Estaréis
de acuerdo conmigo en que hacer gárgaras con vino tinto no os va curar un
carcinoma de laringe aún siendo el vino de los caros y con denominación de
origen.
Como tampoco el cantar un bingo o ganar una mano a la ruleta, os vaya a
solucionar la vida a nivel financiero. Pero nadie ha demostrado todavía, que
esto pudiera ser imposible del todo.
A
cada uno de nosotros se nos han planteado en más de una ocasión desafíos que en
un principio nos parecieron impracticables, pero que con esfuerzo, tesón,
sacrificios, herramientas y medios adecuados fuimos capaces de realizar con
resultados satisfactorios.
Que se lo pregunten si no a las mujeres trabajadoras
que además son madres.
Personalmente
me hallo en esa tesitura. La de haber recibido un encargo harto dificultoso en
su resolución, algo que se presupone casi tan imposible como la teoría
geométrica que expone la posibilidad de cuadrar un círculo.
¿Qué
en qué consiste el trabajito?
Pues
más o menos en lo que os comentaba en un principio: Librar a un hombre de
reconocido prestigio, de un cáncer que le está consumiendo, hundiéndolo en la
más penosa de las miserias, llenándolo de desesperación.
Dispongo para ello de preparación suficiente para dicho cometido, de motivación e instrumental
adaptado a las exigencias pertinentes.
También de un lugar de trabajo con un
entorno sugerente.
Cuando
termine, no quedarán huellas de mi paso. Solo el cadáver de la mujer de un
banquero, en medio de una sala del gran casino.
Un camarero
al que nadie recordará, un vino selecto de autor con restos de arsénico, y un juego interrumpido por
la muerte inesperada de una ludópata, que estaba dejando sin fondos la visa
oro, de su marido, que curiosamente estaba en el extranjero por viaje de
negocios.
Lo que ya os dije: Extirparé un cáncer con vino del caro y me haré rico gracias al juego de azar. No hay imposibles en esta vida.