El segundo volumen de su preciada colección de libros, sigue colocado exactamente en el lugar que le adjudicó en la estantería hace unos cuarenta años. Hoy lo mira de nuevo con recelo. El polvo se acumula en sus tapas de cartoné arrugado.
Solo
llegó a abrirlo una vez para escribir en sus primeras páginas. Enseguida lo
cerró desesperanzada al no ver futuro en la historia que perfilaba.
En
el primero se podían leer los pensamientos de una adolescente completamente
enamorada. Ahora, recuerda la decepción de su primer amor; cuando empezó a escribir en su segundo diario,
dejándolo inacabado.