jueves, 5 de mayo de 2016

Honrados piratas


Relato presentado al concurso propuesto por el Círculo de escritores con la temática: "Piratas"





Desde que a primera hora del amanecer divisamos el galeón en lontananza, mantenemos una persecución constante a todo trapo, como lobos hambrientos de botín.
El barco con el que visiblemente acortamos distancias es pesado y robusto, fuertemente armado, con no menos de 40 cañones; pero eso mismo va en su detrimento, pues nuestra fragata, menos pesada, surca las olas velozmente. Además, el dios Eolo sopla de popa fuertemente, favoreciendo nuestra fortuna. Esta tarde habrá tempestad para algunos.

Queremos dar caza a quienes portan lo que es nuestro, la riqueza que nos fue arrebataba con la impunidad de ladrón y la alevosía del malnacido.
Nosotros somos hombres desligados de ataduras; libres de surcar los siete mares a nuestro antojo, de gritar a los cuatro vientos y de hacer de jueces y verdugos. Nadie está por encima de nosotros; todos iguales a la hora del reparto y dispuestos por igual a morir, o a matar para evitarlo.

Mi tripulación está formada por no menos de 50 hombres, y todos ellos son bravos que están avezados en la lucha cotidiana por la supervivencia; no les arredran las tormentas ni los infortunios,  y si saben que el enfrentamiento es contra nuestro ancestral enemigo, se anudan los pañuelos y afilan sus cuchillos.

El rival no puede evitarnos y cuando al atardecer le damos alcance, nos muestra su flanco de estribor orlado de portañolas donde asoman amenazantes las bocas de sus 20  cañones de línea. Guardamos distancias, la suficiente para que las pesadas bolas de hierro no alcancen nuestra quilla; y preparamos los falconetes de a bordo y los diez cañones en banda de babor.

Cuando estamos a una distancia prudencial, alzo mi voz e insto al capitán del galeón a rendirse; este se asoma al puente de mando y con desprecio a lo que representamos, saca el sable y lo alza. En ese momento los grandes cañones de cureña  empiezan a escupir fuego: La pesada artillería no llega a alcanzarnos.
Maniobramos con diligencia  para situarnos en ángulo muerto con respecto a los cañones del pecio enemigo y comenzamos a disparar los nuestros sobre su cubierta, para  despejarla mientras preparamos el abordaje.

Cuando la cercanía es plausible para poder lanzar los ganchos; aparecen tras los parapetos de las bordas una línea de fusileros reales que abren fuego contras nosotros, provocando muchas bajas a causa del factor sorpresa. Pero esto nos enardece aún más y empezamos a disparar nuestras pistolas; mientras que nuestros cañones son los que truenan y destrozan jarcias y aparejos.

Saltamos y escalamos las bordas, empezamos la danza macabra con la muerte; la sangre se confunde con el agua salada y nuestros pies se escurren en la tablazón del castillo, el combés, el alcázar y la toldilla.
Es una lucha desigual. Ellos, más numerosos, lo hacen por las riquezas que atesoran en el buque, nosotros por venganza y porque fuimos engañados.

Al fin derrotado el rival y aliviadas nuestras ansias de desquite, pongo orden en la barahúnda de la tripulación e impongo silencio ante la cacofonía desmedida de gritos y alaridos de dolor.
Se ha hecho justicia de nuevo, y esta embarcación repleta de filibusteros será desarbolada y hundida después de cambiar la carga que yace en sus bodegas, a las de nuestro barco.

Antes, arriaremos su bandera negra como sus conciencias y la quemaremos, después marcharemos en busca de otras aventuras, tras de aquellos que con patente de corso de sus reinos y gobiernos, saquean a esos que llaman: “ingenuos ciudadanos”.

Mientras zarpamos en nuestra fragata cuyo nombre es “Indignación” pienso que al menos este galeón, no llegará a Panamá.


Derechos de autor: Francisco Moroz

                                                                                              Código de registro: 1605057442002




lunes, 2 de mayo de 2016

R.I.P chef



-Es como sale mejor la paella con bogavante ¡Cateto! y no la bazofia que has preparado que no se la comería ni un muerto de hambre. Eres un aprendiz de cocinero, un fraude sin ningún arte culinario, sin derecho a pisar las cocinas ni utilizar mis fogones…

Todo esto me lo dijo el chef delante del público y de las cámaras que me enfocaban mientras yo, bajaba la cabeza avergonzado.

Me superé a mí mismo, y practicando, llegué a ser el mejor.

Hoy he preparado un arroz con bogavante sin bogavante y con carne que parece de pollo pero tampoco lo es.


Derechos de autor: Francisco Moroz

                                                                                              Código de registro: 1605027409189

sábado, 30 de abril de 2016

Abrazos no solo de libro.




No soy muy dado a hacer entradas de este tipo de eventos, entre otras cosas porque no asisto a muchos; pero queridos lectores este fue especial y merece una, aunque corta, merecida.
Ya hace unos cuantos meses desde que el autor Pablo Palazuelo me ofreciera su libro para leerlo, y si era de mi gusto, poder reseñarlo.
Soy un poco reacio a hacerlo no porque sea poco generoso con ellos, sino porque no me gusta condicionar ciertas opiniones personales con las obras de escritores que no siempre tienen que complacer mis gustos literarios. Ellos como creadores tienen en alta estima su obra y es un condicionante grande pretender hacer lecturas y sinopsis positivas sobre todas ellas sin dejar de lado la objetividad.

El caso es que la reseña de este título fue fácil, pues me vi gratamente sorprendido por su calidad (Primer libro escrito por dicho autor) y el argumento adictivo e interesante, al menos para un servidor, que no gana nada promocionando obras ajenas. El autor así mismo y una vez hecha su reseña, me invitó a la presentación, y a partir de ese momento la reacción fue en cadena, trasmitiendo la noticia y tentándonos unos a otros para asistir al mismo, y así conocernos de paso.

Por lo tanto, la presentación de este libro fuera motivo y escusa para juntarnos cuatro personas a las que ya unían lazos literarios-cinematográficos virtuales.

Cuatro personas detrás de sus respectivos blogs: Paloma de: Leer el remedio del alma, Chelo y su blog “de cine y buenas vibraciones” y naturalmente Juan Carlos y el suyo. Para un servidor, un profesor que no se hubiera tenido que jubilar nunca por lo mucho que todavía tiene que enseñar.
El encuentro tuvo lugar en la propia librería que acogía al autor y que se quedó pequeña para el acto; el propio Juan Carlos hizo de maestro de ceremonias junto con David. G . Panadero, un buen conocedor del género literario al que corresponde 
–Nunca es tarde paras morir-.

El autor nos explicó alguno de los entresijos de la obra y la gran aventura de ocho años que supuso el escribirla. Su lucha con las editoriales que se la rechazaron y su batalla personal para publicarla. Creo que el camino ha sido arduo pero ha merecido la pena.
Ya adelanto que nos amenazó con escribir la segunda dirigida y dedicada especialmente a las mujeres… Ahí lo dejo.

El encuentro con el autor fue interesante, pero el verdaderamente especial fue con las compañeras-os de la red bloguer.
La ocasión  y situación de conocer a magnificas y entrañables personas se da una entre muchas, y nosotros supimos aprovechar dicho evento para hacerlo.

Yo tenía ganas de conocer a mi ahijada, esa que dice que me debe tanto en su aprendizaje, esa que tanto me agradece y me halaga. Creo que se está convirtiendo en toda una referencia, marcando pautas en su blog, que otros con muchos más años de rodaje no tienen.
Ella me decía que al conocerla no me esperara algo espectacular y mentía como bellaca. Pues me encontré con una magnífica conversadora y estupenda mujer, con criterios bien definidos y perfeccionista con lo que hace. Incluso nos invitó al café. ¡Gracias Paloma, Kirke!

De Chelo no os voy a contar nada nuevo que no sepáis: ¡Cuanta alegría desprende esta chica! Antes de conocerla ya sabía que se trataba de ella por la carta de presentación de su sonrisa franca. Tímida y discreta como la que más, cuidando el detalle y mostrándose con la naturalidad de la inocencia. Una niña grande que tiene sus secretos… Ella vino desde Valencia para dejarnos disfrutar de su compañía.
Esas dos horas que pasé con ellas se me hicieron tan cortas que al final se nos fue el santo al cielo y casi llegamos tarde a la presentación.

Juan Carlos es otro fenómeno, no conocía su faceta como maestro de ceremonias; estuvo claro, escueto y conciso en las explicaciones Creo que se tuvo que reprimir las ganas un poco, pues él, con todo su bagaje cultural podría habernos dado toda una clase magistral sobre un libro que ni siquiera ha escrito él. 
Yo personalmente creo que no los lee. Los analiza meticulosamente.

La tarde se nos fue, pero nos dejó esa bonita sensación de haber conocido a personas muy interesantes, ese tipo de personas a las que desde esos momentos ya podemos calificar como amigos.


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