lunes, 20 de junio de 2016

Tiempo de cambio




Cuelgan de las cuerdas de la del quinto, como si nada hubiera pasado en realidad.

Un guiño en el ascensor, una provocadora sonrisa, un galanteo, una cita en su piso, unos escarceos en la cama, la entrada de un hombre enfurecido en el cuarto, un cuchillo inesperado, y unas sábanas llenas de sangre.

Después de deshacernos del cadáver hicimos la colada y hoy cuelgan blancas como la nieve en las cuerdas del tendedero de mi nueva, peligrosa y apasionada compañera que ha cambiado de amante.


derechos de autor: Francisco Moroz


sábado, 18 de junio de 2016

Confusa oscuridad

Un  joven seguidor que de vez en cuando me regala sus opiniones sobre lo que escribo, se puso en comunicación conmigo hace ya unos meses para pedirme consejo y un poquito de ayuda sobre como escribir un relato de esos cortos que acostumbra a leer por aquí.
Le dí unas pautas generales y unos pequeños consejos. En unos días me presentó su historia. La verdad es que me gustó mucho la idea, me recordaba a una de las mías ¿Quizá por eso? El caso es que este chaval consiguió ganar un accésit con el escrito y yo la satisfacción de haberle podido ayudar de alguna manera.
Creo que tenemos mucho que aprender de estos muchachos-as que se atreven a acercarse a las letras de forma tan sincera y con ganas inmensas de aprender.

Desde aquí mi enhorabuena Joselium Pretoriano.

Con su permiso os presento el relato.

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Me despertó un portazo.
Al abrir los ojos sólo había alrededor una completa oscuridad a parte de un silencio abrumador que lo envolvía todo. 

Me levanté. Palpando a tientas fui avanzando lentamente mientras intentaba adivinar cuál era la situación en la que me encontraba.
Perdí entonces el contacto con lo que estaba tocando y a pesar de estar desorientado todavía, anduve con la decisión y la inconsciencia de un sonámbulo, hacia adelante, intentando encontrar una referencia en mi camino.

De pronto el suelo desapareció bajo mis pies y rodé por lo que parecía una rampa llena de aristas que se me clavaban en las costillas y que aparentaba no tener fin, sentía los golpes de los impactos, el dolor y después nada más.

Cuando pude abrir los ojos, estaba tumefacto y frío, más confuso si cabe que cuando comenzó todo, me sentía mareado y las estrellas flotaban a mi alrededor a causa de los repetidos golpes recibidos en la cabeza. Fue en ese momento en el que de nuevo intentaba ubicarme, cuando escuché el mismo ruido que me despertó al principio:
¡Un portazo!

Ahora sí estaba asustado, pues una luz cegadora que venía del fondo, como la de un tren que se acerca por un túnel, me deslumbraba. Pensé que me encontraba en ese interludio donde se hallan los que han muerto y están a punto de embarcarse con Caronte. Me acercaba irremediablemente al principio de mi final.

Escuché unos pasos precipitados que se acercaban a mí desde donde provenía la luz, salían a recibirme. De pronto una mano que apareció repentinamente me agarró ayudándome a levantarme del suelo, mientras una voz preñada de angustia me preguntaba:

-¿Caballero se encuentra usted bien?¿Se ha hecho mucho daño?

Fue justo en ese instante, a modo de flash, cuando imaginé lo ocurrido:
¡Triste de mí!
Me había quedado dormido en el cine. 



miércoles, 15 de junio de 2016

Érase una vez





- Mira bonita, como vuelvas a arrancar flores del parterre te las hago comer, esto es un parque público y no una floristería.

-pero es que quiero llevárselas a un familiar que está en el hospital y como me pillaba de paso, pues he pensado…

-Pues precisamente mucha pinta de pensar no tienes, Tu facha más bien es la de niña mojigata, gazmoña con un puntito de listilla repipi.

-¡Oiga, que yo no le he insultado a usted! ¡Un respeto! soy menor de edad y le pueden meter un paquete si interpongo la denuncia adecuada en las instancias pertinentes por acoso hacia mi desvalida persona.

-¡No te he insultado, vas de listilla! ¿Ves? Ese vocabulario no es habitual en una nena. Eres un tanto presuntuosa si piensas que te estoy acosando. Simplemente te recrimino el destrozo de la propiedad ajena. Además, si quisiese hacerte daño no tendrías ninguna oportunidad de huir de mi. Si sumas el tiempo que necesita tu escaso cerebro para mandar la ordenes a tus flacas y cortas piernas y la capacidad de reacción, más el peso del carro de la compra que llevas lleno hasta los topes, no creo que llegaras muy lejos. Te pondría las zarpas encima antes de llegar a la salida.

- Cuanta vanagloria e importancia se da, ni que fuera un súper héroe de esos de cómic de Marvel, tan solo que usted no tiene pinta ni de heroico ni de inteligente aunque quiera parecerlo, lengua tiene una poca, y mucho morro, pero la "chupa" de piel que lleva puesta en pleno verano, dice mucho al respecto de su cortedad intelectual y cognitiva.

-¿Tú eres de letras no, bonita? Y seguro que escribes poemas de amor bajo la luz de la luna, mientras esperas al príncipe ideal de tus sueños, de esos que en realidad ,son ligones aventureros de “aquí te pillo y aquí te mato” y después "si te he visto no me acuerdo" “más lerda no puedes ser…
¡¡Qué te he dicho que no arranques flores, mocosa!!

-¡Ay qué miedo me das Satanás!

A la que dice esto, la niña sale corriendo, echándole las flores en la cara al individuo para desorientarle, perdiéndose entre los setos de aligustre y los macizos de peonias, mientras que  el carro de la compra derrapa en las curvas de las sendas, rompiendo a su paso siete preciosos enanos de jardín y levantando una cenicienta nube de polvo que oculta oportunamente la presencia de la veloz y tierna infante vestida de rojo y tan pálida como las blancas nieves.

Ya cerca del hospital la niña escucha el aullido de una sirenita de ambulancia que le indica la cercana presencia del centro donde está encamada su yaciente abuela.
Llega, entra, y ve a la anciana paciente. Se acerca al catre y se dirige a ella diciéndole:

-¡Abuelita te han salido arrugas nuevas en la cara!

-La edad y el sufrimiento mi hijita, -responde la individua-.

-Abuelita que ojos tan siniestros e inyectados en sangre tienes…

-El calor de la colcha y la falta de aire acondicionado me matan.

-¡Viejita! Que uñas más largas tienes.

-¡Ay chiquita! Que no me hago la manicura desde que vi la peli de Eduardo manos tijeras.

- Abuelita, abuelita…

¡Calla ya cansina! Y deja de llamarme abuelita ¡Coñe! ¡Me llamo Freddy Krueger  y tú te estás equivocando de cuento leñe! ¡¡Hala pá fuera!!

A la que sale, pasa por delante de la sala de espera que huele a pocilga, y observa de reojo a tres cerditos apestosos y al pobre lobo del parque, resoplando a causa del hedor.

Colorín, colorado.




Derechos de autor: Francisco Moroz



Presentado al concurso LOL I 
Propuesto por Círculo de escritores.


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