Es una situación muy común en los
adolescentes y jóvenes. Hay que estar detrás de ellos de continuo para que
realicen sus tareas e incluso sus actividades más elementales.
Es como si les faltara en ocasiones
un chip en su programación, esa conexión necesaria para convertirse en adultos
responsables.
A ellos las prisas por llegar a las
citas puntuales, los estudios, las tareas domésticas e incluso, yéndonos al extremo, su higiene o aspecto
personal, parece importarles un bledo. O se les da todo hecho o no hay nada que
hacer.
Por eso y no por otra cosa, muchas
veces llegan tarde, se quedan rezagados, se despistan frecuentemente a pesar de que se les avisa sobre las
consecuencias que conllevan esas actitudes pasotas: Perder oportunidades, no
aprovechar la ocasión que se les brinda con los estudios o el trabajo, perder el tiempo que pasa inexorable.
Esta actitud que a ellos les parece
normal y a nosotros una enfermedad de la edad, los hace parecer zombies
catalépticos,
Los profesores, los grandes
sufridores, deben de padecerlo a diario. Pues en las aulas los hay a patadas. Esos elementos que mientras se está explicando la lección viajan por mundos imaginarios en una
abstracción abducida de la que es difícil sacarles.
Nuestros sabios populares denominan este estado catatónico como:
“Estar o quedarse, en la luna de Valencia”
Bonita y enigmática frase cuyo
significado vamos a descubrir:
La luna de Valencia no tiene nada de
particular, nada que la diferencie de las de otras ciudades, entre otras cosas porque
se trata e la misma luna que sale para todos en el mismo cielo.
Pero la historia si empieza en una
Valencia medieval y amurallada, con 12 puertas que se cerraban por la noche en
cuanto sonaba el toque de queda que obligaba a los ciudadanos a quedarse bajo
el resguardo y protección del baluarte de la ciudadela.
Las gentes que laboraban en el campo de
sol a sol, si querían pernoctar en sus hogares, debían tener en cuenta las
horas en que esas puertas se cerraban si no querían pasar la noche fuera de los
lienzos de la muralla, al raso y bajo la luz de la luna, en este caso de la luna
de Valencia.
Hay otras versiones como la de
Vicente Vidal Corella en la que nos remite a los tiempos en los que se expulsó
a los moriscos. Estos desterrados tenían que esperar algunas noches en las playas, los barcos que les trasladarían a Marruecos, Argelia o Túnez... bajo la
luz de la luna; siempre que la hubiera.
Otra acepción de la frase es: “Quedarse
a la luna de Valencia” cuya definición dada por la R.A.E es: “Frustradas las
esperanzas de lo que se deseaba o pretendía”.
José María Iribarren en su libro de: “El
porqué de los dichos” nos explica que la frase puede ser una prolongación de: “Dejar
a la luna” que vendría a significar: Quedarse en blanco.
“Estar
en la Inopia”
Es otra bonita frase muy trillada y
oída de continuo en colegios, institutos e incluso universidades. Viene a
significar lo mismo que la anterior pero con procedencia diferente.
Inopia proviene de la raíz latina “In-
Ops” “sin riqueza” referida a los pobres miserables que no tienen dinero ni bienes.
Los indigentes eran apartados de la
comunidad a la que pertenecían con lo cual, no podían participar por lo general de los eventos populares,
políticos o sociales. De esta forma no accedían a la información general a la que
si te tenía acceso el resto de los ciudadanos con más medios de subsistencia. Se decía que vivían en la Inopia. "Al margen"
La expresión que ha llegado a
nosotros viene a significar: El que no se entera de lo que ocurre en su
entorno, mientras esa información sí es conocida por el resto.
Desinformado, despistado,
ignorante.
Por último, y para no cansar os dejo
una más:
“Estar en Babia”
Lo mismo que las
anteriores se refiere a: Estar distraído, ajeno a la realidad presente, embobado y con el
pensamiento distante.
Babia es una comarca leonesa
limítrofe con Asturias donde los reyes de león solían evadirse de las intrigas
de la corte y de sus múltiples y estresantes responsabilidades como monarcas.
Era su refugio, su lugar preferido de recreo donde dedicarse al noble y elaborado arte de
la caza. Corzos, jabalíes y venados e incluso osos, eran las piezas abatidas a
lo largo de las interminables jornadas, pasadas por los soberanos en
dicha región.
Cuando los súbditos preguntaban por la
ubicación de su rey, era dado responderlos: en Babia. Dando a entender con ello, que el rey pasaba de todo lo que
aconteciera en el reino y que se la traía al pairo las necesidades perentorias
de sus pobladores. Algo así como: “El rey no quiere saber nada de vuestros asuntos”
Pero también, y según los entendidos,
el Arcipreste de Hita ya utilizó en su libro del buen amor las palabras “Bovaquía”,
“Bavequia” “Babieco-a” y “Babia”
Todas ellas aluden a las babas que se
les caen a los tontos y por ello, conclusivamente. Babia sería el país de los
tontos y los alelados. La prueba se halla en que si añadís la "I" a "Baba" obtendréis "Babia".
Por cierto, como tontos hay muchos y muy despistados, se
suelen utilizar variadas expresiones además de las referidas.
Os dejo algunas como ejemplo:
“Estar en las Batuecas” “Pensar en
las musarañas” “Estar fuera de onda” “Estar en las nubes” " Estar alelado" “Cazar musarañas” “Cazar gamusinos” “Atrapar Pokemon Go” Estas tres últimas parecen sustituir a los jabalíes y los osos que se cazaban entonces.
Lo que no consigo adivinar es: ¿Qué tiene que ver el caballo del Cid Campeador con todo esto?
Derechos de autor: Francisco Moroz