- Mira bonita, como vuelvas a
arrancar flores del parterre te las hago comer, esto es un parque público y no
una floristería.
-pero es que quiero llevárselas a un
familiar que está en el hospital y como me pillaba de paso, pues he pensado…
-Pues precisamente mucha pinta de
pensar no tienes, Tu facha más bien es la de niña mojigata, gazmoña con un
puntito de listilla repipi.
-¡Oiga, que yo no le he insultado a
usted! ¡Un respeto! soy menor de edad y le pueden meter un paquete si
interpongo la denuncia adecuada en las instancias pertinentes por acoso hacia
mi desvalida persona.
-¡No te he insultado, vas de
listilla! ¿Ves? Ese vocabulario no es habitual en una nena. Eres un tanto
presuntuosa si piensas que te estoy acosando. Simplemente te recrimino el
destrozo de la propiedad ajena. Además, si quisiese hacerte daño no tendrías
ninguna oportunidad de huir de mi. Si sumas el tiempo que necesita tu escaso
cerebro para mandar la ordenes a tus flacas y cortas piernas y la capacidad de
reacción, más el peso del carro de la compra que llevas lleno hasta los topes, no creo que llegaras muy lejos. Te pondría las zarpas encima antes de llegar a
la salida.
- Cuanta vanagloria e importancia se da, ni que fuera un súper
héroe de esos de cómic de Marvel, tan solo que usted no tiene
pinta ni de heroico ni de inteligente aunque quiera parecerlo, lengua tiene una
poca, y mucho morro, pero la "chupa" de piel que lleva puesta en
pleno verano, dice mucho al respecto de su cortedad intelectual y cognitiva.
-¿Tú eres de letras no, bonita? Y
seguro que escribes poemas de amor bajo la luz de la luna, mientras esperas al
príncipe ideal de tus sueños, de esos que en realidad ,son ligones aventureros
de “aquí te pillo y aquí te mato” y después "si te he visto no me acuerdo"
“más lerda no puedes ser…
¡¡Qué te he dicho que no
arranques flores, mocosa!!
-¡Ay qué miedo me das Satanás!
A la que dice esto, la niña sale
corriendo, echándole las flores en la cara al individuo para desorientarle,
perdiéndose entre los setos de aligustre y los macizos de peonias, mientras que
el carro de la compra derrapa en las curvas de las sendas, rompiendo a su
paso siete preciosos enanos de jardín y levantando una cenicienta nube de polvo
que oculta oportunamente la presencia de la veloz y tierna infante vestida de
rojo y tan pálida como las blancas nieves.
Ya cerca del hospital la niña
escucha el aullido de una sirenita de ambulancia que le indica la cercana
presencia del centro donde está encamada su yaciente abuela.
Llega, entra, y ve a la anciana
paciente. Se acerca al catre y se dirige a ella diciéndole:
-¡Abuelita te han salido arrugas
nuevas en la cara!
-La edad y el sufrimiento mi hijita,
-responde la individua-.
-Abuelita que ojos tan siniestros e
inyectados en sangre tienes…
-El calor de la colcha y la falta de
aire acondicionado me matan.
-¡Viejita! Que uñas más largas
tienes.
-¡Ay chiquita! Que no me hago la manicura desde que vi la
peli de Eduardo manos tijeras.
- Abuelita, abuelita…
¡Calla ya cansina! Y deja de
llamarme abuelita ¡Coñe! ¡Me llamo Freddy Krueger y tú te estás
equivocando de cuento leñe! ¡¡Hala pá fuera!!
A la que sale, pasa por delante de
la sala de espera que huele a pocilga, y observa de reojo a tres cerditos
apestosos y al pobre lobo del parque, resoplando a causa del hedor.
Colorín, colorado.