Solo esas pocas palabras que salen de la boca del individuo son
suficientes para que la tensión empiece a reinar en el reducido habitáculo. La
amenaza latente queda suspendida como espada de Damocles sobre las cabezas de
los que allí penamos, encerrados por los ineludibles designios de nuestro
malhadado destino.
Es más que palpable el olor a sudor frío que traspasa la ropa y
que emana de los poros de nuestros cuerpos, pues somos víctimas propiciatorias
que cual reos condenados a muerte, exudamos miedo mientras esperamos la
sentencia definitiva.
El temor que sentimos por el temible sujeto es compartido por casi
todos. Su figura enjuta y grisácea imprime si cabe más drama a la escena. Solo
hubiera podido magnificarse más, con la añadidura de la banda original de la
película “Psicosis”.
La amenaza hecha hombre se parapeta en su rincón de araña
acechante junto a su trampa de seda. Detrás de una mesa, sobre fondo negro.
Escalado en su tribuna de juez y verdugo inquisitorial, mientras por encima de
sus gafas fulmina con su mirada reprobatoria a todo aquel que se atreva a
levantar la cabeza. Por supuesto nadie lo hace, y menos para preguntar cosas
fútiles, que dilatarían el padecimiento de manera innecesaria.
Todos somos sospechosos de actos que todavía no se han cometido y
nadie quiere ser el primero en condenarse por anticipado.
Repentinamente una mano se alza al fondo de la estancia, sujetando
entre sus dedos un bolígrafo que señala al techo.
Todos identifican al compañero de reclusión programada conocido
por la mayoría con el mote de: “El espíritu burlón”, que en un acto irreflexivo
y provocador encara al cancerbero, que en ese mismo instante le dedica con
exclusividad y derechos de autor, una mirada de puñal afilado capaz de asesinar
como cada uno de los componentes de la familia “Manson”.
El atrevido formula con voz meliflua pero claramente retadora y a
bocajarro, la pregunta que nos hace temblar cual gelatina a todos los que estamos
enclaustrados en la sala de tormento:
Derechos de autor: Francisco Moroz
Ja, ja. Qué crudo lo pones, Francisco.Yo que he estado en innumerables ocasiones en semejante situación, a un lado y a otro, puedo asegurar que no es para tanto. Ahora, como micro te ha quedado genial.
ResponderEliminarUn beso.
Hay que crear drama literario para hacer sentir ese sudor frío que nos hacía retemblar en los minutos previos al examen de lo que fuera. Tu tienes, como bien dices, la experiencia desde los dos lados y sabes que algo de mieditis si hay y sigue habiendo.
EliminarBesos y gracias.
Francisco qué miedo he pasado, a mi que me gustaban las letras ¡madre mía! ¡Me ha encantado tu micro! y claro, ahora yo también me he reído con ganas. Un abrazo.
ResponderEliminarLos que hemos formado parte del alumnado hemos recopilado angustiosas horas de claustro entre cuatro paredes, en silencio de sepulcro y con miedo al futuro incierto a causa de pruebas escritas bien vigiladas por atentos ojos que como el de Sauron, todo lo veían.
EliminarMe alegro de tu miedo y tu risa a causa de mi relato.
Gracias. Un beso.
Jajaja. Aun adivinando que jugabas al equivoco, me has tenido en tensión de principio a fin. Solo muy al final se ha hecho la luz en mi torpe cerebro y he vislumbrado un aula, como la que, de niño, ocupaba sentado en primera fila y cabizbajo por si el profesor se dignaba a hacerme salir a la pizarra. Con tu trabajado estilo narrativo le has dado al conjunto un aire absolutamente tétrico e inquisitivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Adivinar que yo juego al equivoco lo tenéis fácil, solo basta leer algunas cosillas y enseguida caláis al autor. Por eso me veo en la tesitura de rizar un poco más vuestro propio rizo, para escaparme de vuestras pesquisas sobre finales resolutorios.
EliminarJa,ja. Y me alegro cuando por vuestros comentarios me entero que lo he vuelto a conseguir.
Gracias por ello.
Un abrazo.
Como casi siempre con tus giros nos llevas a la confusión, jajaja buen final que lo aclara todo. Un abrazo.
ResponderEliminarBueno el final es lo más sencillo, el texto te va desembocando en él.
EliminarOtro abrazo para ti, Mamen.
Jajaja... me ha encantado.
ResponderEliminarY habrá osados que se arriesguen a la condena!!!
Genial el giro que le das al texto!
Un saludo.
En todas las circunstancias, incluso en las peores, siempre hay algún individuo que arriesga su integridad ética, moral, educativa, copiando o sacando la chuleta para redondear respuestas o buscar la formula que falta para dar ese empujoncito necesario a la nota que diferencia un suspenso de un aprobado. Lo malo es como todo. Si te pillan...
EliminarGracias por tu apreciación positiva.
Un beso.
Como ya te dije, sabía que ibas a salir con algo inesperado que, por supuesto, no era capaz de adivinar.
ResponderEliminar¡Qué alegría me da volver a tu casa, Javier!
Un abrazo reconfortante.
Ya sabes como soy, ya me conoces las formas y las letras.
EliminarYo también me alegro de poder retomar y que no me cueste tanto como creía.
Otro abrazo de esos para ti, amiga.
Me temo que el miedo a que le pillen a uno copiando en un examen se ha atenuado bastante. Ahora hay delegaciones de alumnos y secretarías del estudiante que están a la que salta si un alumno es pillado en falta. Muchos derechos y pocas obligaciones.
ResponderEliminarGenial relato, pero no he podido dejar de recordar a mi profesor, si te lee le da un patatús, ja, ja, ja.
Un beso.
Debería preguntarte a qué profesor es al que haces referencia ¿Uno muy estricto? ¿De cole, Insti, o Uni?
EliminarYa lo creo que las cosas han cambiado. Antes el respeto a lo desconocido (Llámalo miedo) nos clavaba en el sitio y nos hacía bajar la cabeza y hacernos casi invisibles para que el profe ni se fijara en nosotros y tuviéramos que salir a la pizarra delante de toooodos los compañeros. Ahora son los profesores los que temen al alumnado.
Un beso, Paloma.
Es verdad que la sensación de patíbulo era tal cual la describes... ¡Genial! Abrazos.
ResponderEliminarExagerada un poquillo sí, pero la sensación de angustia y desamparo era idéntica a la descrita.
EliminarGracias por lo de ¡Genial! Me elevaste el ánimo.
Un abrazo Marisa.
Desde luego no esperaba para nada que estuvieras hablando de un examen, me he quedado con la boca abierta y después he soltado la carcajada, qué habilidad tienes querido amigo.
ResponderEliminarBesos
Tengo que practicar un poco más cada día para poder superar vuestras sospechas sobre los finales esperados y los que supuestamente esperáis.
EliminarMe encanta que me leas y sacarte la risa.
Besos.
Esos profesores son los que se llevaban la palma en todos los coles, ahora la cosa a cambiado un poco a ese respecto.
ResponderEliminarNos entra la risa floja pero no nos gustaría volver a pasar por las mismas angustias, seguro.
Un saludo