viernes, 5 de septiembre de 2014

Tempus fugit




Un anciano caballero de 90 años recién cumplidos con mucho recuerdo en su memoria,casi tanta como años pesan en su encorvada espalda, se empeña en celebrar continuamente la vida que le toca.


La excusa puede ser nimia y el motivo peregrino, el más pequeño acontecimiento es celebrable a su entender, pues a estas alturas de la película y sin saber lo que le queda por patear esta tierra, se agarra a la felicidad de poder rodearse de los más queridos y reír y cantar y conversar a viva voz, sin cortapisas, ni prohibición que ponga límites a las ganas de querer y sentirse querido, compartiéndose todo él, con los suyos.


Otro abuelo de 89 reseñables aniversarios, de pelo blanco y sonrisa infantil, me dice en su lucidez diáfana de buen seso, cuando el ominoso muro del olvido llamado Alzheimer le deja un respiro: Que todas las mañanas al abrir los ojos, debemos agradecer un día más al creador, se llame como se llame, esa nueva oportunidad que se nos concede para corregir los errores cometidos y restañar heridas infringidas, decir todo lo que amamos y respirar a pleno pulmón el aire que aún nos toca por respirar en este reparto de suerte tan inestable llamado vida.


Y es que hoy somos y mañana no, y de nada sirve que nos recuerden cuando hayamos partido como lo que fuimos o pretendimos al menos ser; marcharemos desnudos igual que cuando nacimos, partiremos solos allá a donde vayamos sin nadie que nos acompañe al más allá o a la vuelta de la esquina para no regresar, y dejaremos alguna estela como el barco que parte de puerto, pero hasta estas se difuminan en la inmensidad de las aguas de la endeble memoria de los deudos, cuando la heredad es repartida.


Es condición inapelable de la vida: la muerte, el que viene acá sabe que deberá partir tarde o temprano y de forma inesperada, de manera impremeditada a no ser que provoquemos la partida, y eso en mentes sanas no es factible.

De nada servirá pues, demandar a la "Parca" un poquillo más de tiempo para despedirnos de lo que dejamos, y esta que es flaca y vieja como la historia del hombre, también lo será sorda a tales demandas caprichosas.

Por eso mismo y como el tiempo pasa irremediable por nuestra piel y nuestra alma, nos pongamos como nos pongamos, dejemos de una vez por todas de hacer posturitas ocasionales de promesas lanzadas cual oriflamas al sol, e incumplidas al rato siguiente por nosotros mismos alegando falta de motivación o precisamente de ese tiempo para realizarlas, el mismo que se nos escurre como arena entre los dedos cada vez que tomamos aliento.

Condenados a muerte estamos desde que nacemos y en esto no hay negociación que valga.

Aprovechemos pues:

Los ratos jubilosos de alegría que son pocos.
Los momentos de felicidad que son menos.
A las gentes que se cruzan en nuestra ruta que es mucha.
A las personas entrañables y queridas, que son contadas con los dedos.

Disfrutemos:

Del camino y del paisaje, del viento la lluvia y los tornados, la tormenta, la brisa y los días luminosos. 
Y me refiero a los de dentro y a los de fuera de nuestro cuerpo.

Gocemos:

De los pequeños placeres y detalles que nos depare el destino.
Sepamos avanzar el doble cuando tropecemos y no caigamos, y si cayésemos, a levantarnos con premura y seguir rumbo norte.

El pasado siempre será lo que dejemos atrás como presente vivido en el momento en que lo hicimos, y el futuro se convertirá en presente en el instante que lo alcanzamos. Con lo cual no viviremos nunca de pasado ni futuro y si en presente continuo.


Los antiguos, que en esto de pensar y filosofar nos llevaban amplia ventaja, resumían todo con un latinajo de los suyos: 

"Carpe Diem quam minimum credula postero",
que viene a decir algo así:
"Vive el momento y desconfía del mañana".

¡Por cierto!, hay una película circulando por ahí titulada: -In Time- que merece la pena ser visionada por lo que nos haga recapacitar sobre el tema aquí tratado.

El tiempo como moneda de cambio:"El tiempo es oro", el tiempo codiciado y la ambición de la eterna supervivencia.

Señoras, señores, lo de los cursos de inglés y las dietas utópicas de principio de año están muy bien como promesas incumplidas, pero no dejen de sonreír, de ser amables y tolerantes con los demás y consigo mismos, sean pacientes, generosos, comprensivos y muchas más cosas siempre en positivo. 

El tiempo pasa y lo que nos llevaremos será lo que amemos y compartamos, lo demás se queda: 
Las carreras, los títulos, las Master-Card  y los bienes conseguidos. 

El reto es el siguiente: si nos han de recordar, que lo hagan como:
- Los que nacimos llorando mientras los de alrededor  reían y se marcharon sonriendo mientras los de alrededor lloraban -

Asegurándonos de dejar huellas profundas en las sendas recorridas a lo largo de nuestra propia historia.


Y encontraremos por añadidura todas las excusas habidas y por haber para celebrar que respiramos un día más.

                             


                  Dedicado a esos dos viejitos tan queridos.

domingo, 31 de agosto de 2014

La verdad sobre el caso Harry Quebert

La verdad sobre el caso
Harry Quebert

De : Joël Dicker

Tenía muchas ganas a esta novela después de oír tan buenas críticas y haber leído en otros blogs muy buenas referencias al respecto.

Y efectivamente, coincido plenamente en las apreciaciones de los críticos como la de los bloguer.


Se trata de una novela muy bien construida en base a un argumento sólido que mantiene al lector interesado en la trama de la historia hasta el final, sin perder el ritmo a lo largo de todo el libro, que leeríamos de un tirón si no tuviéramos otras cosas que hacer. 


"Algunos querrán hacerle creer que los libros tienen relación con las palabras, pero es falso. Se trata de una relación con la gente."


Estamos ante un thriller que nos es narrado en tres periodos de tiempo diferentes: 1.975, año en que empiezan a acontecer hechos relevantes que nos conducirán a la trama principal de esta historia. 1.998, año en que "Harry Quebert" conoce a "Marcus Goldman". El primero como profesor de una universidad de Massachusett y el segundo como alumno de la misma, en busca de su vocación como escritor. 2.008, tiempo actual en el que se desarrolla toda la investigación en torno al caso y los sucesos acaecidos en el 75. 

Los personajes que irán apareciendo están bien definidos y enmarcados en el contexto narrativo, estos irán desgranando sus propias historias a la vez que darán luz a las sombras que rodean el misterio; no quedarán cabos sueltos al finalizar el libro, y giros inesperados no dejarán de proporcionarnos sorpresas. El autor jugara con la expectación del lector creando paréntesis en la narración presente, para retroceder de manera un tanto aleatoria a otra época, en donde se nos describirán sucesos que nos ayudarán a comprender esas pequeñas lagunas que se irán formando según vayamos avanzando en la lectura.


Como curiosidad os adelanto que es de esas novelas de misterio en el que haremos nuestras propias cábalas sobre el posible asesino y en el 95%  de probabilidades no acertaremos.



El protagonismo es compartido entre los dos personajes nombrados:

"Marcus Goldman" un escritor joven de 28 años que se ha creado un cierto renombre con la publicación de un libro muy bien acogido por crítica y publico, de tal manera que le es demandado un nuevo título de forma inminente y esto origina una presión personal que le ocasiona una crisis estresante a la que los escritores denominan: "página en blanco", esto es: una falta de inspiración a la hora de fraguar una nueva obra.

"Marcus" recurrirá a su mentor y maestro: "Harry Quebert" que vive retirado en "Aurora" una pequeña localidad situada en "New hampshire" en Estados Unidos.

"Harry" es un escritor de renombrada solidez que triunfó con el libro al que se consideró su obra maestra: -Los orígenes del mal-

Lo iremos descubriendo como tutor y guía de "Marcus" a lo largo del inicio de los distintos capítulos en los que le da consejos y pautas, para iniciarle como escritor, también relacionados con el deporte del boxeo y que podrían aplicarse igualmente a la vida.


"Importante no es la caída, porque la caída es inevitable, lo importante es saber levantarse."


"La libertad es un combate continuo del que somos poco conscientes."


También aporta una máxima con la que también el lector se siente identificado.


"Un buen libro, Marcus, es el libro que uno se arrepiente de terminar." (Tanto de escribirlo como de leerlo)


Todo se complica cuando en el jardín de Goose Cove la casa en la que habita "Harry", al ser realizados unos trabajos de jardinería se encuentra el cadáver de una muchacha de 15 años llamada "Nola Kellergan" que desapareció  el 30 de Agosto de 1.975. La última vez que fue vista, corría por el bosque, ensangrentada y huyendo de un hombre, y lo más grave es que "Harry" tuvo una relación sentimental con ella hasta su desaparición.


"Harry Quebert" es detenido de forma inmediata y sometido al juicio de la opinión pública, perdiendo la aureola de escritor estrella. "Marcus" viendo que su mejor amigo se hunde en la miseria del escarnio de los que fueron sus admiradores, decide emprender por su cuenta una investigación paralela a la que lleva a cabo la policía. El,  junto al sargento " Perry Gahalowood" que no da un penique por la inocencia del afamado escritor, tratarán por todos los medios de esclarecer ciertos episodios que parecen ser recordados con cuentagotas por los vecinos de la población de -Aurora- según se van entrevistando con cada uno de ellos

Se irán descubriendo historias de pasión, odio, envidias, miedo y remordimientos; todo ello como piezas de un rompecabezas que se resiste a ser conformado para mostrarnos la verdad en toda su crudeza.



El pasado parece perseguir a los habitantes del pequeño pueblo, todos tienen algo que ocultar o que olvidar, que callar y decir, pero nadie quiere destapar su culpa, el secreto se guarda celosamente bajo la capa de esos 33 años que se solapan desde la llamada de "Deborah Cooper" al servicio de emergencias y el descubrimiento del cuerpo de la pequeña "Nola".


"Todo el mundo tiene demonios. La cuestión es simplemente saber hasta que punto esos demonios son tolerables."


"Huyas donde huyas, tus problemas se meten en tu maleta y te siguen a cualquier parte."


"Marcus" entre tanto, parece recobrar la inspiración perdida, y ello le empuja a escribir el libro cuyo título tenemos entre las manos, dando un giro importante a su vida, actuando como un auténtico luchador.


Muchos son los motivos por los que esta novela se convierte en atractiva, y todos ellos irán surgiendo conforme vayamos avanzando entre sus páginas. Al igual que lo han hecho muchos otros antes que yo : os la recomiendo sabiendo de antemano que no os dejará indiferente su lectura.


No me gustaría finalizar la reseña sin dejaros el último de los consejos que nos aporta "Harry Quebert" de boca de "Marcus":


"Un día Harry me dijo: Dale sentido a tu vida. Hay dos cosas que dan sentido a la vida: los libros y el amor......."




miércoles, 27 de agosto de 2014

...Y no seréis juzgados


En cursos de auto-ayuda que se imparten en todo el mundo con una frecuencia cada vez mayor a causa de nuestras debilidades y obcecación mental,  causadas por ritmos de vida infernales y recortes de tiempo que nos impiden el análisis y la valoración personal. En estos cursos digo, y entre uno de los muchos ejercicios que se le plantean al asistente, se encuentra el de confeccionar una lista con sus virtudes y sus defectos;
algo así como un examen de conciencia íntimo y personal en los que descubrir los tesoros de los que somos portadores como personas, y los lastres que arrastramos con abnegación de mártires inconscientes.

Entre otros muchos atributos podemos ser: generosos, constantes, tolerantes, tímidos, capciosos, irónicos, cínicos, holgazanes, simpáticos, razonables, dialogantes, egoístas, tiernos, amables, trabajadores, huraños, confiados, desconfiados, retorcidos, educados, cariñosos........y más, y más, y muchiiiisimo más.

Una lista interminable con miles de términos con los que intentamos descubrirnos, re-descubrirnos o desenterrarnos entre tanto escombro, mostrarnos al público y calificarnos a modo de auto-evaluación de forma razonable para nuestra autoestima; y es que tenemos tanta necesidad de conocernos, pero tanto miedo a descubrirnos...


¡Pues bien! una de las palabritas más usadas, más escritas y más sufridas en nuestras propias carnes y en las ajenas es el de "Críticones".


La crítica  siempre viene de la mano del pre-juicio, tan dolorosos ambos.

En esa lista tendría que ocupar el puesto "Number one" y siempre dentro del "Top Ten" de adjetivos calificativos del ser humano.

Viene a ser algo así como el deporte oficial de todas las naciones donde habita el género humano o sea: todas, todas.

No se libra ni el "Tato", y este debe ser alguien universal cuando nos representa a todos.

¡Cuidado! ¿Primero es el uno o la otra ? ¿ El huevo o la gallina ?

personalmente no sabría deciros pues son primos hermanos. ¡Menuda familia!
Y llegados aquí: "Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra".

Primero una pequeña definición:


Juicio, Prejuicio. A diferencia del juicio, el prejuicio representa una opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable y que no surge como fruto de la experiencia presente sino de juicios previos, acerca de algo que se conoce mal. 

Cierto es, todos nos precipitamos a emitir preguntas previas ante el desconocido, el forastero, el que entra en nuestra vida sin credenciales ni carta de presentación en la boca: ¿ Quién es ?
¿ A qué viene ? ¿ Qué busca ? ¿ Qué quiere ?

Entra al escenario la desconfianza y el miedo a lo que ignoramos, nos sentimos agredidos en cuanto nuestro espacio de seguridad es violado; algo así como el espacio aéreo, o las fronteras de los países; también el ser humano las tiene, no os quepa ninguna duda, se denomina distancia de seguridad, y en cada individuo es diferente y según a que cultura pertenezca ese individuo será más larga o más corta.


A partir de aquí nuestra tolerancia o generosidad  juegan el papel decisivo para empezar el juego de la aceptación y la

comunicación, si es lo contrario lo que prevalece empezamos a omitir los juicios apresurados contra, y digo contra porque pocas veces son a favor, el objetivo humano, diana de nuestros dardos, casi siempre con veneno para hacerlos más letales, provocando
rechazo y marginación.

Es sabido que un juicio puede ser justo o injusto cuando se ejerce sobre un individuo, por una acción realizada por él, y mediando testigos directos que puedan opinar objetivamente sobre dicha actuación y valorarla como buena o mala, según el criterio de las leyes o la lógica de convivencia de la sociedad en la que está involucrado;

juicios basados en hechos y pruebas tangibles, no en murmuraciones, comentarios y marujeos de patio de vecinos.

Pues entonces. ¿Porqué somos tan dados a realizarlo nosotros tan gratuitamente, sin pruebas suficientes ni datos, ni conocimiento? ¿Lo que vulgarmente se define como:

 -sin ton ni son- ? ¿ Simple debilidad impresa en los genes de la raza ? ¿Por malicia ?

Personalmente una de las razones que yo he encontrado con más frecuencia es la envidia, otra señorita hermanada con la crítica que dicen pinta en verde como la esperanza, aunque esta última no sea pariente...¡menos mal!


Cuando envidiamos a alguien por algo, lo más frecuente, no es que intentemos superarlo o igualarlo deportivamente con esfuerzo y sacrificio, ¡no! lo mejor es ponerlo a nuestra altura cortándole las piernas y mejor aún derribándole; y entonces 

¿Que mejores armas a nuestro servicio que la crítica y el  
pre-juicio ? siempre ejercido ante los demás, los que creemos que nos van a secundar y aplaudir por nuestro buen criterio, cómplices al fin y al cabo de nuestras malas artes discriminatorias.

Otra de las razones descubiertas, es la de pretender destacar, realzar nuestro Ego ante los demás a costa del otro, denostando a la víctima y despreciando sus virtudes, algo así como señalar al leñador el árbol que queremos que derribe y después subirnos encima del tronco caído para sentirnos más grandes. Ya lo ilustró el fabulista Esopo con el cuentecito de la zorra y las uvas. El desprecio, el escupitajo y el " apartheid "


Esto lo hacemos nosotros como individuos, y como colectivo los gobiernos, los países, las naciones Algo tan extendido como el cáncer y tan dañino y mortal como él.


Todos extendemos el dedo acusador que señala, que enjuicia, prejuzga y condena, con precipitación desmesurada cuando hay intereses que así lo requieren y todo por frustración o amargura, otra aparente razón que mandó a muchos herejes a la hoguera, a millones de judíos a las cámaras de gas, y a innumerables seres humanos a la esclavitud.


Ninguno estamos libres de esta culpa, es contagiosa, pero es curable si ponemos voluntad y buena fe.


Los criterios para conseguirlo son básicos:

Gestionar nuestras emociones e impulsos instintivos, intentar el acercamiento y el diálogo previo que nos permita conocer a las personas, naturalmente conocernos a nosotros mismos y ejercitarnos en el contacto positivo que conduce al entendimiento, y sobre todo comprensión antes de emitir juicios apresurados intentando meternos en los zapatos y vestir la piel de aquel al que pretendemos pre-juzgar, apartar y discriminar. 

Ser conscientes que la ignorancia es muy culpable de todo.

Observar las causas, el porqué de las acciones y actuaciones y analizarlas con racionalidad y la mano puesta en el corazón.

Y por último, evitar a toda costa el prejuicio aunque solo sea por no hacer el ridículo y quedar como auténticos bobos, o el tener que arrepentirnos cuando no haya retorno en el mal infligido.


A modo ilustrativo os dejo esta historia que circula por Internet.


Una muchacha esperaba en un aeropuerto la hora de embarque de su vuelo.

Como el tiempo se le hacía largo compró una revista y un paquete de galletas, se sentó y empezó a leer.
Un hombre se sentó un asiento más allá de donde se encontraba ella.
La muchacha abrió el paquete de galletas y cogió una,seguidamente observó con sorpresa como el hombre cogía otra.
Se sintió irritada y aunque no dijo nada pensó en lo descarado de la actitud de aquel hombre y en su atrevimiento. Cada vez que ella cogía una galleta el hombre hacía lo mismo.
La chica se enfadaba cada vez más, pero no quería armar un escándalo.Cuando sólo quedaba una galleta en el paquete el hombre la cogió,la dividió por la mitad y le ofreció una parte a la muchacha.
¡Menuda frescura la de aquél tipo! pensó de nuevo.
Totalmente irritada cogió sus cosas y se fue hacia la fila de embarque.
Más tarde cuando se sentó en el asiento del avión abrió su bolso y con gran sorpresa y tribulación se encontró con su paquete de galletas intacto.
No comprendía como se había podido olvidar que guardó sus galletas en el bolso.
El hombre sin embargo compartió lo suyo sin ningún problema,sin explicaciones de ningún tipo....Era tarde para pedir excusas.

                Hay cuatro cosas imposibles de recuperar:

                  Una piedra… después de haberla tirado
                  Una palabra… después de haberla dicho
                  Una ocasión… después de haberla perdido
                  El tiempo… cuando ya ha pasado



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