Deberías
ver las rozaduras de mis talones antes de emitir tus opiniones juzgándome tan a
la ligera.
Cada
uno de nosotros ha aportado su dosis de sacrificio en esta guerra despiadada en
la que ambos hemos participado por igual.
Tú luchaste
en el frente, esquivaste balas, dormiste al raso, pasaste hambre y sed y perdiste a tus compañeros.
Yo
tuve que soportar tediosas reuniones de estado donde se delineaban las
estrategias a seguir. Asistir a aburridas cenas y fiestas de protocolo. Mantener
la posición de firmes y sobre todo, dar taconazos a diestro y siniestro en las innumerables ocasiones en que saludaba a los generales.
Por
tanto, compañero, no subestimes mis heridas que duelen tanto como las tuyas.
Derechos de autor: Francisco Moroz