lunes, 26 de enero de 2015

Aquellas pequeñas cosas




Recuerdo a mi madre cosiendo un dobladillo de un pantalón, o haciendo un jersey de los muchos que hizo mientras sus dolores se lo permitieron y yo a su lado, recitándole la lección aprendida en la escuela. Las letras y los números, las horas y los meses. Aprendía a leer y a sumar junto a ella hasta que la propia vida me enseñó a restar, a prescindir de mis pocos años y de su querida presencia.

Recuerdo a mi padre y su mano cogiendo la mía en paseo dominical por el parque del Oeste, después yo en mis juegos con mis hermanos y él en un banco pelando unas naranjas para regalarnos sus dulces gajos mientras, vigilaba nuestras correrías entre los árboles y las hojas caídas. Después el Alzheimer le hizo olvidar todo aunque yo se lo recordara con mis abrazos. 


Recuerdo como si fuera ayer, aquella parada de autobús en una plaza conocida. Una tarde de Sábado que prometía una jornada gloriosa en un tiempo, donde la adolescencia todavía campaba a sus anchas por toda mi piel.

Un bus que no era el que yo estaba esperando se detuvo y a través de una de sus ventanillas que quedó a mi altura, vislumbre a una muchacha más o menos de mi edad que giró la cabeza justo cuando la miraba, dibujándose en su cara, una bonita sonrisa que quedó grabada para siempre en mi memoria hasta hoy. Por eso desde entonces y para mi: la curva más deliciosa de una mujer es la de sus labios. 

Recuerdo mi primer beso de amor con la chica que me quitaba el sueño, y me hacía soñar solo con ella, mi primer amor, ese que me quitaba el hambre, por la que bebía los vientos, la que me llenaba de ansiedad en los encuentros y me tenía en vilo toda la semana.

Un beso dado desde la inocencia de esa edad temprana donde todo parecía estar prohibido. Beso lleno de entrega generosa, con promesas hechas desde lo más hondo del corazón; hasta la irremediable llegada del desengaño, la tristeza y el llanto que lo rompió todo en mil pedazos que no volvieron a juntarse nunca más. 

Recuerdo una tarde fumando mi nerviosismo, cuando yo fumaba y se podía. Mi primer grupo de amigos, con proyectos comunes y metas afines entre las que se incluía cambiar el mundo y hacer justa la sociedad; ingenua juventud llena de irreflexivas hazañas utópicas y nobles.

Y allí estaba, cerca e inasequible. Ella, rompió el hielo de mi tímido desasosiego y se acercó, y desde entonces nada ha podido separarnos ni consolarnos en la ausencia del otro, su ternura lo inundó todo, creando lo que es mi hogar entre sus brazos.

Recuerdo aquél primer llanto inconsolable de mi hijo cuando llegó al mundo y se enfrentó por primera vez a la fría realidad de la existencia. Venía del calor y la seguridad del útero que lo acogía y que tocaba a su fin. No quería abrir sus ojitos apretados de miedo hasta que escuchó mi voz diciéndole que allí estaba yo para sostenerle y protegerlo. Sentí que me reconocía, abrió sus ojos y acalló el llanto, reposando después en el regazo de la madre con la seguridad adquirida de que había alguien que le recibía con amor e intentaría acompañarlo hasta que su necesidad no fuera tan perentoria.


Hace tiempo llegué a la conclusión de que la felicidad no existe, al menos en este mundo que conocemos; pero que la vida está cuajada de momentos felices que te hacen sentir pletórico de emociones y de sensaciones antagónicas como la risa y el llanto. Momentos que te van creando como persona, recreando como ser humano y trasformando el entorno que habitas. Ráfagas esenciales, repletas de energía positiva que dan sentido a tu paso por la tierra y que conformarán esos recuerdos, en los que de vez en cuando merece la pena perderse.


Por esa razón tengo la sana costumbre de coleccionar momentos. 


Un bloguero al que conozco personalmente me comentó que el motivo de su blog no era otro que el de volcar en él lecturas y vivencias, que de otro modo iría olvidando por el camino como vamos perdiendo memoria según sumamos en años.

Yo no quiero que me pase, aunque preveo que será irremediable que ocurra eso de: rememorar lo antiguo y olvidar lo inmediato, de eso trata el ser perecedero y mortal. 

Las páginas de nuestros libros van pasando. Unos son más gruesos que otros, pero en todos escribimos cual autobiografía, con mejor o peor letra, en prosa o en verso nuestra vida.

Intentar no dejar hojas en blanco debe ser nuestro cometido para que al leerlas conformen nuestra obra, la que todo el que nace esta obligado a escribir. La tejida a base de esas pequeñas cosas, que no son cosas; sino momentos, detalles, sacrificios, luchas, alegrías, satisfacciones, logros, triunfos y derrotas, tropezones, saltos y hasta vuelos gloriosos.

Aquellas pequeñas cosas a las que creo, se refería Joan Manuel Serrat en su canción.















viernes, 23 de enero de 2015

La Casa de enfrente

La Casa de enfrente






De: Esteban Navarro








En otro post ya os comenté que hay libros por los que te sientes atraído a causa de lo que dicen las críticas de los medios y la de los que entienden de estas cosas del leer, las más de las veces por la pequeña sinopsis de la parte posterior del mismo, esa que suele estar detrás de la cubierta, muchas por lo que aportan otros blogueros con respecto a ellos contando su experiencia personal a lo largo de su lectura; y las menos por la ilustración de la portada, algo que los editores cuidan desde hace unos pocos de años a esta parte para utilizar como cebo con los compradores compulsivos que no buscan algo en particular. 

Pues confieso que esta última ha sido esta vez la causa de escoger este en particular. Eso y el género del que se trata, pues este es el mes de la novela negra y policíaca, evento organizado por "Laky" de -Libros que hay que leer-

Después de esta larga explicación, me meto en harina.


Nos situamos en una pequeña localidad costera llamada Roquesas de Mar que anda conmocionada por la desaparición de una muchacha de 16 años llamada "Sandra López". Todos especulan y barajan hipótesis y sospechosos, hasta que el cadáver irreconocible de la chica aparece cerca de la casa de uno de los vecinos más respetables y adinerados del pueblo: "Álvaro Alsina".




Se trata de un hombre de negocios que dirige una empresa fundada por su padre, empresa que fabrica componentes y software para ordenadores y que esta a punto de cerrar un importante contrato con el gobierno.


Es entonces cuando todo empieza a derrumbarse alrededor de "Álvaro" su mundo, levantado con tanto esfuerzo se tambalea en el momento en que todas las pruebas parecen apuntar hacia él.

Su mujer, sus hijos, su socio y empleados, su amante y sus vecinos empezarán a mirarle como asesino, pederasta y violador.
Tendrá que demostrar su inocencia y aportar pruebas que le liberen de una posible y casi segura condena.

"La sociedad juzga a sus miembros por anticipado."


Bien, pues este es el resumen a groso modo del libro que comento. Una historia cuya trama desde un principio está llena de posibilidades y que atrapa al que la empieza. Ahí el autor acierta, escogiendo la dinámica adecuada para conseguirlo.

Nos plantea un suceso inédito que acaece en un pueblo tranquilo en el que nunca ocurre nada relevante, una localidad que nos parece cercana y conocida, hasta su nombre nos suena conocido, como de haber veraneado en ella.

A partir de aquí empieza a bombardearnos con la presentación de un montón de personajes habituales, pero que a lo largo del relato veremos que son del todo prescindibles, como con la sana pretensión de ocultar al culpable desde el comienzo y despistar al lector en uno de esos ejercicios tan habituales que los que leen este tipo de novelas acostumbra a hacer: intentar descubrir al asesino desde el principio y sospechar del menos sospechoso.


De esta forma conoceremos a "Cesar Salamanca" el jefe de policía local y amigo de la infancia de "Álvaro Alsina", al director del banco principal "Cándido Fernández", "Luis Aguilar" el arquitecto, "Elvira Torres" la doctora y compañera de"Rosa Pérez" la mujer de "Álvaro" que es a su vez amante de este.


y así un largo rosario de personajes secundarios: Sus hijos "Javier" e "Irene" la canguro de estos "Sofía Escudero" apodada la cíngara. La sirvienta de la familia "María Becerra", el abogado defensor del acusado "Nacho Heredia", el socio de la empresa "Juan Hidalgo", un gitano peligroso "José Soriano", un camarero cubano llamado "Pablo Marín". Y de esta forma un larguísimo etc que nos resultará un poco cargante por lo innecesario de tanto elenco. 

hasta un ex-nazi de la temible gestapo está establecido por allí.



"Uno de los peores pecados capitales es querer que los demás sean como nosotros."


El  ritmo del relato es trepidante pero ciertas descripciones como la calle donde está ubicada la vivienda de la familia se repite en exceso, así como el nombre de la localidad, no ocurre lo mismo con los restaurantes y bares de los que parecen existir una buena selección para todos los gustos. La sensación que llegué a tener durante la lectura, es que algo no encajaba desde el principio.

Algo chirriaba en el engranaje argumental algo que no acababa de convencerme.

Los sentimientos de odio-amor-celos-envidia-bajas pasiones-infidelidades-vicios ocultos, tendencia sexual, intentos de seducción. Todo aparece de continuo como una cascada interminable, todas las personas tienen algo en común: ninguna parece ser trigo limpio, todos tienen algo que ocultar. En última instancia son sospechosos de algo que los liga entre ellos y convierte un relato de suspense en un culebrón latino donde nadie sale bien parado.


Incluso hay una intervención policial desde Madrid. Se aportan unos agentes para la investigación del crimen, que sin embargo en los capítulos finales parece aclararse por si solo de forma muy precipitada y que nos deja la interrogante de el porqué de esos dos investigadores...y su papel en la trama.


Por otro lado ya sabemos que la novela negra está sembrada de escenas macabras y sangrientas donde las víctimas son asesinadas, torturadas o despedazadas. Aquí se nos relatarán los hechos desde dos escenarios diferentes. Por un lado el trascurso de la vida cotidiana de "Alvaro" su familia y vecinos y las inevitables complicaciones del protagonista, a partir del descubrimiento del cuerpo de la chica; y por otro lado los momentos vividos por la víctima en su lugar de encierro y las vejaciones y abusos llevadas a cabo por su secuestrador.


La prosa es natural y directa, sin filigranas y sin retórica, pero los diálogos simples y pueriles en algunos casos, como de actores de teatro noveles que no han sabido meterse en el papel.

Llegará un momento, que con algo de perspicacia y pistas que se nos dan, no se si de manera premeditada o por despiste del autor preveremos el final, sin dar apenas opción a la sorpresa.

No puedo decir de este libro auto-editado que carezca de mérito, pues por delante, va mi más sincero respeto al escritor que es capaz de lanzarse a esta aventura en la que yo personalmente no me he atrevido a dar el primer paso. Pero la crítica imparcial es lo que tiene, y lo dicho es lo sentido por un servidor después de concluida la lectura.


No obstante es de ley comentaros que este autor ha recibido varios premios en su trayectoria como escritor, y que este libro ha estado encabezando listas de ventas por delante de escritores de reconocimiento internacional.  

"Esteban Navarro" ha escrito bastante más. En concreto una serie a la que le tengo echada el ojo y cuyo personaje principal es un policía nacional llamado "Moises Guzmán" cuyos títulos son: - El buen Padre- Los fresones rojos- y -Los ojos del escritor- que tienen en algunos foros buenas críticas. Por tanto más adelante quizás le de una nueva oportunidad. 

Su última publicación es del reciente año pasado. Se trata de -Los crímenes del abecedario- de otra serie en la que su primer título fue - La noche de los peones- y de la que se espera un tercero para este año 2015.

Este título, y no puedo ser parcial a pesar de otras opiniones que la enmarcan como una lectura trepidante y genial; a mi personalmente, me ha resultado un tanto floja y predecible.


En la próxima pondré más cuidado en no fiarme tan solo de la ilustración de las tapas.


"Los hombres suelen pasar media vida planeando lo que hacer durante la segunda mitad de su existencia, y pasan la segunda arrepintiéndose de lo que no hicieron durante la primera"



jueves, 15 de enero de 2015

Los Cuerpos extraños

Los Cuerpos extraños

De: Lorenzo Silva


Sigo presentando títulos referentes a la propuesta de Laky en: 
-Libros que hay que leer- en el que Enero está dedicado a este género literario.




Es curioso como los libros vienen a uno sin avisar, de improviso, cuando menos los esperas.

Este autor me era totalmente desconocido dentro del panorama literario y de pronto con una tablet que encargué me trajeran de Estados Unidos hace unos años, me vino cargada con los primeros títulos en formato Epub, de esta serie, que en poco tiempo ha conquistado a los lectores aficionados a este tipo de género de novela: La policíaca y negra negrisima de la muerte. Y os señalo de nuevo el detalle: Una tablet americana cargada con novela policíaca de un autor español. ¡Tremenda sorpresa! a la par que curiosa.

Hay personajes en el elenco de "la negra" que ya son referentes: El inspector "Maigret", el consabido detective "Holmes" o el bigotudo belga de "Agatha Christie": "Poirot". Los más actuales "Marlowe", "Carvalho" o la inspectora "Salazar" de la trilogía de Baztán.  que ha impactado tanto a los aficionados devoradores de letra impresa.


En este caso los protagonistas de esta colección, son la pareja de la guardia civil un tanto atípica que conforman el brigada "Bevilacqua" y la sargento "Chamorro". Estos se han hecho un hueco con mucha dignidad, dentro del género, después que junto al autor y creador, ganaran el premio planeta en el 2012.



Este nuevo caso del libro que os presento, da comienzo con una llamada inesperada de su superior a "Rubén Beviclaqua" durante un fin de semana en el que se encuentra celebrando una fiesta familiar: el cumpleaños de mamá.


El cadáver de una joven de una localidad turística costera mediterránea, ha sido hallado semidesnudo en la playa. Se trata de la alcaldesa llamada"Karen Orti Hansen" con raíces danesas, con fama de incorruptible y que pretendía cambiar las reglas del juego, en lo que parece ser, una vez empezadas las investigaciones, un condominio de caciques locales que veían peligrar sus tejemanejes propios de la casta, por causa de la integridad de la muchacha.

Una mujer con carácter, ideas claras y mucho coraje. Y por tanto con rivales a los que parecía estorbar.

En poco tiempo se reúne el grupo habitual de agentes que forman el equipo de "Bevilacqua" junto con"Chamorro", su compañera de fatigas a la que le une una relación de tanta confianza, que la amistad y complicidad entre ellos va más allá de la relación de trabajo.

"Arnau" el agente novato que por otro lado, es un experto informático sobre el que cada vez con más frecuencia, "Vila" delega responsabilidades de peso.
Y la retaguardia que recaba información desde Madrid. Dos agentes femeninos con mucho garbo y salero.

Esta vez la investigación se ha de desarrollar en las altas esferas de la política, por lo cual se ha de llevar con mucho tiento, para no herir sensibilidades ni levantar ampollas innecesarias a causa de como anda el país: enfangado de corrupciones,

malversaciones de fondos públicos, especulaciones inmobiliarias y evasión de capital en paraísos fiscales. Por ello tienen ordenes superiores de no provocar susceptibilidades innecesarias en los sospechosos.

"No vivimos en mundo ideal, vivimos entre la mugre, y con ella tenemos que hacer algo que merezca la pena mínimamente."




Por ello tendrán que coordinar sus acciones con otro equipo paralelo de agentes bajo el mando del comandante "Rives".    pertenecientes a la unidad de delitos financieros, que se hayan investigando a alguno de los elementos a los que "Bevilacqua" y "Chamorro" tendrán que visitar e interrogar durante el esclarecimiento del asesinato de la alcaldesa.


Otro grupo de la guardia civil regional, dirigidos por la comandante "Menendez", colaborarán con los que vienen de Madrid. 

Estarán condenados a entenderse, a pesar de las usurpadas competencias que tocan el "Ego" de algunos.

Según se vayan desarrollando los interrogatorios en el que fuera círculo laboral más próximo a la finada; se irán destapando tramas en las que hasta se haya involucrada la mafia italiana.


Si ya de por sí el ovillo del que tirar es harto grueso, para liarla un poquito más si cabe, saldrá la luz la activa vida privada, sentimental y sexual de "Karen Orti Hasen" que parece conformar un rompecabezas con piezas extraviadas.


Cada vez tengo más certeza, de que "Lorenzo Silva" ha creado dos personajes carismáticos, muy humanos y reales, con sentimientos y emociones personales que los hace cercanos al lector, al que incluso induce a identificarse en alguna ocasión con ellos.


"Antes que guardia soy un ser humano. Eso me condena a ser peculiar."


El brigada es uno de esos hombres en la mediania de la vida, de vuelta de casi todo, desengañado y no por eso desesperanzado. Con un espíritu imbatible ante la adversidad y el derrotismo.


No solo capaz de enfrentarse con lo mediocre de la sociedad, sino también de plantar cara a los prebostes que miran por encima del hombro y con altanería a los demás. Capaz de mantener la mirada y la cabeza alta, pero con humildad . Intuyo que algo tiene que ver con otro personaje de ficción perteneciente a otro siglo español, y no me refiero a D. Quijote, aunque de este algo tiene también.

El lenguaje elegido por el autor, puesto en boca de los personajes principales, diría que es elegante y rayano en lo culto, con ese deje de ironía soterrada en cada frase y palabra, que hace correr el texto ante nuestros ojos con suma fluidez y amenidad.


Los diálogos son otro punto fuerte a destacar en este escritor.

Cada interrogatorio y entrevista con los sospechosos o familiares de la víctima, o entre mandos y subalternos; son pequeñas perlas que nos demuestran que el género negro, policíaco no tiene que ser un compendio de insultos, de palabras soeces o de frases chabacanas y groseras.

La psicología, que es en lo que el brigada es licenciado, le ayudará a comprender a víctimas y personas de su entorno, en esta ocasión "Chamorro" necesitará de esa ayuda y de esa comprensión.

Las reflexiones, cargadas de filosofía y los comentarios chuscos y en ocasiones, cargados de doble sentido según a quien se dirijan.
Y siempre respetuoso con los superiores y esquivo con los jueces. (Con algunos no). Siempre en equilibrio precario entre su vida profesional y familiar.

Os daréis cuenta que una sensibilidad especial adorna a este agente de la guardia civil, una virtud más de las muchas que le encontrareis;  siempre y con constancia tras un fin: hacer cumplir la ley se trate de quién se trate. Siempre de frente.

Aun a pesar de lo que él mismo dice en una ocasión:


"Una justicia que solo es fulminante e implacable con quien es demasiado pobre como para tener a alguien (abogados, supongo)

que pueda sabotearla con la propia ley en la mano.

El tema es actual, cercano y candente. Nos toca y nos lacera, nos hace clamar al cielo por el advenimiento de un "Quijote" que desfaga a lanzazos tanto entuerto, y extienda en nuestras llagas abiertas por tanto escándalo, un poco de bálsamo de Fierabrás.


Los personajes conocidos, y los que entran en escena por primera vez en este título, están muy bien definidos, no hay ninguno en apariencia que esté de más ni de menos; todos juegan un papel necesario dentro del desarrollo de la historia contada, que por otro lado carece de aparentes fisuras, creando un argumento con trama, nudo, y desenlace redondos.


No solo os vais a encontrar con una novela entretenida. ¡Que haberlas las hay, ¡bastantes! sino también a una de un género: el negro, que nos hará vislumbrar a pesar de lo peor del ser humano: el delito la 
violencia y la muerte. Sentimientos de amistad y compañerismo y virtudes como la honestidad y el temple de carácter en circunstancias críticas. 

Un rayo de luz al final de un túnel muy oscuro.


Altamente recomendable para los lectores de este tipo de novelas y para los que no lo son.


"La vida es demasiado corta como para gastar trozos de ella en reparar malentendidos que sobre uno puedan pesar."



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