¿Cuál sería esa montaña brillante, frondosa y exuberante que parecía llamarle tan desesperadamente? Tendría que averiguarlo sobre la marcha, no pensaba demorarse lo más mínimo para descubrirlo.
Esa
misma noche había estado soñando con ella, erigida como obsesión, la imagen
recurrente de sus desvelos.
–––––––––
En
consecuencia, aquél mismo dos de Julio decidió emprender la marcha en busca de
aquello que poblaba sus pensamientos desde hacía aproximadamente un año. Había
estado preparándose mentalmente para ese
momento.
¡Justo para ese preciso momento y no otro!
En
su cabeza no había dejado de hacer planes y preparativos para que llegados a
este día tan puntual, no tener que consumir más tiempo de lo conveniente con
retrasos de última hora ocasionados por olvidos e imprevistos varios.
Y no
obstante, sabía que algo se le escapaba; un detalle volátil que no era capaz de
apresar y retener en su memoria. Algo así como unas letras escritas en la arena
y borradas con premura por las olas del mar.
Pero
no por eso dejó de concentrarse en la preparación de su mochila con eficiencia
alemana, metodismo inglés, y toda la ilusión que pone un español en toda
aventura que se precie de ser coronada con éxito.
Y
esa montaña soñada era su meta y destino en aquella ocasión ¡Su Ávalon, su
Ragnarok!
A su
lado, una mujer y sus hijos tenían la sorpresa impresa en la cara. Sus ojos reflejaban
extrañeza y confusión. Se miraban entre ellos y después a él, pero sin atreverse
a emitir ningún sonido para no romper el hechizo al que parecía estar sometido
el hombre mientras, en voz alta, enumeraba los objetos esparcidos alrededor:
–Un
saco de dormir, tienda de campaña, linterna, termo, botas de marcha, cuerda,
ropa apropiada y cómoda. Gorra, pantalones de lona, tres pares de calcetines
gruesos, una muda. Cantimplora, brújula, Campin gas, pote y cubiertos, tartera,
navaja multiusos, esterilla de caucho, y líquido anti mosquitos.
Aparentemente
no le faltaba ninguno de los artículos que aparecían en una lista que sostenía
entre sus dedos temblorosos a causa de los nervios y la emoción. Estaba todo
listo para comenzar su deseo con cuenta atrás, su ilusión con fecha concreta de
caducidad. Por tanto, no estaba dispuesto a desperdiciar ni un solo segundo.
Fue
entonces cuando la magia se esfumó como por ensalmo. Una voz rompió el hermoso
encantamiento en el que el hombre estaba imbuido. Una voz que emitió un sonido
en forma de palabra que conformó una fatídica frase que le hizo recordar al instante
ese detalle, que como soplo inspirado de musa, se le había estado escabullendo
hasta aquel momento.
Todo
se desmoronó, estalló la burbuja que originó que un lagrimón brillase en uno de
sus ojos.
Su mujer deshizo su castillo construido en el aire, presintiendo al mismo tiempo el alejamiento irremisible de esa montaña que le había estado seduciendo desde hacía exactamente un año y dos días.
Ocurrió cuando ella le dijo:
Ocurrió cuando ella le dijo:
¡Pepe, sabes bien que este año toca playa! Y que no es negociable un cambio de planes.
Derecho de autor: Francisco Moroz
Me encanta como se entusiasma planificándolo todo, y como su mujer corta alas a lo que imagina en su cabeza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sechat, se bienvenida.
EliminarYa sabes ese refrán tan sonado: "El hombre propone, Dios dispone y la mujer todo lo descompone" Que no se moleste ninguna, que no lo digo yo. :)
Un abrazo, espero verte de nuevo.
Ja, ja, ja... desde luego la vida en pareja y con niños suele dejar nuestros planes al final de una lista muy larga. Divertido y, también amarga historia. Un abrazo!
ResponderEliminarBueno, es a lo que se arriesga uno cuando comparte vida y sueños con un segundo en discordia.Y no te cuento cuando esa pareja es con niños.
EliminarPero también constituye por otro lado toda una aventura ¿No crees? La montaña tendrá que esperar.
Un abrazo David.
Ja, ja... Tenia que ser. Lo que yo me pregunto es que, si él llevaba un año preparándolo todo, cuando tocaba playa, ¿Qué habia tocado el año anterior?... Posiblemente, vacaciones familiares en la casa del pueblo de sus suegros. La familia es lo que tiene.
ResponderEliminar¡Muy bueno! Feliz verano
Nunca lo sabremos Isidoro, a lo mejor también tocó playa, o ni tan siquiera hubo vacaciones a causa de la crisis. Vete tú a saber. Y sospecho que la decisión de la matriarca es la que prevalece sin duda con la complicidad de las criaturas que tienden a los gustos de la madre.
EliminarUn abrazo, compañero.
Cuantos planes se deshacen cuando se tiene todo preparado. La familia es lo que tiene que nunca cuenta con lo que el padre dispone, ja,ja,ja buen relato. Un abrazo.
ResponderEliminarCuantos planes habrá que posponer por causas mayores, por no llevar la contraria y evitar disgustos y malas caras. Que somos conscientes que se nos hace pagar nuestros errores con creces. Y los caprichos los justos y necesarios para mantenernos ilusionados y entretenidos.Je,je.
EliminarUn abrazo Mamen.
Pobre hombre, desde luego con la ilusión que le hacía, soñando con la montaña y vaya viene la mujer le dice que no que toca playa, menuda faena, en fin tendrá que esperar el pobre hombre a las vacaciones siguientes, jeje.
ResponderEliminarMuy buen relato sin duda.
Un abrazo Francisco
Habría que saber primeramente si las vacaciones pasadas fueron de montaña o playa. Si fueron de montaña, es justo lo que propone la mujer sin duda, es de justicia. Lo malo sería que repitiesen otro año con la playa. Entonces la esposa no tiene perdón de dios por someter a este pobre hombre a sus deseos inapelables.
EliminarUn beso Teresa y feliz descanso.
Pepe tendrá que conformarse otro año con la arena y el agua salada. Las multitudes aglomeradas en metros cuadrados insuficientes para todos y las altas temperaturas diurnas bajo un sol de justicia.
ResponderEliminarOtro año será...O no.
Un abrazo.
Vaya con el "detalle volátil que no era capaz de apresar y retener en su memoria". Se le escapó lo más importante. Gafas de buceo y aletas y no tanto kit de acampada. ¿Cómo pudieron frustrarle sus ilusiones? Se le lleva al monte, pobre hombre, con la tienda y el saco de dormir.
ResponderEliminarMuy bueno, Javier. Lo que hacen las ganas.
Un beso.
Cuando un deseo nos posee siempre hay algún detallito que se nos pasa por alto, estamos borrachos de ilusión, hacemos proyectos y soñamos planes. La dura realidad nos hace añicos todo, cuando se presenta tajante e inapelable.
EliminarEse hombre lo más seguro es que no disfrute las vacaciones este año ya esté visionando el siguiente para subsistir sin fenecer entre cuerpos morenos y flotadores.
Besos.