Por si me pasa algo, me dijo. Y me enseñó una póliza de seguro de vida donde él era el abajo firmante, y yo la beneficiaria. Todo muy bien especificado con sus clausulas correspondientes, y al detalle los supuestos accidentes, sucesos y contingencias que pudieran ser causas evidentes de un eventual deceso. Un contrato ampliado donde la cantidad a pagar por parte de la aseguradora casi se triplicaba.
Y desde entonces ha sido un sin vivir para nosotros. Toda una serie de fortuitas catastróficas desdichas que no parecen tener fin. Que si una larga hospitalización a causa de quemaduras de tercer grado con aceite hirviendo, Que si una caída por una escalera con múltiples fracturas de huesos. Un envenenamiento por algo que comió en mal estado, pasando por un conato de ahogamiento al resbalar en la bañera y otro de asfixia por escape de gas. Un accidente de coche que le ocasionó diversos traumatismos y un robo con violencia donde le apuñalaron varias veces casi con saña y premeditación.
Pareciera estar bajo el influjo de una maldición. Por ello, después de tanto disgusto, le he propuesto unas vacaciones de aventura. Tirarse en paracaídas, barranquismo, puenting, actividades de ese tipo, para que se relaje y no esté tan tenso. Lo hago solo por el bien de mi insufrible marido. Bueno, también por el mío, que estoy más que harta de clavarle agujas a este muñeco de trapo sin obtener ningún resultado.
Derechos de autor: Francisco Moroz
¡Ja, ja, ja! Qué bueno. Se veía venir desde el principio, pero lo del muñeco de trapo, del todo inesperado.
ResponderEliminarUn abrazo, Francisco.
Muchas gracias por tu comentario y tu risa. Me llena de satisfacción haberlo conseguido.
EliminarUn fuerte abrazo, Mª Pilar
La buena voluntad de él no estaba compensada por la de ella, todo lo contrario. Y es que hay que ir con mucho tiento al hacer una póliza de vida y accidentes con una cantidad a cobrar muy elevada por parte del beneficiario. Es una tentación que más vale no provocar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bien has dicho Josep. La esposa pone toda la carne en el asador para que el óbito accidental se produzca, pero él se empecina en lo contrario. Habrá que darle un empujoncito para ayudar a esa falta de voluntad.
EliminarUn abrazo, amigo.
Buenísimo. Yo sabía que la causante de tanto accidente era la mujer, pero, como siempre, le das un giro inesperado y es la mujer, pero no directamente. Yo tengo un muñeco de Vudú. Igual empiezo a usarlo. No con mi marido (aún no ha hecho seguro de vida), pero se me ocurren varias personas que...
ResponderEliminarUn beso.
Tienes más razón que una santa. Hay algunas personas (por llamarlas de alguna manera) que dejarían mucha paz si desaparecieran de la faz de la tierra. Todos seguiríamos igual de pobres, pero más tranquilos y menos estresados a causa de los sobresaltos que producen a la sociedad.
EliminarBesos.
Qué buena gente que es ella, una santita, mira que lo quiere... Lo del vudú es importante porque te aleja del delito (ja, ja...).
ResponderEliminarUn abrazo, Javier
A ver quién es el guapo que incrimina a alguien por clavar alfileres a un muñeco. Oye, y si sale bien pues estupendo. Nos levantamos con la conciencia tranquila y el riñón cubierto.
ResponderEliminarUn abrazo Juan Carlos.
Ya sabes lo que dicen "el camino al infierno está lleno de buenas intenciones", no tengo dudas de ello.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Y además se llega fácil al destino propuesto si se pone empeño en ello. Pero el cónyuge no se lo pone fácil a esta pobre mujer.
EliminarUn abrazo y buen y largo fin de semana José.
Ese marido tiene más vidas que un gato.
ResponderEliminarSaludos.
A ver si con las nuevas propuestas de deportes de riesgo se precipita la solución al problema de la mujer. Aunque precipitarse no sea el verbo políticamente correcto en este caso.
EliminarUn abrazo José Antonio.
Ve tú a saber si eso sería la solución definitiva. Yo creo que su marido no está por la labor de fenecer; aunque no se yo si merece la pena tanto sufrimiento.
ResponderEliminarEres malo, muy malo... no des ideas.
Un abrazo.