miércoles, 26 de noviembre de 2014

Muerte entre líneas

Muerte entre líneas




De : Donna Leon




Cuando en el título de un libro se sugiere que el argumento va a girar entorno a ellos: el mundo de lo literario, bibliotecas, manuscritos, códices. Para los lectores saltan alarmas de aviso, cual señuelos que nos ponen los autores y editores para que los que amamos la lectura y su entorno; nos sintamos irremediablemente atraídos como mariposas a la luz.


Y si con una especie de premeditación y alevosía te ilustran la portada, con una estancia llena de volúmenes lujosamente encuadernados, como es el caso, entonces la adrenalina y el instinto, nos hacen adquirir el libro, o tomarlo prestado de la biblioteca pública más cercana, para una vez en nuestras manos devorar su contenido con -ansía viva- que diría un famoso humorista, cuyo nombre empieza por José y termina por Mota.


Este fue el caso y ya os contaré mi experiencia, después de reseñarlo.


La autora es conocida como: Dama de la novela negra y tiene una buena crítica a sus espaldas como creadora de dicho género. Al igual que "Agatha Christie" con su "Poirot". "Donna León" tiene su personaje carismático en esta novela. Se llama

"GuidoBrunetti" y el entorno en el que realiza sus investigaciones es el incomparable marco de Venecia; al menos en esta ocasión.



"Brunetti" es un personaje observador y con cierto halo de mística atracción, aún rayando en lo convencional. Sencillo y adusto en sus costumbres cotidianas y bien relacionado con la parte más noble de la sociedad veneciana, esto gracias a su matrimonio con "Paula", hija de padres bien situados en la escala social, asentados económicamente y entroncados con fuerte raigambre antigua de sangre azul.


Todo comenzará con una llamada telefónica desesperada, que dará lugar al caso que le va a ocupar en este episodio; es la hecha por la "Dottoressa Fabbiani" directora y responsable de la biblioteca Merula donde al parecer, se han producido unos robos de láminas ilustradas de algunos de los libros más antiguos de los fondos de dicha biblioteca; al igual que algunos tomos de incalculable valor.


A parte del escándalo que el expolio puede representar ante la opinión pública, a la dottoressa "Fabbiani" le aterroriza la reacción que pueda provocar en la principal mecenas del centro. Se trata de la "Contessa Morosini- Albani" una dama educada, culta, inteligente y muy leída. Una de las mayores fortunas venecianas que ha cedido libros de la colección privada de su familia, siendo algunos de ellos los que han sido robados.


"Brunetti" acepta el caso y se persona en la biblioteca de Merula y recuerda su paso por allí con anterioridad siendo él estudiante.


"Recordaba lo mucho que le gustaba el tacto y el peso de los libros, pero sobre todas las cosas le venía a la mente esa fragancia seca y suave, ese empeño del pasado por abrirse paso hacia la realidad."




Entre los sospechosos que serán investigados, el principal. Un supuesto profesor de historia recomendado por un catedrático de la universidad de Kansas. "Joseph Nickerson" que resulta no ser quien dice ser.


"Uno puede sonreír y sonreír y ser un villano." (Hamlet)


Otro. "Aldo Franchini" un habitual usuario del centro, que pasa horas enfrascado en la lectura de los padres de la iglesia. Por eso y por tratarse de un ex-sacerdote le apodarán "Tertuliano" y el caso se complicará, cuando este aparezca muerto de forma violenta en su domicilio.


El mercado negro y el tráfico de libros antiguos parece ser el objetivo de los robos perpetrados en Merula.


Y poco más os voy a contar sobre la historia que se dirimirá con las consabidas entrevistas con los personajes sospechosos; y los tiras y aflojas con la burocracia italiana más recalcitrante.

La autora nos sumerge en ese mundo pausado de la cultura mediterránea, donde los ritmos son diferentes a los de otras culturas más frías y metódicas.

Quizá por esto la lectura se haga un poco lenta y el interés de la trama argumental, decaiga por la falta de acción, que en teoría es lo que se espera de libros del género que nos ocupa, y que no parece llegar nunca.


por momentos los diálogos son lo más interesante del libro, pero un poco monótonos en algunos casos. los personajes salvo el propio "Bruneti" y el de la contessa "Morosini" carecen de enjundia y a veces de cuerpo, las descripciones son insuficientes para conocerlos y algunos de ellos son intrascendentes del todo, parecen estar puestos como de relleno. 


En mi opinión personal y quizá errada, este libro se ha escrito de forma oportuna, aprovechando el caso, este sí real, del robo en la biblioteca Girolamini de Nápoles de unos 1.600 libros, de valor incalculable, que causó gran conmoción entre los entendidos amantes de lo manuscrito e impreso. Libros incunables que desaparecieron bajo la escasa vigilancia de lo que, un patrimonio cultural de estas dimensiones y trascendencia debería tener.


Pero lo que podría haber sido una trama con base argumental muy sustanciosa, ha terminado convertida en una historia muy escueta, sin trascendencia alguna y con final previsible. Una más, de las que el lector tampoco recordará como una de sus mejores lecturas.


No obstante también confieso, que es el primer título de esta autora que he tenido entre mis manos, y que habrá que probar más adelante con alguna otra de sus obras. Quizá no acerté con la elección esta vez; me precipité. ¡Oh incauto! seducido de nuevo por el señuelo de la portada y la presentación.


Por cierto. Más adelante reseñaré otro libro de un autor español que trata aproximadamente de lo mismo...lo dejo ahí.



domingo, 23 de noviembre de 2014

La Sangre de los libros


La Sangre de los  

libros





 De : Santiago Posteguillo



 "Sapientia sola libertas est"

 "La sabiduría es la única libertad"
                           (Cicerón)




No os descubro nada nuevo si os digo que este autor de novela histórica me entusiasma, tiene ese estilo que hace especial a un escritor, un don que mezcla la facilidad narrativa de un buen contador de historias y la de un excelente profesor que sabe como atraer a sus alumnos para que se empapen de las enseñanzas impartidas.

En este caso abandona las sagas de afamados romanos para introducirse en las historias de los libros, de hecho es un libro sobre libros. Sigue la línea de aquel otro cuyo título nos sugería un contenido interesante como de hecho así es:
 -La noche en que Frankestein leyó el Quijote-  pero este libro pasó un tanto desapercibido a causa de la publicación de la primera de las trilogías. Os invito a que lo hagáis en cuanto podáis, pues os llevareis más de una sorpresa con su lectura.

En este nuevo volumen el autor nos introduce de forma sugerente en historias poco conocidas de autores de relieve, al igual que de la génesis de ciertas obras que son básicas en toda biblioteca y que todos deberíamos leer.



Historias las que nos cuenta, desconocidas para la inmensa mayoría, como rescatadas de archivos confidenciales y que por su mano se nos irán desvelando, un mundo de trastienda de librería donde se guardan secretos. Misterios y enigmas que con las reseñas del autor ya no lo serán tanto.

Unas 208 páginas que se os harán muy cortas, personalmente me duró un día y medio su lectura. Era tal el interés que tenía en él desde que conversé con el autor y me dijo que era inminente su edición; que no pude parar hasta terminarlo.

La única pega, como siempre ocurre con "Santiago Posteguillo" es que te quedas con ganas de más.

No os hablo de su estilo ni de su prosa, es preferible coger una de sus obras y leerlas, ahí descubriremos la auténtica fluidez de sus palabras y sus dotes de docente. A él le gusta decir que son sus alumnos los que le enseñan y le incentivan a seguir escribiendo, y realmente en sus libros se nota ese afán de contar para enseñar para descubrirnos rincones desconocidos, a mirar con otros ojos y leer con otro sentido.


"Los escritores no combaten nunca en silencio. Las palabras son sus armas. Armas de las que muchos se ríen, sobre todo los poderosos, pero siempre se esfuerzan en silenciarlas..."



La documentación que realiza con cada libro que ha escrito es indiscutible, y la base de datos que nos proporciona al final de cada uno de ellos es impagable y muy de agradecer para el que quiera bucear más en la temática contenida en ellos: Bibliografía, recomendaciones, Autores referentes, citas, notas, mapas, ilustraciones etc...

Con este en concreto, satisfará los paladares literarios más exigentes de los lectores. De forma amena, entretenida y gratificante.


Comienza dando un repaso cronológico a algunos escritores y pensadores del mundo clásico pero no para describirnos su obra ni sus pensamientos. Más bien para descubrir cuales fueron los motivos que les inspiraron, que sucesos gravitaron en su entorno para que eclosionaran y despuntaran como lo que llegarían a ser:  
Autores reconocidos, creadores de obras inolvidables.



Entre duelos a pistola, cartas que revelan auténticos sufrimientos de poetas anónimos, revelaciones inesperadas, repetidas condenas a muerte, un arma secreta desconocida que decantó el curso de la 1ª guerra mundial, suicidios, muertes inexplicables rodeadas de misterio, supuestos asesinatos, caballeros del siglo XVII batiéndose a espada en las calles de Madrid, la sufrida vida de un autor que sobrevivió a tres guerras, un premio Nobel desconocido y de Cuenca nada menos. 

¿Sabríais explicar en que consiste un Calambur?¿Que la Divina comedia estuvo en un -Tris- de no ser publicada? ¿Que ciertas obras las conocemos gracias a personas que las salvaron de la quema en el último momento?¿Y de una quema muy prosaica?

Desde lo anecdótico, "Pósteguillo" conseguirá avivar nuestro interés por obras de referencia que aun siéndolo, nos resultaban lejanas y anticuadas, o cuanto menos farragosas. De esta manera nos acercará a la literatura prácticamente desde sus orígenes, mostrándonos que la letra no entra con sangre pero que muchos libros costaron sangre el escribirlos, y como a él le gusta decir:

"para leerlos hay que tener mucha sangre en las venas" 


Salgari, Stevenson, Victor Hugo, Charlotte Brönte, Allan Poe, Calderón de la Barca, Petrarca, Dante, Asimov, Blasco Ibañez, Séneca, Shakespeare, Quevedo, Cicerón, Virgilio... serán algunos de los protagonistas de este libro que no es novela, pero que se lee como tal, con el mismo interés, si no más.

Todo un regalo para los sentidos y un gran viaje literario por el desván de pequeños tesoros bien guardados u olvidados en la memoria colectiva.


"La buena literatura de verdad, la que nos emociona y nos transporta a otros mundos, la que nos parece más real que la realidad misma es la que está escrita, palabra a palabra, verso a verso, página a página, con sangre en las sienes, en las manos y en el alma."


¡Sed bienvenidos a bordo de está privilegiada nave del tiempo!




domingo, 16 de noviembre de 2014

Inconformistas impenitentes




Hay días en los que la jornada se te resiste. levantarse de la cama y despegarse de las sábanas ya cuesta, pero hacerlo cuando el frío aprieta y la lluvia cae allá afuera es tremendamente difícil. 


¿Qué sacrificio puede haber mayor que ese? Bueno sí, el de abandonar el cálido hogar para abonarte a la habitual caravana de automóviles, en la que aparentemente nos dirigimos todos al mismo sitio. Los soñolientos conductores parecen tener el pie puesto en el freno para no llegar nunca a los respectivos puestos de trabajo y eso, origina atascos que quitan las ganas de seguir adelante si no fuera porque la marcha atrás es imposible.


Cuando llegas, acción que nunca conseguirás realizar con puntualidad, te agobias pensando en lo que queda por delante de periplo laboral, cuando todavía no has empezado con ello, y diriges tus pasos arrastrados a la máquina del café soluble, que siempre sabe a poco y al que siempre le falta algo: si no es el café es el azúcar y si no el agua. Perra vida la del currante inconformista, al que siempre le falta algo para sentirse a gusto.


Tiendes los brazos hacia los laterales, o a lo alto y en paralelo, como si te dispusieras a hacer algún ejercicio aeróbico, y te estiras hasta casi desencajar los brazos de los hombros, y te desentumeces y bostezas largamente y te pones a la labor; esa labor repetitiva que te espera donde la dejaste, ningún voluntario se ofrece nunca a realizarla por ti y menos, los encorbatados señoritos que aparecen sobre las 11 AM, con cara de tener muchos asuntos pendientes y estar super, hiper, mega ocupados.

Por lo tanto te toca a ti, impepinable, ineludible, inaplazable, irremediablemente, no solo realizar lo tuyo sino lo de ellos.

Para eso te pagan el salario de borrachera que te pagan. 

De borrachera por la risa que entra cuando ves la nómina, y la flojera posterior cuando recapacitas que con él, difícilmente   llegarás a final de mes sin hacer juegos malabares. Después te entran ganas de llorar y te pones triste. Ciertamente trastabilleas y te tambaleas cual beodo alcoholizado. ¿Borracho yo? ¡Tururú!
Desesperado más bien.

Para más Inri ahí viene el soplaflautas de turno, el que toca las narices con las prisas, las entregas urgentes y los plazos previstos.

¡Dios mío! ¿Qué he hecho para merecer esto? 

Esta pregunta te la sueles hacer pero muy bajito, como si la pensaras para adentro, porque si alguien la oye te pueden endosar eso de: ¡Haber estudiado más! O la otra muy recurrida: ¡Es lo que hay! Como si en la actualidad dependiera de los estudios y la cultura personal, eso cada vez más extraño de tener un trabajo bien remunerado, divertido y facilito de hacer. Y por el otro lado lo de: ¡Es lo que hay! es una falacia inventada por empresarios aprovechados para exprimirte al máximo, valorarte poco; e infravalorar tu trabajo para no tener que soltar euros en exceso. 

Esos mismos que van diciendo: "Los negocios están para ganar dinero". Lo que no concretan es quién gana ese dinero habitualmente y a costa de quienes lo consiguen.

¡En fin! a los pobres trabajadores, según marchan las cosas nos tocará aportar en el futuro algo de nuestro escaso pecunio a las empresas; para que estas nos permitan personarnos a trabajar y con ello satisfacer nuestras necesidades laborales y sentirnos satisfechos, por colaborar en el desarrollo de la nación y de su pujante economía.


Valientes sinvergüenzas están hechos los que abusan de las coyunturas y los que permiten tales abusos por parte de los que siempre tienen la sartén por el mango; aunque la tortilla siempre esté dando la vuelta. 

Esa casta heredada de elegidos a dedo, o lo que es peor, elegidos por los contribuyentes, que siempre caemos en la misma trampa con los mismos cebos de promesas incumplidas, y el grosero engaño posterior, al depositar nuestro papelito en esas urnas que parecen reírse de nosotros cuando nos damos la vuelta.

No nos queda otra que seguir bregando, cumplir las leyes a rajatabla y continuar oyendo: ¡No te puedes quejar, al menos tienes trabajo! Pero señores, si gasto más en carburante y transporte público que lo que me aporta ese alucinante empleo, regalo de los dioses y la oligarquía empresarial bien-amada. 
Y entretanto para animarnos en nuestra rutinaria actividad de desempleados o empleados a medio pelo, nos bombardean con noticias positivas y gratificantes, que nos enardecen, nos suben la moral y nos llenan de orgullo nacional, al comprobar con satisfacción la honestidad de nuestros altos cargos políticos, padres de la nación e hijos de la gran madre P...atria.

Cuanta desgracia en las familias sin ingresos y cuanto desgraciado zascandileando entre los escaños. Cuanta miseria en el pueblo y cuanto miserable predicando reformas y recortes, que ciertamente siempre afectarán con suma efectividad, a esos que siempre tienen la bota encima de la cabeza, esos que tiran del carro mientras los otros les arrean. Esos que cada vez son más reacios a levantarse por la mañana para seguir trabajando, pensando que cualquier mañana, en vez de integrarse en una impaciente caravana de coches a las entradas de la ciudad o en sus salidas, pueden engrosar esas otras largas filas de gentes penitentes sin esperanzas, a las puertas de unas oficinas que por cierto, no sirven para nada más, que jugar con estadísticas nefastas.


La triste realidad es que los ladrones y los incompetentes siempre están dentro de las grandes instituciones. Las personas de valía, con estudios y educación, los que se baten el cobre diariamente para sobrevivir en una sociedad cada vez más injusta, más desequilibrada y con menos ilusión en el futuro. Esos, son los que están afuera, los excluidos de las grandes decisiones de los próceres que solo en teoría, están al servicio del pueblo llano, impenitente, sufrido e inconformista.


Cada vez somos más los indignados a los que califican como terroristas incívicos. Nuestras pancartas como puras apologías a favor de la violencia. Las reivindicaciones manifestadas   pacíficamente son tratadas como revueltas para derrocar al gobierno. Según ellos somos ciudadanos egoístas que no estamos contentos con nada de lo mucho que nos dan con generosidad apabullante; velando ellos, por nuestros intereses fundamentales de "pan y circo".

A base de decepción, nos hemos convertido en personas que nos aburrimos en casa viendo los partidos de fútbol y telebasura que nos administran para anestesiar los sentidos, desviando la atención de los problemas que nos cercan por todos los flancos. Nos hemos transformado en individuos con ganas de armar la marimorena y complicarles a "Ellos" sus consentidas existencias de garrapatas institucionales, y sanguijuelas con cartera ajena, robada al descuido. Nos temen como a acosadores de sus falacias y bienestares.


En las próximas elecciones lo tengo decidido: votaré a mi perro, o por el del vecino, que yo no tengo. Ciertamente son animales más nobles, fieles y honrados e incapaces de traicionar al que les da de comer, mucho más que todos esos otros de dos patas que pululan como mosquitos en pantano... esos que solo sirven para chuparte la sangre y vivir a tu costa en una orgía continua de auto-complacencia.


Como me gustaría que nos pusiéramos las caretas de V de Vendeta y salir a las calles a pedir lo nuestro... incluso sin caretas.


Muy por el contrario, creo que nos queda cada vez menos para ponernos todos juntos, en filas prietas, delante de los bancos y los ministerios y gritar eso de: 

¡Queremos Soma!¡Queremos Soma! que ya gritaban los sometidos, en ese libro visionario escrito por Aldous Huxley donde se imaginaba una sociedad perfecta...
para los que mandaban ¡claro!


¡Dios! cuanta ironía.

 Que malos son los Lunes para la reflexión.




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