Me
figuro que como todas las cosas, también la existencia tiene un periodo de
caducidad y es por ello que ahora nos encontramos aquí, haciendo balance de lo
bueno de todo lo que hemos compartido.
Lo que nos queda ahora que nos
enfrentamos al final.
Nos
conocimos en la calle, yo era una perdida, de esas que no quiere nadie y de las
casi todos se alejan.
Me dijiste las primeras palabras amables que escuché
salidas de la boca de un hombre.
Más
tarde no podíamos vivir el uno sin el otro. Los días de sol significaban largos
paseos por nuestros lugares favoritos, disfrutando de esa sensación de bienestar
y seguridad junto a ti. Las tardes de lluvia nos quedábamos en casa oyendo
música.
Se
me erizaba la piel de todo mi cuerpo cuando decías mi nombre con ese tono alegre
que ponías al llamarme. Era querida y lo sentía en lo más hondo, me hacías
vibrar solo con tus caricias.
Hubiera entregado mi vida por ti si hubiera sido
menester.
Sin
embargo siempre tuve una espina clavada en mi corazón, y es que nunca dejaste que
te besara. Intenté no darle mucha importancia, eran manías tuyas, como la del
excesivo orden que nunca conseguí comprender del todo.
Además la tristeza era
compensada casi de inmediato cuando me preparabas mi comida favorita. Eras un
cocinero excelente entre otras cosas.
Ahora
noto tu abatimiento. Una mezcla de angustia y de tristeza cuando pones tu mano
suavemente sobre mi cuerpo vencido. Casi no puedo moverme, hace unos meses dejó
de funcionar. Me duelen los huesos, no me sostengo en pie y me adormezco a cada
instante.
Te
miro como siempre, con adoración, como solo se merece el mejor compañero que me
pudo tocar en suerte.
Me voy despidiendo de ti, poco a poco, sin aspavientos. Convencida
de que si nos volviésemos a ver nos reconoceríamos de inmediato y volveríamos a
jugar, a pasear y a correr.
Y en mis sueños más locos me dejarías lamerte la
cara y llenarte el pantalón de pelos.
Cierro
los ojos, no sin antes haber visto unas lágrimas en los tuyos.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Relato presentado al reto de las tres palabras en la comunidad de:
-Relatos compulsivos-
Ainssss qué relato tan precioso y tierno, Francisco. Desde luego estaba confundida acerca de la identidad de la protagonista, pero saber que se trataba de un animal ha hecho el final sorprendente y el contenido aún más entrañable. Me alegro mucho de que la vida cruzara el camino de tus protagonistas y les hiciera felices a ambos, aunque fuera sin besos :))
ResponderEliminarYo a tí sí te dejo uno.
Ante una despedida no deseada nos queda no más que la tristeza, solo mitigada por la alegría al considerar la suerte que tuvimos de encontrarnos con esos seres especiales que nos acompañaron durante ciertos periodos de nuestra vida.
EliminarGracias por tu beso y un afecto recíproco.
Que relato tan bonito
ResponderEliminarSaludos
Me alegra saber que te gustó Kristalle
EliminarUn abrazo.
Muy tierno, cuánto amor, generosidad y entrega dan los animales. Bien por ellos y esa vida juntos.
ResponderEliminarMientras te leía sabía que no iba a ser lo que parecía pero no conseguía adivinar ni una pista que me diera la solución, te lo he dicho otras veces pero insisto, bordas este tipo de relatos que envuelven de duda para ser lo que menos espera.
Un beso
Ellos son capaces de darnos lo mejor a cambio de bien poco. Lástima que haya todavía seres desalmados capaces de terminar con sus generosas existencias y maltratarlos con indolencia.
EliminarPero las historias hermosas entre animales y hombres que se acompañan son más.
Besos.
gracias por tus palabras.
Hace poco tuve que pasar por algo así, y la verdad es que se les echa tanto de menos. Me dejas sin palabras, me has erizado la piel.
ResponderEliminarGracias por estas palabras tan bonitas.
Un besillo.
Lo siento María. Quizás removí recuerdos, espero que al menos muchos de ellos buenos y compartidos con algún animal de esos especial a los que solo les faltaría hablar.
EliminarAlguna vez me gusta dejarte sin palabras, pero no me gustaría dejarte sin letras.
Gracias y besos.
Eso es lo que nos inspiran ciertos animales.
ResponderEliminarGracias Julio.
Qué triste sobre todo para los que tenemos peluditos y nos ponemos en el lugar del relato.
ResponderEliminarTierno y muy emotivo. Siempre das con el tono perfecto.
Un beso.
Gracias amiga. Quizás sea porque he tenido algún que otro animalito (2 perros, 5 gatos, patos, ratones blancos, hamsters, patos, pollitos y hasta un gallo. Periquitos, canarios y hasta gorriones) todos ellos hacen que te sientas importante, querido y casi imprescindible. Cuando llega el momento de despedirse de ellos el corazón se rompe y las lágrimas te inundan. Por ello renuncié a tener mascotas hace tiempo.
EliminarBesos Rosa.