Era lo único que podíamos hacer por
él, dadas las circunstancias. No en vano éramos personas agradecidas por los
dones recibidos de su generosa mano. Con su dinero nos rescató de nuestro
cautiverio junto a nuestras familias. Se aseguró de que no nos faltara cobijo, alimento, protección y sobre todo trabajo. Vigilaba noche y día nuestra seguridad.
Él educó a nuestros hijos en la obediencia y
la aceptación. Acompañó a nuestras
mujeres en nuestra ausencia, consiguiendo unirnos a todos en vínculo fraterno.
Por todo ello, le dimos una sepultura
digna tras el ritual vudú, instantes después de
cortarle la cabeza con un machete.
Lo enterramos entre algodones. Somos
gente honesta y el amo, no se merecía menos atenciones.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Formidable ese gito final. Da gusto leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Rebeca.
EliminarEstupendo que formes parte del grupo de lectores.
Un abrazo.
Esas bondades del amo hacia el esclavo merecen un agradecimiento especial, como el que le dispensaron tus protagonistas, jeje. Los dictadores también están convencidos de que todo lo hacen por el bien de sus súbditos.
ResponderEliminarUn estupendo relato.
Abrazos.
Los megalómanos es lo que tienen, que se creen buenas personas que todo lo hacen por el bien de sus súbditos.
EliminarEstos esclavos estaban buscando una buena excusa y la ocasión propicia para pagar con creces al amo de la explotación todos sus "favores".
Gracias por tu comentario.
Un abrazo Josep.
Caray con el amo. Lo malo es que hasta que decidieron darle la sepultura digna no me imagino lo que tendrían que aguantarle. Y encima le aguantarían a gusto. La comedura de tarro es tan enorme que hasta que el velo no se cae de los ojos, no hay nada que hacer. Después, todo puede pasar, hasta lo que tú nos cuentas.
ResponderEliminarUn beso.
Bueno lo que cuento es una pura ironía, una manera de describir con paños calientes las vejaciones sufridas por este grupo.
EliminarLa venta, la explotación,el abuso, el sometimiento...
Y lo del entierro entre algodones unas metáfora literal. Licencias del que escribe.
Un beso, Rosa.
Estos amos se creían que se portaban muy bien con sus esclavos. Pero cada cual paga con sus actos. Le premiaron enterrándolo entre algodones. Un abrazo.
ResponderEliminarA cada cerdo le llega su San Martín que dicen, y a este le costó el cuello.
EliminarLástima que a lo largo de la historia este tipo de gentuza no pague el precio correspondiente a sus actos.
Un abrazo.
Vaya con el amo. Aún así ya pudo quedarse satisfecho, lo enterraron entre algodones, a pesar de todo.
ResponderEliminarUn abrazo
Este en concreto no se podría quejar del trato recibido por sus esclavos, si estos hubieran tenido la deferencia de haberlo dejado con vida.
EliminarOtro abrazo para ti, Teresa.
El paternalismo con el que disfrazan su tiranía algunos amos no consigue engañar a los esclavos y estos, si tienen ocasión, acaban pagándoselo. Por lo menos lo enterraron, bien podían habérselo dejado a los carroñeros.
ResponderEliminarBesos.
Si, tanto los explotadores como algunos colonizadores son muy paternalistas, al igual que muchos dictadores que tratan al pueblo como hijos. Lo único es que cuando esos supuestos hijos les salen contestatarios los eliminan del mapa.
EliminarEn este caso los negritos se le adelantaron por pies.
Un beso.
Es un escrito con cierta dosis de sarcasmo.
ResponderEliminarno creo que este grupo de esclavos sometidos albergaran ningún cariño por el amo.
Otro abrazo Julio.