Dentro de un abrazo puedes hacer de todo: sonreír y llorar, renacer y morir.
O quedarte quieto y temblar adentro, como si fuera el último.
(Charles Bukowski)
-Es como
sale mejor la paella con bogavante ¡Cateto! y no la bazofia que has preparado
que no se la comería ni un muerto de hambre. Eres un aprendiz de cocinero, un
fraude sin ningún arte culinario, sin derecho a pisar las cocinas ni utilizar
mis fogones…
Todo esto me
lo dijo el chef delante del público y de las cámaras que me enfocaban mientras
yo, bajaba la cabeza avergonzado.
Me superé a mí
mismo, y practicando, llegué a ser el mejor.
Hoy he
preparado un arroz con bogavante sin bogavante y con carne que parece de pollo pero
tampoco lo es.
No soy muy
dado a hacer entradas de este tipo de eventos, entre otras cosas porque no
asisto a muchos; pero queridos lectores este fue especial y merece una, aunque
corta, merecida.
Ya hace unos
cuantos meses desde que el autor Pablo Palazuelo me ofreciera su libro para leerlo,
y si era de mi gusto, poder reseñarlo.
Soy un poco
reacio a hacerlo no porque sea poco generoso con ellos, sino porque no me gusta
condicionar ciertas opiniones personales con las obras de escritores que no
siempre tienen que complacer mis gustos literarios. Ellos como creadores tienen
en alta estima su obra y es un condicionante grande pretender hacer lecturas y
sinopsis positivas sobre todas ellas sin dejar de lado la objetividad.
El caso es
que la reseña de este título fue fácil, pues me vi gratamente sorprendido por
su calidad (Primer libro escrito por dicho autor) y el argumento adictivo e
interesante, al menos para un servidor, que no gana nada promocionando obras
ajenas. El autor así mismo y una vez hecha su reseña, me invitó a la presentación, y a partir de ese momento la reacción fue en cadena, trasmitiendo la noticia y tentándonos unos a otros para asistir al mismo, y así conocernos de paso.
Por lo tanto, la presentación de este libro fuera motivo y escusa
para juntarnos cuatro personas a las que ya unían lazos literarios-cinematográficos
virtuales.
Cuatro
personas detrás de sus respectivos blogs: Paloma de: Leer el remedio del alma,
Chelo y su blog “de cine y buenas vibraciones” y naturalmente Juan Carlos y el
suyo. Para un servidor, un profesor que no se hubiera tenido que jubilar nunca
por lo mucho que todavía tiene que enseñar.
El encuentro
tuvo lugar en la propia librería que acogía al autor y que se quedó pequeña
para el acto; el propio Juan Carlos hizo de maestro de ceremonias junto con
David. G . Panadero, un buen conocedor del género literario al que corresponde –Nunca es tarde paras morir-.
El autor nos
explicó alguno de los entresijos de la obra y la gran aventura de ocho años que
supuso el escribirla. Su lucha con las editoriales que se la rechazaron y su
batalla personal para publicarla. Creo que el camino ha sido arduo pero ha
merecido la pena.
Ya adelanto
que nos amenazó con escribir la segunda dirigida y dedicada especialmente a las
mujeres… Ahí lo dejo.
El encuentro
con el autor fue interesante, pero el verdaderamente especial fue con las
compañeras-os de la red bloguer.
La ocasión y situación de conocer a magnificas y
entrañables personas se da una entre muchas, y nosotros supimos aprovechar
dicho evento para hacerlo.
Yo tenía
ganas de conocer a mi ahijada, esa que dice que me debe tanto en su
aprendizaje, esa que tanto me agradece y me halaga. Creo que se está
convirtiendo en toda una referencia, marcando pautas en su blog, que otros con
muchos más años de rodaje no tienen.
Ella me
decía que al conocerla no me esperara algo espectacular y mentía como bellaca.
Pues me encontré con una magnífica conversadora y estupenda mujer, con
criterios bien definidos y perfeccionista con lo que hace. Incluso nos invitó
al café. ¡Gracias Paloma, Kirke!
De Chelo no
os voy a contar nada nuevo que no sepáis: ¡Cuanta alegría desprende esta chica!
Antes de conocerla ya sabía que se trataba de ella por la carta de presentación
de su sonrisa franca. Tímida y discreta como la que más, cuidando el detalle y
mostrándose con la naturalidad de la inocencia. Una niña grande que tiene sus
secretos… Ella vino desde Valencia para dejarnos disfrutar de su compañía.
Esas dos
horas que pasé con ellas se me hicieron tan cortas que al final se nos fue el
santo al cielo y casi llegamos tarde a la presentación.
Juan Carlos
es otro fenómeno, no conocía su faceta como maestro de ceremonias; estuvo claro,
escueto y conciso en las explicaciones Creo que se tuvo que reprimir las ganas un poco, pues él, con todo su
bagaje cultural podría habernos dado toda una clase magistral sobre un libro que
ni siquiera ha escrito él. Yo personalmente creo que no los lee. Los analiza
meticulosamente.
La tarde se
nos fue, pero nos dejó esa bonita sensación de haber conocido a personas muy
interesantes, ese tipo de personas a las que desde esos momentos ya podemos calificar como amigos.
Cervantes
fue un escritor al que le faltaba una mano y que vivía en un siglo triste, porque
todos iban vestidos de negro. Un día vinieron a visitarle las "musarañas" que
eran como unas mujeres inventadas que te animan a hacer cosas y a Cervantes le
dijeron que tenía que escribir algo famoso.
Y escribió:
Don Quijote.
La novela empieza
así: “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”
Pero que yo creo que era por la zona de Toledo
o cerca, porque a esto se le llama "La Mancha."
“El Quijote” era un señor que se llamaba en verdad Alonso y habitaba en un pueblo donde tenía como amigos a
un cura y a un peluquero; también a un señor muy fuerte que le llamaban Sansón y
que estudiaba por entonces el
bachillerato.
Le cuidaban
una sobrina y una asistenta que le hacían para comer cosas que no apetecen: “Duelos”
y “Quebrantos” por eso tenía un apodo cariñoso: “El caballero de la triste
figura” porque estaba flaco como un caballo que tenía. También tenía una lanza
en un astillero y una adarga antigua que no sé lo que es, y un galgo, que es un
perro que corre mucho.
Se volvió
loco de leer libros gordos como uno que se titulaba "Amadis de la jaula" que eran de fantasía, como el Señor de los anillos y
Eragón; donde aparecen magos, hechiceros, enanos y otros personajes. Un buen día convenció a un señor del pueblo que era bajito y gordo que se llamaba Sancho, pero al que sus
vecinos también conocían como “Bobalicón”, “Zoquete”, “Patán” y “Pánfilo” y se marcharon de allí para tener "andanzas" y por eso iban por los caminos haciendo cosas raras. Don Quijote además estaba enamorado de una señora a la que llamaba Dulcinea del Toboso que
es un pueblo al que yo he ido dos veces o más.
Pensaba que Dulcinea
era guapa pero era una de las del pueblo que ni fu ni fa tirando para fea.
El iba
montado en su caballo, y Sancho en un
pollino, que es muy parecido a los burros que tiene un vecino, que yo los he visto
en un corral.
Tuvieron muchas
aventuras los dos: Una vez soltaron a unos presos que iban atados y estos después
les insultaban en vez de dar las gracias. Otra vez quiso luchar con un
león como los del zoo que no te hacen caso y ni te miran porque están aburridos
y cansados de estar encerrados todo el día en una jaula.
Otra vez, estuvo toda
la noche cuidando su armadura para que no se la robaran y le pudiera nombrar caballero andante el camarero de una posada. En otra, vieron un rebaño de ovejas que estaban en medio del campo y
las espantaron para poder pasar y los pastores les tiraron piedras.
Pero la que
más me gusta es la de los molinillos de viento. Lo copio para que se sepa a la
que me refiero:
“En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento
que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vio, dijo a su escudero: la
ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque
ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados
gigantes con quien pienso hacer batalla…”
Pero el Patán le dijo a Don Quijote que no eran gigantes que eran molinos de viento. ¡Y sí, eran
gigantes! porque yo he estado con mi padre al lado de unos que hay cerca del
pueblo y me ha subido encima de sus hombros y no podía tocar las hélices que hay
arriba. Son como columnas muy grandes con un motor arriba y se mueven para
coger el aire y hacer electricidad con él.
No me imagino a Don Quijote subido en el caballo flaco y
corriendo a pelear con ellos porque no hubiera servido de nada, no llegaba ni
con la lanza. Estaba loco, pero sabía que eran torres gigantes que tocan hasta
las nubes y Sancho le engaña y dice que son molinos de viento, y mi padre que
es muy listo y sabe muchas cosas, me dijo que se llamaban aerogeneradores.
El día que yo los vi, había algunos que no funcionaban y
estaban parados. Seguro que si Don quijote resucitara ahora, no pelearía con
ellos, y llamaría a los dueños para que los arreglaran para que volvieran a dar vueltas; pues él decía que "desfacía entuertos" que significa, que arreglaba
cosas que estaban estropeadas.
De todas las maneras yo opino que este libro es muy gordo y
tiene las letras muy pequeñas y no tiene ningún dibujo ni fotos. También que
Cervantes ponía palabras muy raras que yo no entiendo; porque Cervantes se
murió hace 400 años porque era muy antiguo y por eso escribía raro, porque era como se hacía
entonces, con tinta negra en vez de azul, y una pluma de pájaro en vez de
bolígrafo.
Yo he leído trozos del libro, pero me he aburrido un poco…
Cuando la profesora terminó de leer el trabajo del alumno,
se tuvo que secar las lágrimas que le rodaban por la cara; no sabía si de risa
o de pena. Por muchos homenajes a Cervantes que se hicieran para conmemorar su
nacimiento, su muerte, o su magna obra. Lo cierto era, que las historias del
Ingenioso Hidalgo no se escribieron en su día para niños de 8 años.
Al menos, pensó, los molinos sí eran gigantes, no solo para la mente enferma del pobre hidalgo.
Y es que es bien sabido, que únicamente los niños y los locos dicen cosas cuerdas y ciertas en un mundo disparatado.