has de cogerla de la mano y bailar con
ella.
De apariencia frágil hasta que sientes
su pálpito salvaje instintivo de
animal salvaje,
con una poderosa voluntad de devorarte.
Si quieres que te acepte
has de mirarla de frente sin arrogancia,
a los ojos.
Como enamorado incondicional ante su
presencia,
dispuesto a todo.
Es ella la que te saldrá al encuentro
sin tú buscarla.
La que te hará delirar y padecer hasta
dolerte,
llorar de felicidad o conmoverte,
haciendo estragos.
Si quieres algo de la vida
pídeselo directamente y sin rodeos,
aunque sólo te ofrezca sueños y promesas.
Albacea y testigo de tus obras,
de tu buena fortuna o tu desdicha.
Será fiel compañera hasta la muerte,
cadenciosa a ritmo lento
y raudo en otros.
pertinaz, sentenciosa y carismática
pero siempre fugaz y perentoria.
Se escurre como arena entre los dedos,
y se deja beber en ocasiones a sorbos
cortos.
Cuanto más la deseas más esquiva,
y más irreverente si la adoras.
Es altiva doncella que no rebajará su
suerte a la tuya.
Ella sigue fluyendo mientras tú feneces,
no dejando lugar a despedidas ni a
reencuentros.
Mientras sea tuya cuídala como a una madre
a la que nadie renuncia ni quiere perder,
a pesar de lo que te dé y te arrebate.
Es caprichosa, procaz y peligrosa,
pero es tan bella la vida que te apasiona,
te enamora y te subyuga, te conquista y
seduce.
Haciéndose imprescindible mientras
respiras,
tan fértil y veraz como adictiva.
Es, como una chica alborotada y loca,
que te posee y te desnuda
y que se ríe de ti.
O te monta una fiesta sorpresa inesperada
sin contar contigo.
Imprevisible señora altiva
dadivosa unas
veces o ruin y casquivana.
Ególatra sutil y poderosa,
pero jamás aburrida
y nunca sosa.
Terrible paradigma de quiméricas formas
infructuosa, altiva y discordante,
o humilde y armoniosa.
Savia que es sangre enaltecida
de seres orgullosos.
La vida te enaltece, te hace fuerte,
te ayuda a superar sus realidades.
Te hace soñador en sus orillas
o naufrago perdido
en sus procelosos mares.
Algo es bien cierto: sin ella morimos
y hacemos lo indecible en retenerla.
La amamos a pesar de los retos que
plantea,
de los amagos que hace,
de los sutiles engaños soportados.
Andamos por ella
como sobre cuerda floja,
con miedo a caernos al vacío.
La vida se respira por los poros,
si sabes disfrutarla.
Hay que conquistarla con esmero
poniendo empeño en ello.
Es muy fácil perderla,
no se caracteriza
por ser una amante posesiva.
Tampoco te controla,
aunque ponga las reglas del juego que te
obligan.
Con ella y con las horas,
que el tiempo es el tercer
elemento de discordia.
Este pone los límites
donde la vida las normas.
te las puedes saltar, no duelen prendas
pero al final pagarás
de todas, todas.
Yo siempre fui sencillo y confiado,
creo que sigo siendo como un niño.
Y por tanto, y a pesar de lo escrito que
ya acabo
viviré la vida que me toque.
Sin quejarme, sin prisas, y sin ascos.