sábado, 23 de julio de 2016

Tres días, tres citas (I)







A este reto que se extiende de manera viral entre lectores, me he apuntado gracias a la amable propuesta de María Campra.Esa famosa mamá escritora que anda por la red bloguera.

Se trata de poner una cita de tres libros leídos y que te hayan
influido de alguna manera.
Yo personalmente voy más allá y pongo en este caso más que una cita de uno de los libros del género que más me gusta: el histórico.

Se trata de la obra de Mika Waltari. "Sinuhé el egipcio" y que contiene en forma de prólogo un pequeño compendio de sabiduría sobre la palabra escrita.
Dice así:


" Todo vuelve a empezar y nada hay nuevo bajo el sol; el hombre no cambia aun cuando cambien sus hábitos y las palabras de su lengua. Los hombres revolotean alrededor de la mentira como las moscas alrededor de un panal de miel, y las palabras del narrador embalsaman, como el incienso, pese a que esté en cuclillas sobre el estiércol en la esquina de la calle; pero los hombres rehuyen la verdad. Yo, Sinuhé, hijo de Senmut, en mis días de vejez y de decepción estoy hastiado de la mentira. Por esto escribo para mí solo lo que he visto con mis propios ojos o comprobado como verdad. En esto me diferencio de cuantos han vivido antes que yo o vivirán después de mí. Porque el hombre que escribe y, más aún, el que hace grabar su nombre y sus actos sobre la piedra, vive con la esperanza de que sus palabras serán leídas y que la posteridad glorificará sus actos y su cordura. Pero nada hay que elogiar en mis palabras; mis actos son indignos de elogio, mi ciencia es amarga para el corazón y no complace a nadie. Los niños no escribirán mis frases sobre la tablilla de arcilla para ejercitarse en la escritura. Los hombres no repetirán mis palabras para enriquecerse con mi saber, Porque he renunciado a toda esperanza de ser jamás leído o comprendido. En su maldad, el hombre es más cruel y más endurecido que el cocodrilo del río. Su corazón es más duro que la piedra. Su vanidad, más ligera que el polvo de los caminos. Sumérgelo en el río; una vez secas sus vestiduras será el mismo de antes. Sumérgelo en el dolor y la decepción; cuando salga será el mismo de antes. He visto muchos cataclismos en mi vida, pero todo está como antes y el hombre no ha cambiado. Hay también gentes que dicen que lo que ocurre nunca es semejante a lo que ocurrió; pero esto no son más que vanas palabras. "


Hago extensible la propuesta a estos tres blogs:

A boca de jarro
Entre mil letras. libros y cultura
Blog literario Amaranto



miércoles, 20 de julio de 2016

Un hombre llamado amapola



  
 De joven le llamaron mariposa, y no precisamente por sus devaneos. Quizá sí, por la delicada elegancia de sus ademanes, de la que carecían la mayoría de sus compañeros de estudio. Nació hombre y no tenía tendencias homosexuales. Lo llamaban así porque su lado femenino a veces se imponía, su sensibilidad hacia las personas y los animales era notable. No era brusco ni violento, sus gestos tranquilos y pausados, su forma de hablar respetuosa y moderada.

Él amaba las cosas bellas, un paisaje le conmovía, al igual que una escena donde se resaltara la ternura. Se sentía inspirado al escuchar una melodía, y corría a escribir unos versos si algo hermoso le suscitaba a ello. No quedaba indiferente ante un relato apasionado de amor, de la misma forma se estremecía ante los pasajes de dolor y sufrimiento.

¿Por qué la emotividad, el afecto y la suavidad tenían que ser atributos solo femeninos? ¿Los hombres estaban exentos del derecho a pulsar la cuerda del alma, que vibra con esa cadencia armoniosa y diferente?

Nunca se avergonzó de su forma de ser ni de su manera de actuar. La intuición le dictaba que era lo correcto y sentía que las personas se encontraban a gusto a su lado; reconocidas y aceptadas. Las escuchaba intentando comprenderlas,sin juzgarlas.

Se extraviaba de vez en cuando con ensoñaciones en las que era apropiado para todos, el poder expresar las emociones en vez de esconderlas, verter unas lágrimas en vez de tragárselas con impotencia, sonreír abiertamente, y acariciar o abrazar cuando era necesario…

…Se convirtió en lo que era, para poder ayudar a las personas rechazadas por los obtusos.

Actualmente sus amigos lo llaman amapola, pues no puede evitar el sonrojo cuando le dicen que es el mejor de los psicoterapeutas que conocen.




Derechos de autor: Francisco Moroz


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