Empezó a llorar inmediatamente sin posible consuelo. No eran lágrimas de arrepentimiento ni de dolor, tampoco lo eran de alegría ni de tristeza. Mucho menos lágrimas de emoción despertada por algún recuerdo.
Consideró que no merecía la pena, que era una forma absurda de llorar.
Por lo tanto se quitó el delantal, dejó el cuchillo y apartó la maldita cebolla de su vista.
Genial. Fco. Javier en estado puro
ResponderEliminarUn abrazo
Genio y figura que diría mi madre.
EliminarUn abrazo.
La peor razón para derramar lágrimas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Al menos la más mediocre de ellas.
EliminarOtro abrazo para ti.
Ayyy amigo Javier... tan natural y con tu peculiar sentido del humor para contarnos este chiste, porque es para morise de risa.
ResponderEliminarYa que eres manchego, supongo que aunque sea un poco escatológica la escena que quiero compartirte de don Quijote, te hará igual efecto que este de la cebolla:
—Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.
—Sí, tengo —respondió Sancho—, más ¿en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca?
—En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar —respondió don Quijote.
Un fuerte abrazo.
Ese pasaje de nuestro insigne hidalgo es bien divertido. Pero aclaro para que quede constancia de ello que no soy manchego, lo son mis padres. Un servidor nació en los madriles capitalinos.
EliminarUn abrazo, amiga.
Ay, Francisco, eres genial. No hay más que añadir.
ResponderEliminarUn beso.
No es para tanto mujer, que con tus halagos vas a hacer que el ego se dispare, y eso nunca está bien aunque haya confianza.
EliminarBesos.
De verdad, que bueno, la cebolla, esa que si metemos en el congelador unos minutos, dice Arguiñano, no se llora, y yo nunca me acuerdo de probarlo jeje, pero la verdad me ha gustado mucho y me has despertado mucho la curiosidad según iba leyendo este micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Habrá trucos para ello seguro, como el de evitar que las judías produzcan flatulencias, pero que pereza que además de cocinar nos tengamos que meter a aprendices de brujos. si hay que llorar se llora, y con no mirar a la cebolla cara a cara pues nos vamos apañando ¿No crees?
EliminarOtro abrazo para vos.
Jajaja desde luego no consigo dejar de llorar con ellas,pruebe lo que pruebe y nada funciona.
ResponderEliminarEsta vez no te esperaba.
Besos
Nos hacen llorar más que las declaraciones de hacienda y las facturas que recibimos del banco. Tienen ese poder absoluto e insoslayable de hacerlo. Un don que les otorgó la naturaleza.
EliminarPor otro lado si vemos el lado buena es el desahogo que producen.
Un beso, Conxita.
Ja, ja, ja... Desde luego que las cebollas sacan lo "mejor" de nosotros. Divertido micro, Francisco. Un abrazo!
ResponderEliminarNos sacan hasta los demonios interiores que llevamos dentro.Je,je.
EliminarAbrazos, compañero.
Jaja muy bueno , el factor sorpresa me dejó sin palabras...
ResponderEliminarEl factor que más nos descoloca, de eso se trata Pablo.
EliminarUn abrazo
Y mira que con la tortilla o la morcilla no está buena la jodia. El caso es hacernos padecer y desearla.
ResponderEliminarUn abrazo.