En principio ser un individuo excéntrico no tiene porqué ser algo malo. La palabra significa “descentrado” y aunque ciertos comportamientos nos parezcan fuera de lo común, no necesariamente tienen que hacernos pensar en la insania, aunque muchas veces la genialidad y la locura, a mi entender, vayan tomadas de la mano.
Todos ellos suelen tener un notable intelecto. Aunque es probado que tanto la creatividad artística o científica, como la capacidad de persuasión y dotes para el mando y la estrategia, suelan provenir del mismo lugar: La esquizofrenia, la depresión la bipolaridad y los complejos de inferioridad. Características, muchas veces relacionadas con la vesania; y si miran ustedes en el diccionario lo que significa esta última palabreja, verán que no se refiere al nombre de una tía abuela de Mondoñedo.
Rupert Ulante, a mi entender, es el paradigma de uno de esos especímenes. Un “English man” de libro. Con temperamento flemático poco emocional, pero con una labia y un poder de convicción tan espectacular, que sería capaz de vender una bicicleta a un tío sin piernas. Con un carisma tan marcado, que cuando pasea por el parque, hasta los pájaros se le quedan mirando con extrañeza. Y no es para menos, su imagen es desconcertante. Como la de un personaje de principios del siglo XIX escapado de una novela de Dickens. Elegante pero fuera de contexto.
Cuando empecé a darme cuenta de que algo no funcionaba como era debido en el cerebro de este hombre, fue durante una visita a un centro de arte contemporáneo. Lo hice como obra de caridad, para que no fuera solo; porque al fin y al cabo somos familia. Pero en mala hora me dejé convencer; me juré que nunca más cometería ese mismo error a no ser que estuviese pensando en suicidarme.
Me dio una mañana de órdago a la grande.
Antes de entrar en la sala de exposiciones se quedó extasiado un cuarto de hora largo, admirando paisajes inusitados, realizados, según él, con profusión de originales firuletes y ornatos. Justo donde yo solo era capaz de apreciar manchas de rotulador y espray, conformando grafitis sin ningún gusto estético. Ya adentro se detenía frente a los lienzos más señalados por los críticos culturales.
Y me iba indicando la calidad de su factura. La delicadeza de sus trazos y la fragilidad de sus texturas. Salpicaduras de tomate y rodales de mostaza sobre una tela es lo que yo contemplaba estupefacto. Como cuando se desparrama el contenido de una Hamburguesa.
Un poco más adelante me intentaba explicar la excelencia del punto de fuga de alguna obra expuesta, la profundidad de su técnica escarificada con profusión de detalles. Algo que un albañil sin mucha experiencia ni entendimiento hubiera considerado, como simples desconchones de yeso producidos por la humedad.
Me señalaba en un cuadro, los marcados contrastes entre los pálidos e hiperbóreos fondos, con los cálidos y subyugantes pigmentos que habitaban en el interior del símbolo representativo de la eternidad y la plenitud; de lo que visto a ojo de buen cubero por un servidor, eran lunares muy gordos como de vestido de Faralae, pintados con colores chillones sobre un lienzo blanco.
Pero lo que colmó mi paciencia fue la disertación que se marcó sobre los volúmenes uterinos retrovertidos, que hacían retroceder al espectador al habitáculo del seno primigenio. Y que era significativo, el descarado y genial atrevimiento por parte del autor al tintar el conjunto de rojo pasión. Eso venía a manifestar, la intensidad del amor materno filial. Por otra parte, la pulida superficie de la escultura; era una clara metáfora de la suavidad de la piel femenina, y Las letras de variados tamaños escritas en negro sobre amarillo a lo largo de su plano material, claros indicadores de la génesis creacional de la que todo humano procede. Pues no en vano el verbo y la palabra son el origen de todo.
Al llegar a este punto yo le miraba como se mira a un demente: con recelo, pues lo que ensalzaba tan entusiasmado; tal como lo haría un místico en pleno éxtasis, era un puto extintor colgado de la pared.
Y a la que salíamos ambos dos por la puerta; él levitando como un ser etéreo y un servidor con un dolor de cabeza descomunal. Achacaba mi falta de sensibilidad y entendimiento a la hora de interpretar una singularidad artística, a la supina ignorancia que me corona, y a no tener capacidad para acercarme con confianza a las tendencias imperantes. Todo ello propiciado por algún trauma infantil y la constreñida, arcaica y caduca educación clasista recibida por mis progenitores. En ese punto, es donde una de mis dos personalidades casi pierde el control pidiendo estrangularlo.
Llegué a casa descompuesto; con diarrea mental. Haciendo seria promesa de profesar en un monasterio de la Cartuja a las primeras de cambio si era menester. Todo con tal de quitarme de encima al pesado de mi cuñado de forma inminente ¿Qué vería mi hermana en este sujeto que la sedujera? Lo ignoro.
Ya me dirán ustedes si este no es el prototipo de personaje excéntrico al que me refería al comienzo del texto.
Ahora espero sepan disculparme. He de ponerme el traje de buzo para refrescar mis neuronas con una buena ducha. Después me echaré una reponedora siesta con mi almohada estampada de los sábados, no sin antes dar tres vueltas completas alrededor de la cama entonando una salve marinera.
Ay, Dios mío... me has llevado de arriba a abajo como en una montaña rusa, pero esa última parte me ha llevado al huerto hasta que la has rematado con esa escena tan, tan... cómo la llamaría, tan extravangante como amos dos personajes que te has marcado. Con carcajada final —la mía— incluída. Me ha encantado.
ResponderEliminar¡Suerte en el reto del tintero!
Creo que en el mundo del arte cada vez hay más excéntricos, visionarios o, simplemente, chalados, que ven en un bodrio una excelsa obra de arte. Y quien no opina como ellos es un grandísimo ignorante, por eso suelo callarme mi opinión en público ante la visión de una de esas obras pictóricas, para mí, aberrantes.
ResponderEliminarPero quien esté libre de pecado que arroje la pirmera piedra, porque ¿quién está libre de manías o de gustos extravagantes? Efectivamente, hay quien critica las rarezas del prójimo sin reconocer las suyas.
Buen buen relato. Javier. Suerte en el concurso.
Un abrazo.
¡Ja, ja, ja! El giro final de traca. En pocas líneas vemos al excéntrico dando tres vueltas a la cama cantando la Salve marinera. Yo lo he disfrutado desde la distancia, los que convivan con él…
ResponderEliminar¡Feliz fin de semana!
Jeje, también a mí me ha hecho soltar la carcajada esa escena final. Dos excéntricos muy bien perfilados dentro de una historia muy divertida. Un relato estupendo, Francisco.
ResponderEliminarCierto, los criticos y conocedores del arte moderno crean con la narrativa ARTE, de alli que un banano con cinta se convierta en estrella mundial. Ni la obra ni el artista se defienden solos, por eso se requiere alguien "que si sepa" de arte para poder contarle al mundo el portento que tienen ante los ojos.
ResponderEliminarMenos mal no tengo alguien cercano que me narre cosas de critica artistica..... en eso si compadezco al hombre del traje de buzo, porque esto se hereda a los sobrinos....
Con mucha gracia has resuelto eso de "ver la paja en el ojo ajeno", y de paso has hecho una descripción estupenda de los sabelotodo en este caso en el mundillo del arte, pero válido para cualquiera. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarMe quedo con la duda de saber si el extintor era realmente un extintor, o solo lo era a traves del los ojos del protagonista. Lo que esta claro es que e protagonista esta zumbado y quizas el cuñado tambien. Dos por el precio de uno. Espectacular el giro final
ResponderEliminarsuerte y abrazo
Está claro que nadie ve la viga en ojo propio. El cuñado era raro, pero anda que el narrador... A saber cómo es en realidad el pobre dandy dickensiano porque de este sujeto cualquiera se fía.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Un beso.
Excelente, Francisco. El retrato del personaje a través del leguaje con el que te expresas en el texto me parece genial. La pedantería del English man queda bien patente, así como tu dominio del vocabulario, el escenario artístico y el perfil psicológico de ambos cuñados. Tal para cual. Los has bordado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo siempre digo que para gusto colores no, pero en fin, quien diga que un estintor tiene algo de artistico y cuatro palos en un lienzo blanco eso es arte, en fin pero ya digo para gusto colores, y eso si el protagonista poner bien al cuñado pero el rarito pero rarito también es un rato, pero que fácil es ver las rarezas en los demás y no ver las propias, pero eso pasa muy a menudo.
ResponderEliminarSuerte en el concurso.
Un abrazo.
Ja Ja... así debe escucharme y sentirse mi sobrino cuando trato de explicarle algo sobre sus asignaciones. Excelente tu relato.. ¡Saludos!
ResponderEliminarHola, Francisco. Una propuesta muy interesante la que nos ofreces. Para mayor mérito por tu parte, son dos y no uno los personajes excéntricos a los que das vida en tu relato. Muy buen trabajo. Suerte y un abrazo excéntrico!
ResponderEliminarDice el muerto al degollado, jajaja. Vaya par de tipejo más variopintos. Si ya se explica que toda la palabrería del narrador, con su locuacidad y su don de palabra. Y al final, para rematar, el numerito antes de desgranar a su cuñao, je, je. Si para variopintos no hay quien les gane.
ResponderEliminarFantastico relato, Francisco.
Un abrazo!
Hola Francisco, tu relato no tiene desperdicio, realmente muy bueno y el párrafo final es excelente, me encantó leerte.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Gracias, Francisco, por participar con este relato en el homenaje a John K. Toole y La conjura de los necios. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarTremenda y divina excentricidad! Que no nos falte nunca esa parte de "descentralidad"! En caso contrario nuestra vida y la del resto sería muy aburrida! Me ha encantado! Un abrazo y mucha suerte!
ResponderEliminar¡Hola! Jajajaja, muy buen relato, cargado de ironía, genial participación. Un abrazo. :)
ResponderEliminarJa,ja, Francisco, si la hermana es como el narrador, no me extraña que eligiera a semejante tipejo! menudos dos personajes. El primero con una visión del arte, y del mundo pues el arte no es mas que una forma de retratar este último, muy particular y fuera de serie; aunque la verdad visto lo que se ve en las galerías de arte, ¿por qué no admirar un extintor colgado en la pared? seguro que tiene más chicha que muchos cuadros. Y para rematar, nos encontramos con que quien nos habla no es diferente al caballero inglés y nos regala una escena final que nos deja descolocados, un Jacques Cousteau estrafalario. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy buenas, don Francisco:
ResponderEliminarConfío en que no sea usted alérgico a los gatos, como lo es a los excéntricos.
Ese traje de buzo lo favorece, me podré uno cuando intenten llevarme al agua.
Sólo felicitarlo por su paciencia con su amigo “el rarito” (seguro que él es uno de esos que aman a los perros y los consideran “uno más de la familia”) y trasmitirle mi agradecimiento por el buen rato que he pasado leyéndolo.
Un abrazo, don Francisco.
Hola Antonio, un buen relato la cosa es como seria tomar el te con el protagonista y su cuñado. Lo mismo seria parecido a el te con el sombrerero loco. Un saludo.
ResponderEliminarMuy buen relato amigo, con ese cuñado excentrico. En la vuelta final como siempre dejas tu impronta. Dos Excéntricos por uno. Tienes muy buena puntuación. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Antonio. ¡Me has hecho reír mucho!
ResponderEliminarPues todas las reflexiones del incombustible cuñado se me hacen ya escuchadas y sufridas cada vez que tenemos la osadía de escuchar o leer a un "crítico de arte" de los que salen en los medios. Está claro que el título que lo acredita, incluye un diccionario de idioteces varias.
El relato es muy bueno y me ha encantado también la traca final con el personaje que narra, demostrando su total alejamiento de las actitudes de un personaje excéntrico.
Un abrazo y mucha suerte con el Tintero.
Algo a favor del excéntrico personaje, es que sabe lo que es un punto de fuga.
ResponderEliminarUn conocimiento que no todos tienen.
El cuñado podría vengarse, invitándolo a una muestra de pintores hiperrealistas.
Saludos.
Hola, Francisco. Un gran relato lleno de humor, ironía, gusto, estilo elegante y calidad. Me ha encantado y este cuñado me ha parecido un entendido en arte, porque lo importante de las obras no es ella en sí sino lo
ResponderEliminarque se dice de ella, y ahí está el verdadero arte. Perdón el corte en el comentario no sé a qué botón le he dado. Un abrazo.
ResponderEliminarBueno bueno, pero que muy bueno. ¡ojalá se me hubiera ocurrido a mi! Con un vocabulario preciso describiendo el pedante excéntrico que debía de padecer del síndrome de Sthendal. Seguro se habría embelasado delante de un cuadro de Tapies, y, como bien cuentas, ante un muro desconchado.
ResponderEliminarTu aporte, uno de mis preferidos hasta ahora, Francisco. ¡Magnífico!
Uff, esas personas que se creen eruditos del arte son bastantes insoportables. Ja, ja. Buen relato, trasmite muy bien la personalidad de los personajes.
ResponderEliminarSuerte con el relato.
Un saludo.
¡EXCELENTE! Gracias por compartir esta propuesta, Francisco
ResponderEliminarJajajajaja, al final todos estamos pirados, Francisco. Pero vemos la mota en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro. Dos personajes estupendos , cada uno en su estilo. Una narración impecable, me ha gustado.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Un abrazo.
Menudo personaje que te has marcado, Francico.
ResponderEliminarGran relato, tan solo quiero hacerte un inciso: donde dices "prototipo", la palabra correcta sería "estereotipo".
Fantástico tu personaje y como lo describes, no le falta detalle al susodicho y para remate el final es genial.
ResponderEliminarBien contada toda la enredada trama.
Un abrazo
Puri
Hola, Francisco. Desde luego, cada uno va a su tema. Como todos los miembros de la familia sean así... ¡Tendrías un buen filón del que sacar grandes ideas! Je, je, je.
ResponderEliminarHas realizado un trabajo fantástico. Felicidades.
Hola, Francisco. Entre el petulante y el extravagante, no sé yo con cual de ellos aguantaría una mañana o tarde sin emborracharme a la primera de cambio. Hasta el más normal de los mortales tiene sus excentricidades, pero las nuestras son las buenas y el resto del todo censurables.
ResponderEliminarBueno, yo también me he extasiado con tan artística y comentada visita. Reto cumplido por los dos cuñados o cuñaos.
Saludos y suerte.
Dios mío!!! Pero qué divertido!! Maravillosamente humorístico; parodia descomunal de ciertos tipos... Ingenio a manos llenas en cada descripción de los... esperpentos.
ResponderEliminarPara releer y saborear, y reírse otra vez. Genial.
Un fuerte abrazo
Francisco, me hiciste recordar a Chespirito, y su versión "Los chiflados", con las aventuras de Chaparrón Bonaparte (Chespirito) y Lucas Tañeda (Rubén Aguirre), dos personajes muy locos que nos hicieron reír por mucho tiempo.
ResponderEliminarUn relato la mar de bueno, que nos deja pensando, ¿quien tiene la razón? ja, ja.
Que par de locos... Felicidades por las esmeradas y geniales descripciones de lo absurdo. Un abrazo.
Mi agradecimiento a todos y cada uno de los que dejasteis vuestro comentario después de leer el relato.
ResponderEliminarUn abrazo.