domingo, 18 de marzo de 2018

Ruinas




Los rincones vacíos de la casa ya desmantelada le transmitían innumerables sensaciones, pero sobre todo la de desamparo.
Toda su infancia y parte de su juventud las pasó en ella, compartiendo momentos inefables y dolorosos con otros que como él, no fueron bendecidos por la fortuna.

Experimentaba el mismo abandono dentro de su corazón, una soledad a la que a pesar de los años transcurridos no se llegaba a acostumbrar.

Echaba de menos a su familia, aquella que se formó entre las paredes ahora ruinosas del orfanato.

Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 13 de marzo de 2018

Suplicio y tormento





Solo esas pocas palabras que salen de la boca del individuo son suficientes para que la tensión empiece a reinar en el reducido habitáculo. La amenaza latente queda suspendida como espada de Damocles sobre las cabezas de los que allí penamos, encerrados por los ineludibles designios de nuestro malhadado destino.

Es más que palpable el olor a sudor frío que traspasa la ropa y que emana de los poros de nuestros cuerpos, pues somos víctimas propiciatorias que cual reos condenados a muerte, exudamos miedo mientras esperamos la sentencia definitiva.

El temor que sentimos por el temible sujeto es compartido por casi todos. Su figura enjuta y grisácea imprime si cabe más drama a la escena. Solo hubiera podido magnificarse más, con la añadidura de la banda original de la película “Psicosis”.

La amenaza hecha hombre se parapeta en su rincón de araña acechante junto a su trampa de seda. Detrás de una mesa, sobre fondo negro. Escalado en su tribuna de juez y verdugo inquisitorial, mientras por encima de sus gafas fulmina con su mirada reprobatoria a todo aquel que se atreva a levantar la cabeza. Por supuesto nadie lo hace, y menos para preguntar cosas fútiles, que dilatarían el padecimiento de manera innecesaria.

Todos somos sospechosos de actos que todavía no se han cometido y nadie quiere ser el primero en condenarse por anticipado.
Repentinamente una mano se alza al fondo de la estancia, sujetando entre sus dedos un bolígrafo que señala al techo. 
Todos identifican al compañero de reclusión programada conocido por la mayoría con el mote de: “El espíritu burlón”, que en un acto irreflexivo y provocador encara al cancerbero, que en ese mismo instante le dedica con exclusividad y derechos de autor, una mirada de puñal afilado capaz de asesinar como cada uno de los componentes de la familia “Manson”.

El atrevido formula con voz meliflua pero claramente retadora y a bocajarro, la pregunta que nos hace temblar cual gelatina a todos los que estamos enclaustrados en la sala de tormento:

–Entonces, estimado profesor ¿Al que pille copiando durante el examen lo deja usted para septiembre?


Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 9 de marzo de 2018

Para ti





Para ti mujer
tan original como los ocasos
y los amaneceres.
Capaz de abrazar como las olas del mar
pero renuente como las mareas.
Acogedora como árbol frondoso con su sombra.
Atractiva, personal y seductora.

Eres esa puerta abierta y necesaria
 que da refugio al que peregrina a tu presencia.
Como vendaval y terremoto vibras
te conmueves como la misma tierra.
 Sufres como madre por sus hijos en la guerra,
Y en las treguas cotidianas te desvelas.

Te esponjas con la caricia sentida del que te ama,
como cuerda de guitarra pulsada suavemente
desbordas armonía.
Con voz de canción y nana que arropa y calma,
y mitiga soledades.
 Entregando hasta el alma si fuese perentorio.

Pero eres a la vez vigorosa como roca.
Paciente y tenaz, brava guerrera.
que no se amilana en la lucha ni se agosta en llanto.
Que ante la injusta inclemencia de las cosas
 abandera siempre adelante la primera.

 Tu olor el de la hierba mojada tras la lluvia
el mismo del hogar al que regreso.
Donde me espera un corazón
de limón de especia y hierba buena.
ese aroma de manjar que me alimenta.
Siendo feraz artista creativa,
que hace de lo trivial y somero su mejor obra.

Para ti, mujer.
Que eres ternura y calidez sabrosa,
 al igual que pan recién hecho y horneado.
Ventana trasparente de ojos y alma,
que da sentido al hombre
que pronuncia un ¡Te quiero! y te respeta.

Tu mirada, el cielo,
tu libertad gaviota
Tu abrazo mi lugar sobre la tierra,
manantial cuando ríes.
suavidad de nube cuando besas.
Posees la apasionada voracidad del fuego.
Educas las conciencias, trazando caminos con tus pasos
con discreto ejemplo.

Seré capaz
 de robar el color a la primavera
poner sus alas a los ángeles caídos
y quitarle a Dios su misterio si fuese necesario.
Solo para ti, si tú lo quieres
Cómo y cuándo gustes,
si tú lo mandas.

 Estaré a tu lado mientras pueda,
 siempre que acompañarte me permitas.
Intentando encajar las circunstancias,
y sin medias tintas ni medias naranjas;
como compañero de vida de igual a igual.
Respirando la esencia
que te imprime el carisma.
que me hace admirarte tanto,
 por ser mujer.



Derechos de autor: Francisco Moroz


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