en el blog.
Agradecido pues, por el tuyo compañero.
Un abrazo Miguel.
Desde luego, los dulces hechos con amor son mucho más dulces.
ResponderEliminarUn micro que resuma ternura.
Un abrazo.
En lo que hagas, si pones corazón, dedicación y energía positiva, conseguirás resultados sorprendentes. Las madres siempre fueron especialistas en endulzarnos nuestras vidas de niños y de mayores con sus guisos especiales de cuando se junta la familia. ¡Nada comparable al amor de una madre como ingrediente especial!
EliminarOtro abrazo para ti.
Jo me han entrado ganas de comerme algo dulce jeje, ains.
ResponderEliminarEn serio este relato corto, reúne la dulzura en la palabras y los sentimientos de amor de una madre y una hija y la belleza de los buenos recuerdos, magnifico. Gracias Francisco. Un abrazo. TERE.
Ja,ja,ja te fijaste en la foto antes que nada. Viniste con hambre.
EliminarTu agradecimiento por el pequeño relato es suficiente para endulzarme el ego, tan necesitado de reconocimiento,.Je,je.
Un besazo querida Teresa.
Muy agradecido Julio David
ResponderEliminarAbrazo.
A veces el truco para que una receta sea buena no está en los ingredientes ni en la cantidad sino en el amor que se vuelca al cocinar.
ResponderEliminarYo, al igual que otras comentaristas, he recordado a mi madre con este relato, una estupenda cocinera que por desgracia ya no tengo a mi lado.
Besos.
Parece no tener importancia el cocinar para otros, es un arte y un placer cuando los resultados son compartidos con otros. Las madres son especializadas cocineras precisamente por sus dosis de amor y generosidad.
ResponderEliminarEspero que la tuya esté a tu lado aunque no la veas y la sientas aunque no puedas tocarla.
Besos para ti mi amiga.
Dulce relato este que nos regalas, y ciertamente ese toque especial que tienen las madres no lo tienen nadie más, aunque te pasen las recetas paso por paso.
ResponderEliminarUn beso grandote.
Efectivamente nadie como las madres para preparar esos ricos platos que no somos capaces de imitar ni de cerca.
Eliminar¡Ay! Cuantas mujeres no estarán celosas de las madres de sus conjugues por este motivo...
Besos guapa