jueves, 5 de enero de 2017

Tres reyes tres





Si yo os digo ahora mismo: “¡Ya están aquiii!”¿En quienes pensáis? ¡Claro! En los Reyes Magos. Aunque a algunos se les haya pasado por la cabeza la imagen de la niña frente al televisor diciendo la famosa frase en la película Poltergueist.

Este 6 de Enero nos levantáremos casi todos convertidos en niños expectantes ante los inesperados regalos que nos esperan, junto a esos zapatos a los que el día anterior dimos lustre hasta dejarlos como espejos. La opción de las zapatillas facilita mucho la ardua labor de hacerlo.

Veremos con sorpresa como el vinito dulce de las copas ha menguado, y los trozos de turrón han disminuido en la bandeja, proporcionalmente al número de reyes y pajes que visiten cada hogar. 
Después de las lágrimas de emoción, los agradecimientos y las caras de felicidad al recibir lo esperado o lo inesperado; pues siempre, aunque no se espere ni se reciba lo que queremos hay algo que te han dejado con mucho cariño estos personajes tan amables y encantadores con los que curiosamente, y a diferencia de Papá Noel, nunca se han hecho películas de terror ni violencia salvaje. 
Digo, que después del ritual de abrir regalos, se desayunará con el consabido y afamado roscón.

¡En fin! Una tradición que personalmente a mi me convierte de nuevo en ese crio ilusionado que dejé atrás hace muchos años, y en el que me convierto cada noche de reyes de forma inesperada, con nervios y todo después de una noche inquieta.

Lo de las cabalgatas ya es otro cantar. Creo que solo he ido a tres o cuatro en toda mi vida, pero hice en una ocasión de Gaspar, y os puedo asegurar que fue toda una experiencia inolvidable ver la cara de los chiquillos mientras ingenuamente me hacían sus peticiones.

¡Pero vamos a lo que vamos! “que no es moco de pavo de día de acción de gracias” lo que encierra este tradicional festejo que pone broche de oro a la Navidad.

¿Existieron estos personajes? ¿Quiénes eran? ¿De dónde venían?

La fuente documental en la que aparecen por primera vez y en la que se nos da noticias de estos ilustres visitantes de Belén, la encontramos en el evangelio de San Mateo, en el capítulo 2 (Versículos del 1 al 12)

Jesús nació en Belén de Judea cuando gobernaba el rey Herodes. Y he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque al ver su estrella en el oriente, hemos venido para adorarle.
Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, en la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá.
Porque de ti saldrá un guiador, que pastoreará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamó en secreto a los magos, e indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: vayan, y averigüen con diligencia acerca del niño; y cuando lo hallen, háganmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Os puse el texto para que comprobéis que no pone nombres ni número de visitantes, pero deja claro que eran magos, tampoco figura el título de reyes por ningún lado y sí que seguían una estrella y que venían del oriente.
Aparecen así mismo los tres regalos que sacaron de “sus tesoros”: Oro, Incienso y Mirra. Posiblemente y más adelante, se dedujo el número de personajes por el número de regalos.

Hay sin embargo otras fuentes llamadas: Evangelios apócrifos de los cuales se tiene constancia, pero que no fueron incluidos en el libro sagrado como lo fueron los otros cuatro conocidos.
En concreto hay uno llamado: Evangelio de Tomás, datado en el siglo II de nuestra era en el que se narra que dichos “Reyes” llegaron con tres legiones de Persia, Asia, y Babilonia. 

Los entendidos en materias histórico-teológicas-religiosas suponen que estos visitantes inesperados eran miembros de una casta de sacerdotes Medo-Persas de la época aqueménide. Otros nos dicen que vinieron de Asia, África y Europa. Y rizando el rizo con doble bucle de tirabuzón invertido, el mismísimo Papa Benedicto XVI destaca en uno de sus escritos, que los reyes procedían de Tartessos; reino que actualmente conformarían Huelva, Cádiz y Sevilla.

¡Olé! y ¡Olé!

Tampoco se nos asegura que fueran grandes astrólogos ni astrónomos. Ni matemáticos o estudiosos de lo divino y humano con lo cual ¿Provenían de una estirpe de sabios? Solo sabemos que llegaron a Judea siguiendo el rastro de un astro en movimiento, que no aparece mencionado en ningún otro evangelio ni escrito conocido.

Ya sabemos que la fecha del nacimiento de Cristo es un convencionalismo de la iglesia que oportunamente por razones evangelizadoras asignó ese día en que otros pueblos celebraban el nacimiento de sus dioses.Ver: A vueltas con la navidad primera parte. Y en cuanto a fijar el año I. Sobre el 532, como el del nacimiento de Jesucristo; fue un error de cálculo de un tal Dionisio el exiguo (adivinar el porqué del apodo) ¡Sí! su estatura.

Estudiosos actuales de la biblia, que a pesar de su carácter religioso no deja de ser un libro de historia. Han contrastado datos que dan como resultado el siglo VI aC como fecha más probable.
Pero ni en un siglo ni en el otro se tiene constancia de ningún fenómeno meteórico, estrellas fugaces, supernovas, ni conjunciones planetarias que puedan resolver el enigma que el mismo Isaac Asimov define como: uno más de los misterios que se encuentran en el libro sagrado: Milagros, resucitaciones y curaciones, o el paso del mismísimo mar rojo y las plagas de Egipto.

Con lo cual esa estrella pasa a ser otro símbolo añadido que nos habla de Luz, guía y señal. No deja de ser otra figura metafórica utilizada por los cristianos del Medioevo.

Otra curiosidad son los nombres de esos Magos cuyas primeras referencias datan del siglo V dC contenidos en un documento denominado: "Excerpta latina bárbari" y en donde se les nombra como: Melichior, Gathaspa y Bithisarea.
En uno de los evangelios apócrifos, en concreto en el llamado “Armenio. Sobre la infancia de Jesús” se les conoce como: Melkon, Gaspard y Balthazar.

Con lo cual, a estas alturas podemos sacar la conclusión de que la tradición ha ido añadiendo datos, detalles y simbología para explicar lo que hasta ahora es inexplicable. 

A saber:

-Tres representantes de tres religiones diferentes. Los llamados "Gentiles" por los judíos, cuando el cristianismo todavía no estaba inventado 
-Tres razas distintas de tres continentes. 
-Personajes que representan las tres edades del hombre.
-Las cabalgaduras suelen ser en el imaginario popular tres camellos, pero por otro lado son: Un camello, un caballo y un elefante. Y añadimos los datos que ya os he aportado sobre la estrella.

El número tres es un número que aparece 467 veces en la biblia con infinidad de acepciones: La trinidad, el tres veces santo, La resurrección a los tres días de las muerte del redentor, El trino y uno.
Según Platón es la imagen del ser supremo en sus tres vertientes: material, intelectual y espiritual. 
Según Aristóteles el contenedor del principio el medio y el fin. 

Los regalos entregados al recién nacido también son tres y encierran sus propias alegorías. 

-Oro: ofrecido al niño como la riqueza apreciada por mundo, regalo digno de un “Rey de reyes”
-Incienso: Un elemento indispensable a la hora de ofrendar as los dioses. Al “Dios verdadero”
-Mirra: Una resina aromática utilizada para embalsamar a los difuntos. Ofrendada al Dios hecho hombre que morirá por el resto de los mortales, convirtiéndose Él mismo en ofrenda.

A todo ello hay que añadir leyendas curiosas que nos hablan de un cuarto “Rey mago” sin tener en cuenta que el pueblo armenio cuenta hasta 12, que tampoco son reconocidos por la iglesia.

Que la palabra “Mago” deviene a través de varias lenguas en “Magister” que significa “Maestro”.

Y por último, termino recordando, que en la catedral de Colonia en Alemania, se encuentra el afamado relicario de los Reyes Magos donde supuestamente reposan sus huesos. 
Dichas reliquias fueron trasladadas a Colonia desde Milán por el emperador Barbarroja en 1164. Convirtiéndose la localidad desde entonces en foco de miles de peregrinos.

Lo que haya de verdad o de invento, de exageración o leyenda no me preocupa en exceso. Hemos asimilado este fin de fiesta como algo familiar, como demostración de la generosidad gratuita entre los hombres y además ¿Qué sería de un nacimiento sin las figuras de esos personajes con tanto carisma?


¡Y qué carallo! 
Donde estén estos tres viajeros buenos Reyes Magos, que se quite el invento del gordo de la Cocacola que a veces, tanto miedo da a los niños.

¡Felices Reyes! ¡Que os traigan ilusión y esperanza!
y ¡muuuuchos! libros que leer.


Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 4 de enero de 2017

¡Jamón, jamón!



Desde una viga del techo esperas el momento adecuado para complacer a tu verdugo, el mismo que te troceará morbosamente y con deleite al hacerlo. Mientras los demás ansiosos esperan la ocasión de devorar tu sabrosa carne. Es el ritual de todos los años por estas fechas.

Se reunirán en torno a una mesa y tú, junto con el caviar y el salmón, te convertirás en el plato estrella por excelencia. Serás acompañado con afamados vinos, después de haber sido degustado un caldo hecho con tus huesos. 

Siempre fuiste un cerdo poco vistoso, ahora eres un manjar con el que festejar otra comida del doctor Hannibal Lecter



Derechos de autor: Francisco Moroz



domingo, 1 de enero de 2017

Un mal día




Empieza el primer día del año y no lo empiezo nada bien. No me apetece ni hablar ¡Hoy no!

Ya desde primeras horas de la mañana tras un sueño pesado me levanto ofuscado, con ganas de matar a alguien, de provocar dolor y pesadumbre en mi entorno.
Presiento que no va a ser un buen día pero tengo que encarrilarlo como sea, no puedo dejar que mi cerebro se atore en una idea única, que mis neuronas patinen. Eso crea un desequilibrio creativo importante que no me conviene en absoluto.

Causar desazón, sorpresa, conmoción, puede ser la herramienta adecuada para visualizar y enfocar mi maraña de oscuros sentimientos. Mis pensamientos van hilando tramas y escenarios para dar rienda suelta al desasosiego que me embarga.

Un buen asesinato a sangre fría sin mediar ningún motivo para llevarlo a cabo, puede dejar desorientado al personal. Me voy a reír de los pardillos que intenten esclarecer el crimen.
El eco morboso de los noticiarios y la cara de pasmarotes que se les quedará a los vecinos cuando se enteren de que un inquilino educado, cortés y silencioso fue el autor de tan horrendo suceso. Eso mejorará mi ánimo y enfriará mi acalorado despertar.

Me bebo como desayuno un café amargo como la bilis, no me espabila pero me quema el paladar y eso me enfurece más, predisponiéndome a sacar lo peor de mí.
Presiento que la jornada se va a hacer muy larga, pesada y laboriosa. Mi humor de perros me va a beneficiar en el plan que pienso urdir; muy al contrario que al primer personajillo que se me cruce en el camino cuando lo tenga todo preparado y elaborado con detalle..

Lo pienso abatir de dos tiros, por puro desahogo, o mejor con mis propias manos lo estrangularé, o empujaré escaleras abajo para que se rompa el cuello, o lo precipitaré por la ventana para ver como cae su cuerpo hasta estamparse contra el asfalto; eso después de sacarle los ojos y reírme estrepitosamente en su cara sabiendo que está a punto de morir.

Más tarde que venga la policía si quiere, el servicio de urgencias hospitalario y los forenses, o los de la científica con sus polvitos mágicos buscando las huellas que no hallarán.
Se acercará el inspector listillo de turno a investigar la escena del crimen y a interrogar a todos los sospechosos, pero para cuando quiera hacer acto de presencia yo tendré una coartada inmejorable y andaré parapetado en ella, cual trinchera inconquistable. Mi lucidez me hará esquivar sus trampas dialécticas.

Nadie sabrá que fui el autor de tan espantoso homicidio mientras yo no quiera, claro, tampoco sabrán de los motivos que me indujeron a llevarlo a cabo. Seré el único señor de la verdad. Todo muy teatral, toda una obra de arte de un perverso criminal psicokiller. 
Las causas de la muerte de la víctima serán tan obvias que el caso lo darán por cerrado en cuanto metan el cadáver en una bolsa de plástico para trasladarlo a la morgue.

Aunque al final, algún sabueso, de esos medio alcoholizados y fracasados en sus relaciones personales dará con la pista adecuada, pero sólo porque yo lo quiera ¡Qué más da! ¿Y lo a gusto que me voy a quedar después de dicho desahogo? Quizá de esta forma consiga aclarar mis ideas, despejar mi cabeza que bulle como olla exprés, a punto de reventar con tantas ideas enrevesadas.

Parece que al final por ahí voy a enfocar el argumento de la novela que tengo entre manos; novela negra, naturalmente, del mismo color que el café que me he tomado y
el humor con el que me he despertado hoy.

Un día en el que no me apetece hablar ¡Hoy no!

¡Hoy sólo escribiré!


Derechos de autor: Francisco Moroz



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