¡Qué sueño tan
maravilloso!¡la veo, la siento!
¡Noto su energía positiva!
y oigo claramente sus palabras:
-"Te deseo de corazón una larga y hermosa
vida"
En mi inconsciencia mi mente jugueteaba con esa presencia que me hablaba
comunicándome su amor. ¡A mí! que hasta ahora era como un muñeco de
trapo desarticulado y sin esperanza. Marioneta de cuerdas rotas a la que ya nadie era capaz de insuflar vida ni movimiento.
Recuerdo una llamada, voces lejanas y mucha precipitación a mí alrededor.
Todo
carreras y ruidos, órdenes tajantes que se daban unos a otros mientras me
sumía poco a poco en un sopor inducido.
Los párpados me pesaban, era incapaz de enfocar la vista en nada concreto, adormecido y súbitamente cansado como estaba, me dejaba llevar sin oponer resistencia.
La boca seca, la mirada turbia y la mente confundida; mente
que intentaba encajar respuestas a preguntas no formuladas todavía.
¿Dónde estaba?¿Qué pasaba a mi alrededor?¿Quiénes eran los que me llevaban casi
en volandas?¿Y a qué lugar?
Después una luz intensa sobre mi y más tarde la
tranquilidad del silencio, la oscuridad y la nada...
Más tarde ese sueño maravilloso, vivido y cierto de una presencia luminosa de
un ser desconocido y radiante que se comunicaba conmigo, alentándome
y deseándome suerte con mi nueva vida.
-¡Un ángel! ¡Seguro! -me dije. Me muero inevitablemente ¡Es eso! presentía
un fin y un principio. El convencimiento de que se me ofrecía una nueva
oportunidad, un renacer a otra dimensión desconocida y perfecta. Como ser luminoso y lleno de energía.
Pero fui despertando de mi letargo. Confusión y ninguna evidencia de nada
de lo que ocurría a mi alrededor. Era como repetir el proceso pero a la
inversa.
De nuevo sentía presencias a mi alrededor, pero más tangibles y reales,
menos etéreas, no pertenecían a ninguna onírica evocación de esa
otra soñada anteriormente. Mi cuerpo relajado por la sedación a la que había sido
sometido empezaba a reaccionar, mis ojos se fueron abriendo y mi cerebro fue
ubicando el entorno en el que me hallaba.
Alguien me agarró la mano y la apretó trasmitiendo su calor,
una voz tamizada llena de buenas vibraciones me anunciaba que la operación
había sido un éxito.
Después me aclararon el porqué de la urgencia, los
problemas de mi músculo cardíaco para bombear la sangre necesaria
para que la vida fuese posible. Me explicaron el rápido traslado al hospital,
había aparecido un donante repentino por causa de un accidente de tráfico...
Pasados los años todavía soy capaz de recordar el sueño. La presencia sonriente
que yo creía un ángel y sus únicas palabras dirigidas a mí, al que había
perdido toda esperanza de sobrevivir:
-"Te deseo de corazón una larga
y hermosa vida"
Fue por entonces cuando encontré el sentido a la generosidad,
al altruismo y a la bondad, marcándome de inmediato un objetivo
en lo que me restara de esta vida donada: Cuando llegara el momento yo
también me convertiría en un ángel, que desearía de corazón a otro ser
desahuciado, una larga y hermosa vida.
Este relato está dedicado de corazón, a todos los generosos donantes de órganos.
Derechos de autor: Francisco Moroz