viernes, 3 de marzo de 2017

Depredador natural




Llevamos semanas huyendo de esa manada enfurecida que quiere acabar con nosotros. Se oyen sus aullidos de placer al sentir que la cacería  se terminará en breve y que nuestro final será irreversible.

Desde que llegamos a este bosque mi familia y yo nos sentimos vigilados y acosados, por este grupo organizado de depredadores salvajes.

Los árboles nos han ocultado hasta ahora, pero estamos agotados, mis hijos no aguantarán mucho más este ritmo de marcha. La noche nos proporcionará unas horas de descanso, pero por la mañana todo acabará para nosotros, como acabó la vida de mi compañero: abatido por esas ramas que escupen fuego que ellos portan en sus manos.

¿Qué hemos hecho los lobos para enfurecer tanto a los hombres?



Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 1 de marzo de 2017

Punto y final de un instrumento de escritura.






                                       Hoy dejaré una nota de despedida
con la última tinta que me queda en las venas, 
algo sencillo para que comprendas; 
algo corto como la propia vida 
que derramo cada vez que escribo. 
Acentuando palabras
 que deberían ser más bien interrogantes exclamadas.

Desde que te conocí tengo un corazón prestado,
que me empuja como musa inspiradora 
a escribir historias y
poemas sobre fondos blancos.
Con impulsos rasgados. 
Sintiendo el pálpito glorioso
 de los negros garabatos que transcribo,
en líneas desiguales y torcidas.

Me quedo vacío
después del tiempo que he pasado entre tus manos. 
Acariciado tantas veces por tus dedos. 
Poderosas razones que vinculan
en lazos de hermandad indestructibles.
Posabas tus labios en mi cuerpo buscando disipar las dudas, 
llamando a las ideas relevantes 
que formaran conceptos atrevidos y geniales. 
El calor de tus venas presentía entre textos de cálidos arrullos.

Me entregué a ti 
desde que me elegiste, 
como compañero de noches desveladas. 
Interminables sesiones de escritura he sumado.
Disipando fantasmas, 
inventando los tiempos venideros. 
Versamos sobre todo lo sabido, 
declamamos lo etéreo, 
traduciendo lo intangible de los sueños. 
Recreamos historias 
conjugando los verbos sin hablar y sin mirarnos.

Fue una comunión íntima y compartida,
trasmitida a golpe de emoción motivadora. 
Te serví fielmente, como instrumento 
para describir entornos, 
paisajes, personajes, circunstancias y misterios.
Mi anhelo ¡Perdurar! 
Para seguir siendo testigo de lo escrito, 
compartiendo la aventura en lo creado.

Mi consuelo
poder plasmar sin condición mi pura esencia, 
para que algunos sepan que existí. 
Que ahora acaba en unos pocos renglones mi periplo; 
los mismos en los que siento la agonía mientras trazo 
el suspiro que separa mi utilidad de lo inútil.
Eso que se llama muerte.

Pues al fin 
somos pasajeros efímeros, 
de letras manifiestas 
en tierras de ilusión y desarraigo. 
En concepto literal de desterrados.
Llegados a este punto final del abandono,
Lo presente es pasado,
el futuro es imperfecto indefinido.
Hallando otros, tras las huellas del camino
solamente lo escrito por nosotros.




Derechos de autor: Francisco Moroz.

lunes, 27 de febrero de 2017

Carnaval des animaux





Cuando llegaste no te conocía, pero enseguida conectamos los dos de tal manera, que me hicieron responsable de tu aprendizaje; me convertí en más que un compañero. Disfrutábamos juntos, y compartimos muchas situaciones que recuerdo con verdadero deleite.

Casi nos hemos convertido en pareja de hecho, solo nos falta irnos a vivir juntos, pero ese paso no me atrevo a darlo todavía ¿Qué pensaría la gente si nos viera caminar por la calle de la mano?
Por lo tanto tan solo somos amigos, pero muy especiales, y lo dejaremos ahí de momento. Los pasos importantes hay que darlos con moderación.

Por eso me tiene tan asustado la propuesta del director para que los empleados asistamos mañana al trabajo disfrazados para que los clientes se encuentren con un ambiente especial, y de esta manera compartir con ellos nuestra actividad cotidiana, y de paso, naturalmente, promocionar el centro ¡Ni que esto fuese Disneylandia o el circo Bailey de los hermanos Ringling y Barnum! Uno tiene su dignidad y el payaso lo hago cuando a mi me da la gana y no cuando quieren los demás.

Ya sé que es carnaval y que te haría ilusión verme disfrazado. Participar conmigo como acompañante femenina, pero sabes que no me gustan estas tonterías que se inventan los que no tienen otra cosa mejor que hacer que entretenerse con estos espectáculos tan superfluos.

Creo que mi cometido es quererte y cuidarte para que no te falte de nada. Tenerte como a una reina, como a la niña de mis ojos, pues la verdad es que a simpática y cariñosa no te gana ninguna.
Creo que hasta los compañeros de trabajo nos tienen cierta envidia, y que a algunos les gustaría estar en mi lugar, haberse ganado tu confianza y tu amor.

Por otro lado, sabes que ya se ríen bastante de los frikis como yo, y que bastaría con que me vieran aparecer disfrazado con una máscara, una capa, y mallas ajustadas, para empezar a cachondearse a mi costa durante toda la jornada. No quiero que te avergüences de mí, preciosa.

Tampoco me gusta aparentar ser alguien que no soy en realidad: un pirata, un guerrero con armadura, un Cherlock Holmes de pacotilla, el Yeti, Drácula o un hombre de las cavernas. Batman o Spiderman ¡Me niego a parecer un gilipollas!

Me encuentro bien con lo que soy, me basta con que tú me mires con esos ojazos que tienes como dos soles para sentirme como un súper héroe y no creo que tenga que ponerme nada para poder acompañarte. Seguro que te haría ilusión ¡Lo reconozco! Pero de verdad que no lo considero oportuno, me sentiría ridículo y fuera de lugar.

No nos hace falta disfrazarnos de nada para ser el centro de todas las miradas. Mi uniforme tampoco está tan mal y sabes de hecho, que hacemos tan buena pareja que llamamos la atención de los clientes que se dan la vuelta cuando nos ven pasar.

¡No obstante te sorprenderé! ¡Lo haré solo por ti! Y te adelanto que no me pondré ropa, más bien me la quitaré, y de esa forma me presentaré ante tu pabellón y aunque te llames “Nica”, te diré:

–Hoy estás especialmente mona, Chita. –Para a continuación lanzar el característico grito mientras me golpeo el pecho con los puños, sorprendiendo a los desprevenidos visitantes.

Para celebrar como Dios manda un carnaval dentro del zoo, no hace falta hacer tantas monadas como pretenden que hagamos.


– ¡Que les den morcillas a todos! Mientras tú y yo felices, comeremos bananas.

Como cuidador no tengo precio.



Derechos de autor: Francisco Moroz


Este relato se presentó al reto de los relatos anónimos de la comunidad de: Relatos compulsivos






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