martes, 14 de enero de 2020

Peor el remedio




No puedo dejar de llorar cada vez que vienes a mi lado para compartir tu desdicha, y ver cómo tu cuerpo se va deteriorando con el transcurrir de los años a causa de la maldita droga. 
Mientras, veo como tiras tu futuro por el sumidero, desperdiciando las últimas oportunidades que te da la vida y la ayuda que se te ofrece para salir de este atolladero perverso. 

Pero entre tanto, si te parece, nos metemos otro chute para animarnos un poco y no perder las esperanzas en la rehabilitación..

Derechos de autor: Francisco Moroz



miércoles, 1 de enero de 2020

Santa inocencia



Desde muy chiquito, con ayuda de su madre, había escrito una carta para pedir año tras año a los reyes que le devolvieran a su papá. En concreto a Melchor, su mago preferido. Lo venía haciendo desde los seis, y hasta que cumplió los doce no desistió en el empeño poniendo toda su fe en sus majestades.
Después, y en vista de que su petición parecía ser ignorada, empezó a desengañarse del todo. 
A pesar de ello les dio una última oportunidad escribiendo su petición de nuevo.

Pasaron enero y febrero y entre tanto un hombre que no era su padre se presentó en casa y se quedó a vivir con ellos. Y llegaron de nuevo las navidades y el día cinco de otro enero, y en un famoso centro comercial, el individuo que figuraba como Melchor fue apuñalado con un abrecartas por un chaval de trece años. Dolido, de que después de tanto esperar a su padre como único regalo, le hubieran dado el cambiazo por otro individuo y de paso de forma impune, le arrebataran  la inocencia para siempre.

Derechos de autor: Francisco Moroz

Argumentos






– ¿Llegarás a amarme alguna vez?

– Ya veremos, más adelante te lo diré.

– ¿Cómo que más adelante? ¿No te parezco lo suficientemente atractiva y seductora?

– Todo eso y mucho más… sexy, inteligente, valiente, luchadora, con carácter. Tienes cierto carisma que atrae irremisiblemente, pero…

– ¿Pero qué? ¿No te parece suficiente? Otros ya estarían locos tan solo con esa descripción, deseando encontrar mi nombre entre líneas.

– Sabes que yo siempre busco algo más.

–¿?

–Yo no solo necesito encontrarme contigo en cada capítulo, también es importante el entorno en el que te mueves, las armas dialécticas con las que te desenvuelves en los diálogos, el argumento de la historia que protagonizas.
¡Vamos! comprobar que seas una figura con fuerza literaria suficiente, que no te vayas diluyendo como el azúcar en la leche a lo largo de las páginas y de los capítulos según se vayan escribiendo.
Que sabes tú, que las hay que te llaman la atención en un principio y enamoran a primera vista, para poco después dejarte tirado, desencantado por su forma de manejarse con sus decisiones equivocadas, su tonto proceder o su banalidad.

Soy de personajes con mucha enjundia, bien construidos. De los que dejan marca y te interpelan. De los que motivan opiniones encontradas .

-Pero si tú eres el que me perfilas con tus descripciones, formo parte de tu creación, hazme a tu imagen y semejanza y punto.

-No es tan fácil, un autor nunca está del todo seguro con lo que crea y mi miedo radica, en no saber hacer coincidir mis gustos personales con los del lector. Que los hay muy exigentes, de los que no se conforman con alguna escena tórrida intercalada.

-¿Sabes lo que te digo Steve? déjame tal como estoy, yo me veo bien incluso con tatuajes y piercings. Ya me encargaré yo de que el libro funcione y se convierta en un referente del género.
Por cierto ¿Cómo lo titularás?


-"Los hombres que no amaban a las mujeres".






Derechos de autor:Francisco Moroz




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