Este
fin de semana he desconectado de la realidad, y no he encontrado manera más
relajada de hacerlo que ordenando las estanterías donde cohabitan mis libros
más queridos.
Mi biblioteca
es un habitáculo donde los tomos cubren las paredes de parte a parte, remedio
eficaz para no tener que pintarlas, pues quedan totalmente forradas con madera y
cartoné, y toda la sabiduría de mis autores favoritos.
Algunos quedan a siete alturas sobre el nivel del suelo y necesito por tanto, una
pequeña escalera para alzarme sobre ese dechado de conocimiento escrito y
convenientemente empolvado.
De
esta manera, puedo acariciar con un trapo húmedo y de forma personaliza a cada
uno de los inquilinos depositados en las baldas, que parecen convertirse ante
mis ojos, en gatos mimosos.
Me
subo, limpio y doy esplendor como lo hace la Real Academia de la lengua
española. Sacando brillo con tesón y empeño; hasta que por culpa de un descuido
y algún tornillo flojo, y de forma estrepitosa, se me viene encima la sección
de cuentos clásicos y cómics. La de novela contemporánea y la histórica, dando
un nuevo significado a eso de: “La caída del imperio romano”.
En
el suelo se forma un pequeño caos de efecto mariposa con ley de Murphy incluida.
Hojas desparramadas sin ser otoño, portadas abiertas de forma impúdica
mostrando sus textos más íntimos y… Unas telas revueltas de color vivo (a pesar
del golpe)
¡Gran misterio este!
Pues
ignoraba que a parte de los marca-páginas y las flores secas que guardo entre
folios para recordar renglones significativos; pudiera haber introducido tejidos tan voluminosos.
Me
bajo del escabel, me acerco y descubro el misterio.
Las capas
carmesí de Caperucita y Superman se mezclaron con las del emperador Tiberio en Ben-Hur y la del torero Espartero de la
novela Sangre y arena. Y todas ellas con las de los capas rojas de…
…Voy
a tomarme un café cargadito de azúcar y
solucionaré el desaguisado. Daré a cada uno lo suyo, y “al César lo que es del César”.
¡Menos
mal que el Quijote quedó en su sitio ¡ ¡Si no!
¡Menuda
locura!
Derechos de autor: Francisco Moroz
Escrito presentado en la comunidad "Relatos Compulsivos" en el reto de tres palabras:
Carmesí-Desconectar-Azúcar.
que ha conseguido el tercer puesto