martes, 23 de abril de 2019

Fortuna




Cuando se ausentaba de casa, el hombre solía dejar la puerta abierta, pues tenía entendido que la fortuna llegaba de la manera más inesperada y no quería ser él quien le pusiera obstáculos para hacerlo…

Un buen día, después de un tiempo sin visitarle, regresó, pero se encontró la puerta cerrada y como no tenía llaves tuvo que entrar por la ventana.
Se encontró con el hombre, que la esperaba con un abrazo que la arropó de ternura.

–Pensé que ya nunca regresarías amor, y cerré la puerta; aunque tú siempre encontraste la manera de llegar a mí. 
Me considero un hombre afortunado con solo tenerte cerca. Pero: ¿Por qué me abandonaste la última vez?


Derechos de autor: Francisco Moroz





martes, 16 de abril de 2019

Profesionalidad



Habría cogido alguna vez un hilván, metido un dobladillo, dado puntadas al bies cuando se diera el caso. Pero la vida la había llevado por otros derroteros, que su abuela, que la enseñó todo lo que sabía cómo costurera, no llegaría a imaginarse nunca en sus preclaras predicciones de futuro para ella.

Ahora, como enfermera profesional y voluntaria en una organización humanitaria en zona de conflicto, ponía a prueba todos los conocimientos adquiridos. 

Cosía heridas abiertas por machete con gran destreza, mientras pensaba que hacerlo con punto de cadeneta daría cierto realce a algo tan desagradable.


Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 9 de abril de 2019

Strange in the night





Me quedé dormido hilvanando constelaciones y no le vi llegar.
Desperté cuando estaba a mi lado soltando una tras otra palabras ininteligibles en un idioma desconocido, mientras me mostraba un dedo inflamado.

Intuía una urgencia en su voz, una demanda perentoria, parecía tener prisa por obtener una respuesta adecuada a su necesidad para salir corriendo en busca de lo que necesitaba. Aunque siendo tan paticorto no creí que llegara a tiempo a ninguna parte.



Debí de volver a quedarme dormido, pues cuando me despabilé, solo recordaba su extraña apariencia y esa voz como distorsionada diciéndome de manera obsesiva: “Teléfono, mi casa”.



Derechos de autor: Francisco Moroz


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