martes, 24 de mayo de 2016

Tú y yo






La anterior relación le había roto el corazón y la cara en más de una ocasión. Ella recordaba aquellos amargos años en los que el sufrimiento, el sometimiento y el miedo, hacían mella en su espíritu, en su autoestima y en su cuerpo.
Noches de insomnio a su lado, temiendo despertar su violencia y su deseo perturbador de posesión instintiva.
Días de encierro, horas grises deambulando por la casa como prisionera aterrorizada por el regreso de su carcelero.

Todo ello son recuerdos del pasado, piensa aliviada, y mira a su nuevo compañero, sentado a su lado. Con él se siente segura. La protege y la cuida con sumo amor; la entrada en su vida fue el bálsamo que curó progresivamente todas sus heridas. Fue disuasorio para que su agresor se alejara.

Ella aprendió a amar y confiar de nuevo en alguien. Era el compañero, el amigo, el confidente de los momentos pausados mientras tomaba el café.
Le encantaba mirarle a los ojos, esos tan llenos de expectación, de adoración y de fidelidad por ella, solo por ella.

Lástima que no pudiera hablar, y que sus besos fueran húmedos lametones; pero le bastaban para demostrar todos sus sentimientos.



derechos de autor: francisco Moroz


Relato que participa en:




lunes, 23 de mayo de 2016

Viento divino


En esta casa no vive Mizuki Tanaka desde que el viento divino se lo arrebató a su
familia. Ellos saben que habita con los dioses, y cuando celebran su aniversario pronuncian las palabras: patriota, y guerrero glorioso.

Todos saben que en 1944 muchos jóvenes como él se alistaron en la armada imperial para luchar contra el invasor.

Mizuki fue uno de los primeros en anudarse a la cabeza el pañuelo con el símbolo del sol naciente, de los primeros en subirse a un  avión cargado con explosivos y estrellarse contra un destructor perteneciente a los aliados.
Estos les llamaron kamikazes suicidas, los suyos,héroes.



Derechos de autor: Francisco Moroz

Con licencia


viernes, 20 de mayo de 2016

Puro deseo





La planta del individuo que me la presentó era chulesca: Gafas oscuras, chaqueta de cuero y pantalón del mismo material bien ajustado, y para rematar unas botas de montar de tipo militar.

Esa primera impresión y dada mi mojigatez en estos temas, me causó ciertos reparos iniciales el tener que tratar asuntos tan personales e íntimos con un personaje cuyo estereotipo no coincidía en absoluto con el mío que soy, una persona de lo más corriente y para nada extravagante.

Me chequeó de arriba abajo como para valorar si era digno interlocutor y posible cliente, el caso es que me ruboricé de forma pueril al calibrar las supuestas razones que me habían precipitado a acordar la cita con ambos.

¡Pues sí!, también ella estaba presente, junto a él, rotunda en sus formas, brillante en su aspecto, con esa manera de posar cual modelo de pasarela. Su sola presencia me excitaba y ponía la carne de gallina. Sólo quería poseerla, hacerla mía a toda costa, costara lo que costara.
Sus curvas femeninas me seducían y desataban mi pasión animal y primaria de deseo.

El hombre detectó mi manera lúbrica de mirarla, y eso le hizo suponer que pidiera lo que pidiera, se lo iba a conceder a ciegas y sin meditar, y no le faltaban razones. Mis ojos enfervorecidos y delirantes por tenerla y disfrutarla me delataban.

Naturalmente el precio inicial me pareció exagerado, pero a partir de ahí empezamos a regatear y a negociar, algo más acorde a las necesidades de cada uno.

¡Por fin! Llegó el acuerdo, nada barato, pero tampoco desorbitado para tratarse de esa belleza a la que iba a hacer mía en cuanto su anterior compañero se esfumara.

La iba a poseer hasta dolerme, pero ante todo iba a lucirla, a presentársela a mis amigos a los que sabía que les iba a corroer la envidia. La pasearía por toda la ciudad, sabiendo que arrastraría miradas a su paso; miradas cuajadas de deseo, el mismo que despertó en mí en cuanto la conocí viendo su foto por Internet.

Me enamoró, aun sabiendo que  dominarla me iba a costar muchos esfuerzos y mantenerla muchos sacrificios; pero en mi fuero interno estaba orgulloso de haberme decidido a adquirir esa maravillosa moto. Nada menos que una chopper Harley FLS que levantaba pasiones.


                                                                                 Derechos de autor: Francisco Moroz



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