Una ermita románica en medio de un campo baldío. En sus buenos tiempos, testigo de peregrinaciones, devoción popular y amor desmedido por una sencilla talla de madera, de una virgen con niño del siglo XII.
Descuidado el edificio, casi rayano con la ruina. Patrimonio nacional tiene joyas de más renombre a las que dedicar los fondos de la comunidad Europea.
Aprovecho la oscuridad sin luna, descerrajo con palanqueta la oxidada cerradura de la puerta. Entro como saqueador de tumbas. Me he convertido de repente en un profanador.
Acercándome al altar me santiguo; lo cortés no quita lo valiente. Soy respetuoso con los objetos de interés cultural. Más, con los que parece no apreciar nadie.
Agarro la talla de la virgen casi con veneración; percibo la mirada triste del niño que tiene en brazos; como pidiéndome que no haga daño a su madre.
La introduzco en una bolsa del Ikea y salgo subrepticiamente sin hacer ruido. Encajo el portón para que no se note el robo al menos durante unos días. El ayuntamiento no invierte en la vigilancia de su acervo; solo en fiestas patronales.
Pasados quince días salta la noticia en la comarca: “Una banda de criminales especializados, han robado una talla de incalculable valor. Atentando contra bienes históricos de interés artístico”.
Lo que no saben estos incompetentes, es que estoy en pleno proceso de restauración de esta preciosa talla abandonada a su suerte. Soy estudiante de bellas artes, y no soporto la pérdida de tanta riqueza por simple dejadez.
Una cosa no quita la otra, se puede ser un peligroso criminal y un estudiante de arte sin problemas...
ResponderEliminarSaludos,
J.
¡Hola, Francisco! Muchas gracias por participar en el microrreto. El texto invita a la reflexión y tiene un inesperado e interesante giro final que cambia por completo la percepción que tenemos del personaje en un principio al leer el texto. Además, vemos que actúa como lo haría un antagonista, pues él mismo se identifica como profanador, y se le añade que los medios de comunicación lo convierten en villano. Al lector le corresponde decidir si considerarlo o no como tal.
ResponderEliminarHe conectado mucho con tu relato y he comprendido el interés del personaje por conservar una pieza de valor artístico e histórico, ya que yo también fui estudiante de Bellas Artes.
Un abrazo :)
Agradezco tus palabras, alegrándome por duplicado por haber conectado contigo por tu condición profesional ( me figuro) con el protagonista del relato.
EliminarAgradecer también vuestras propuestas que resultan tan motivadoras .
Un abrazo y feliz fin de semana.
Realmente me sorprendiste Francisco con ese final, no me lo imaginaba, el que aparentemente es un villano resulta no ser tal, pues solo desea restaurar una pieza histórica, entonces ¡quiénes son los villanos?, los que están dejando que se arruine sin cuidados esa bella pieza religiosa e histórica, porque si después de tanto tiempo notaron sus ausencia, pues mucho no les importaba.
ResponderEliminarRealmente me gusta tu manera de plantear este micro, saludos. PATRICIA F.
Hola Francisco: Pedazo relato que nos trae la incompetencia de las administraciones por el patrimonio y el amor de personas anónimas que saben mas. Un abrazo y gracias por escribir
ResponderEliminarEnhorabuena. Me la olía, pero claro, soy medievalista. O podenco. Me ha encantado.
ResponderEliminarMe temo que los incompetentes de turno, si no consiguen cargar la culpa a algún ladronzuelo de cuarta, el día que el restaurador la restituya lo convertirán en el responsable de todo, incluso lo que a ellos corresponde. Los verdaderos antagonistas tienen la especialidad de saber zafar. Un abrazo
ResponderEliminarUn villano que no era tal, sino un salvador de bienes abandonados a su suerte. El "malo" es mucho más "bueno" que aquellos que deberían proteger nuestro patrimonio artístico-cultural.
ResponderEliminarHas sabido darle la vuelta a la historia con mucho "arte", je, je.
Un abrazo.
El antagonista a veces está donde menos se imagina. Por ahí va mi relato también. En este caso, creo que ese antagonista es la administración y su dejadez con las obras de arte más humildes, pero no de menos valor.
ResponderEliminarme ha encantado.
Un beso.
El hombre no era tan malo como lo pinta la prensa, solo quería rescatar una obra de arte antes de que desapareciera.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco
Puri
Uno de los pocos ejemplos de aquello de que " el trabajo dignifica". Le redime como mínimo del robo.
ResponderEliminarA ver como redactan el las noticias lo de que " una banda de ladrones especializados devuelve una talla que antes estaba estropeada".
Me encanto la ironia de la talla de madera antigua transportada
En una bolsa del idea.
Abrazoo
Un villano muy particular que deja al descubierto la desidia y el oportunismo de quien debería proteger la Historia y la belleza. Muy buen micro, Francisco, cargado de crítica y sensibilidad. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la ambientación y el antagonista (cuando se ha santiguado he sonreído con dulzura). Cuesta entender hoy día, igual que le ocurre al protagonista, cómo puede haber dinero para construir aeropuertos sin tráfico aéreo de ningún tipo durante años y no haber dinero para estos otros menesteres. Una preciada crítica a los administradores de lo público. Por cierto el paisaje del relato me olía a Castilla y León, a no ser que me haya traicionado la pituitaria por la morcilla de Burgos que me he zampado hace un rato.
ResponderEliminarMuy buen relato, Francisco, un abrazo.
Muy bueno, Francisco! Al final el protagonista era el menos villano de todos. Qué cuidado lo has mostrado todo para dar ese remate final tan bien preparado.
ResponderEliminarFantástico, compañero.
Un abrazo!
Hola, Francisco. El tipo actuaba por amor al arte, nunca mejor dicho.
ResponderEliminarLos villanos aquí son los políticos que descuidan tantas cosas a veces.
Un abrazo.
Hola Francisco , espero que este restaurador sea mucho mejor que la señora del Cehomo , eso a fin de cuentas el pueblo se hizo famoso y con las vistas recauda mucho dinero para el bien del pueblo.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato.
Besos de flor.
Hola Francisco, un "villano" que a mi parecer no lo es tanto. Me gusta que primero nos imaginamos a alguien sin escrúpulos pero al final vemos que sus motivos son nobles. También me agrada que dentro de tu relato hay una crítica a la autoridad que no hace su trabajo. Un placer leerte. Saludos.
ResponderEliminar“…como pidiéndome que no haga daño a su madre”. Me encanta, de tu estilo, esos insospechados guiños que no esperas dentro de la narración; también la fluidez con la describes la escena, llevándonos a interpretar lo que tú decides...
ResponderEliminarEa, dominio se llama. Muy buena historia (este enemigo público es de los buenos.)
Un abrazo de librote antiguo ;)
Reúnes villano y héroe en la misma persona.
ResponderEliminarBuen relato, Francisco.
Un abrazo.
¡Hola, Francisco! Tu estupendo micro me lleva a pensar en la idea de si en el fondo, un villano no deja de ser más que un héroe incomprendido. Y eso nos lleva a un debate moral tremendo como es la línea que separa la legitimidad de la violencia contra un sistema político. ¿Es menos terrorista quien atenta en una dictadura que quien lo hace en una democracia? Quien usa la violencia contra la población por un fin que considera legítimo ¿será terrorista o héroe en función de si forma parte de un ejército o de un grupo clandestino? Un micro que, por otra parte, viene al pelo de la actualidad con esos ataques en museos de ciertos activistas ecológicos. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola, Francisco. Has cambiado con un inesperado giro una acción propia de un villano con la de un altruista que aborrece al abandono del arte y quiere restituir todo su esplendor. La ambientación, perfecta. Un abrazo..
ResponderEliminarY con la noticia del robo, le volverán importancia. Y será restaurada.
ResponderEliminarUn sorprendente final.
Saludos.
Hola Francisco. En tu relato se puede ver al villano como héroe, y se pueden tildar de villanos a quienes por dejadez incurren en omisión de sus funciones. Llegas a humanizar la talla que el restaurador acoge con tanto mimo. Muy buena la ambientación rural y decadente. Gran trabajo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Francisco. Nos vemos ante una especie de Robin Hood que roba obras de arte abandonadas a su suerte para devolverles su explendor perdido. Un relato genial que nos obliga a ponernos de parte del villano. ¿O el mal está en la ineptitud y dejadez de nuestros gobernantes?
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Hola, Francisco. Me gusta el tema que muestras en el relato. Lo cuentas tan bien que es muy fácil empatizar con el protagonista. Un micro estupendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha encantado el relato con ese final tan feliz ¿Cuál será la noticia cuando el restaurador la vaya a reponer?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso es tomarse la justicia cultural por su mano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Francisco, nos presentas un villano y héroe, al estilo de Robin Hood, que robaba para dar a los pobres.
ResponderEliminarUn micro de corte social bien llevado y con un final inesperado. Muy buena tu participación.
Un abrazo y feliz diciembre.
¡Hola Francisco! Muy buen tema el que has elegido para el micro. Empatizas enseguida con el "supuesto villano" cuando descubres que lo único que pretende es restaurar una pieza, una obra de arte, a la que nadie echa cuenta. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Francisco! Para mi tu villano es un héroe. Me ha gustado mucho. También que aprovechas para denunciar el descuido con nuestro patrimonio. Muy buen relato. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Francisco. Tu personaje encajaría con el buen ladrón. Después de que su descuido, por desidia, provoca la profanación ponen el grito en el cielo; menudos impresentables.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Francisco, no esperaba ese final, me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Patricia-Ainhoa-Guille-Juana-Josep-Rosa-Dulcinea-Gabiliante-Marta-Carles-Pepe-Pedro-Flor-Ana-Maite-Julio-Macondo-David-Isan-Demiurgo-Jorge-Bruno-Carmen-Conchi-José Antonio-Harolina-Rocío-Lola-JM Vanjav-Dakota.
ResponderEliminarMuchisimas gracias por comentar este relato. Cada una de vuestras apreciaciones son tenidas en cuenta y valoradas en lo que valen.
Os tengo en cuenta a todos y os aprecio como compañeros literarios.
Recibid abrazos de los que me gusta dar a tutiplén. El que prefiera besos, también.
Que tengais una feliz semana.