Sombras
salen a mi encuentro
en estos momentos desolados,
en los que nada me alienta ni me anima
ni puede aliviarme la tristeza
ni hacer más llevadero el desamparo.
en estos momentos desolados,
en los que nada me alienta ni me anima
ni puede aliviarme la tristeza
ni hacer más llevadero el desamparo.
Turbiedad
absoluta de unas aguas
que fueron trasparentes hace unos años,
el azul de tu mirada luminosa
que se muestra ahora cual cielo encapotado.
Unas agujas de reloj que cual guadaña,
van segando el angustioso paso de las horas
que gobiernan el tiempo que nos resta,
poniendo en evidencia la caduca vida
que traidora se aleja
cuando más la necesitas.
que fueron trasparentes hace unos años,
el azul de tu mirada luminosa
que se muestra ahora cual cielo encapotado.
Unas agujas de reloj que cual guadaña,
van segando el angustioso paso de las horas
que gobiernan el tiempo que nos resta,
poniendo en evidencia la caduca vida
que traidora se aleja
cuando más la necesitas.
Tú
te estás marchando de mi lado
despacito, sin remedio ni demora.
Y yo no acierto a desligarme de tu presencia,
tan esencial, tan viva y elocuente.
Y yo no acierto a desligarme de tu presencia,
tan esencial, tan viva y elocuente.
Y sé
que necesito más que nunca decirte que te quiero.
Deseando que partas confiado,
sabiendo que alguien quedará para nombrarte,
trasmitiendo a los que escuchen
la sencillez de tu historia a fuego lento.
Sin poner puntos finales,
sabiendo que alguien quedará para nombrarte,
trasmitiendo a los que escuchen
la sencillez de tu historia a fuego lento.
Sin poner puntos finales,
ni bajar telones,
ni emitir sentencias
ni grabar epitafios en las losas.
ni emitir sentencias
ni grabar epitafios en las losas.
Prometerte quiero respetar tu memoria
atando bien los lazos del pasado,
volver a la raíz si es que me olvido,
agarrarme con fuerza
al tronco centenario que me forma.
atando bien los lazos del pasado,
volver a la raíz si es que me olvido,
agarrarme con fuerza
al tronco centenario que me forma.
Pero
mientras, discúlpame si lloro,
pues me pesa todo aquello que no dije,
que no pude ni supe dedicarte.
Por interés o ambición,
por petulancia o inocente descuido.
Con presunción de inocencia
al pensar que durarías para siempre.
pues me pesa todo aquello que no dije,
que no pude ni supe dedicarte.
Por interés o ambición,
por petulancia o inocente descuido.
Con presunción de inocencia
al pensar que durarías para siempre.
Espero sepas perdonarme los desaires,
el sufrimiento que te supuso mi soberbia,
mi osada rebeldía al ignorarte
al dar de lado por sabidos tus consejos.
el sufrimiento que te supuso mi soberbia,
mi osada rebeldía al ignorarte
al dar de lado por sabidos tus consejos.
Disculpa mis descuidos,
mi dejadez, mi pereza.
Los abandonos, los silencios.
Las despedidas que no eran para siempre,
pues pronto o tarde volvía en el abrazo
como hijo pródigo que era
mendigando la gratuidad de tu sonrisa
que siempre concedías.
mi dejadez, mi pereza.
Los abandonos, los silencios.
Las despedidas que no eran para siempre,
pues pronto o tarde volvía en el abrazo
como hijo pródigo que era
mendigando la gratuidad de tu sonrisa
que siempre concedías.
Que
somos peregrinos lo sabemos,
de prestado estamos.
Lo que somos,
efímero argumento de un sueño recurrente
urdido en una noche de verano.
de prestado estamos.
Lo que somos,
efímero argumento de un sueño recurrente
urdido en una noche de verano.
Pues
la vida es sueño
y al final partimos como al principio llegamos:
inocentes, desnudos, desvalidos.
dejando alguna huella en el camino
señales de que fuimos
errantes, pasajeros fortuitos,
atados a la ruta que trazamos.
y al final partimos como al principio llegamos:
inocentes, desnudos, desvalidos.
dejando alguna huella en el camino
señales de que fuimos
errantes, pasajeros fortuitos,
atados a la ruta que trazamos.
Y todo esto lo escribo
porque no asumo que te vayas,
no quiero que me expliquen,
simplemente no acepto
que se extinga la llama en tu candela.
dejándome en tinieblas,
a mi suerte, huérfano de padre, a oscuras.
Todo por retenerte en palabras,
por no dejarte partir,
movido por sentimientos egoístas.
Que el dolor es sentimiento muy humano,
aunque no tenga ni una pizca de altruista.
Cuando zarpe tu barco
porque no asumo que te vayas,
no quiero que me expliquen,
simplemente no acepto
que se extinga la llama en tu candela.
dejándome en tinieblas,
a mi suerte, huérfano de padre, a oscuras.
Todo por retenerte en palabras,
por no dejarte partir,
movido por sentimientos egoístas.
Que el dolor es sentimiento muy humano,
aunque no tenga ni una pizca de altruista.
Cuando zarpe tu barco
será cuando contemple el horizonte
como meta,
como lugar de destino y de reencuentro.
Cuando me toque picar el boleto de la nave
que me lleve de igual modo a la otra orilla,
partiré feliz, pues sabré que allí será
donde estarás esperando mi llegada.
como lugar de destino y de reencuentro.
Cuando me toque picar el boleto de la nave
que me lleve de igual modo a la otra orilla,
partiré feliz, pues sabré que allí será
donde estarás esperando mi llegada.
Pero
entretanto,
sombras salen a mi encuentro
en estos momentos desolados
en que preparas tu marcha irremediable.
Agarro tu mano como un niño
intentando retenerte,
por si pudieras volver atrás un breve instante.
Sintiéndome impotente al contemplar
como arrostras la muerte,
mirándola a la cara,
con semblante de rendido enamorado.
Mientras yo me sorprendo
con el ánimo abatido,
requiriendo una caricia que no llega.
pues sin fuerzas te hallas,
retenido por tus débiles latidos.
Solo pues queda esperar tu postrero aliento,
la consumación de tu obra, el desenlace.
Al fin liberado de la carga mortal
de un cuerpo consumido.
Yo me quedaré con cara de difunto,
con tu mano fría entre mis manos
y lágrimas ardientes como lava
desbordada en llanto de mis ojos.
y tú ¡Por fin! brillando,
contemplando todo desde arriba
ligero de equipaje.
y en nuestros corazones desgarrados
donde habitarás por siempre,
algo parecido a la esperanza
y una mezcla de tristeza y alegría.
sombras salen a mi encuentro
en estos momentos desolados
en que preparas tu marcha irremediable.
Agarro tu mano como un niño
intentando retenerte,
por si pudieras volver atrás un breve instante.
Sintiéndome impotente al contemplar
como arrostras la muerte,
mirándola a la cara,
con semblante de rendido enamorado.
Mientras yo me sorprendo
con el ánimo abatido,
requiriendo una caricia que no llega.
pues sin fuerzas te hallas,
retenido por tus débiles latidos.
Solo pues queda esperar tu postrero aliento,
la consumación de tu obra, el desenlace.
Al fin liberado de la carga mortal
de un cuerpo consumido.
Yo me quedaré con cara de difunto,
con tu mano fría entre mis manos
y lágrimas ardientes como lava
desbordada en llanto de mis ojos.
y tú ¡Por fin! brillando,
contemplando todo desde arriba
ligero de equipaje.
y en nuestros corazones desgarrados
donde habitarás por siempre,
algo parecido a la esperanza
y una mezcla de tristeza y alegría.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Dolorido y conmovedor. Magnífico.
ResponderEliminarSé por lo que estás pasando y me entristece tu dolor que, por desgracia, solo puedes llevar tú.
ResponderEliminarEs precioso tu escrito en el que parece que hagas un pequeño examen de conciencia y en el que encuentro todo tipo de sentimientos: pena, impotencia, arrepentimiento, nostalgia pero, sobre todo, mucho amor.
No puedo más que darte un fuerte abrazo, amigo.
Un precioso poema y un maravilloso homenaje. Nos vamos preparando para ello, pero nunca llegamos a estarlo. Yo veo a mi padre cada vez más consumido y cada invierno temo que sea el último y cada año me asombra que salga adelante, y creo que lo tengo asumido, pero sé que me sentiré como tú cuando llegue el momento, desgarrada, impotente, arrepentida de lo que no dije y de algunas cosas que no debí decir.
ResponderEliminarUn beso enorme, querido amigo. Aunque nadie puede acompañarnos en nuestro dolor, que sepas que estamos a tu lado.
Emotivas palabras Francisco que emocionan, que hacen sentir, que duelen y es que nada prepara para lo inevitable, ese momento tan temido y desgarrador que no quiero ni pensarlo. Muchos ánimos querido amigo y sigue diciendo alto y fuerte todo ese cariño y esa admiración que seguro sienten.
ResponderEliminarDesde la distancia, como dice Rosa, a tu lado.
Un beso enorme
Es la más triste de las despedidas, las palabras encierran el sentimiento de impotencia ante lo inevitable y la aceptación de la partida y la ausencia. El poema es una manera de conservar su presencia. Saludos sinceros.
ResponderEliminarEs un emotivo poema lleno de dolor ante la irremediable despedida de un ser querido. Te acompaño en tú dolor y sabes que lo he sentido hace un año y pico ,nunca nunca nunca se acaba de asimilar pero piensa todo lo bueno que has vivido, lo que te ha enseñado y las veces que has sonreído al verle feliz, todo eso hará mitigar algo tú dolor. Un abrazo muy fuerte y estamos aquí ya lo sabes, en la distancia pero con la cercanía del cariño.
ResponderEliminarNada de lo que yo te pueda decir aliviará el dolor que estás sintiendo. La vida es bonita y maravillosa, pero a veces nos recuerda lo efímeros que somos cuando nos arrebata lo que más queremos.
ResponderEliminarQué difícil es dejar marchar a nuestros seres queridos. Pero hay una manera de que esa marcha no sea absoluta: recuerda a tu padre, tenlo presente en las cosas más cotidianas y verás cómo él sigue contigo, de otra manera, pero a tu lado igualmente. Escribe también sobre él, cosas tan bonitas como este poema.
Un beso muy grande, Javier.
Bellísimo y sentido poema, Javier. He llegado a él tras leer tu último post. En el comentario que allí te he dejado no he querido identificar la persona de quien hablabas. En estos -vuelvo a insistir- magníficos versos aludes a él directamente y por eso, ahora sí, puedo comentar contigo la verdad que encierran tus palabras: cómo perdemos en vida de nuestros seres queridos la oportunidad de manifestarles nuestro amor y cómo llegados estos momentos durísimos que aquí refieres lo lamentamos infinito.
ResponderEliminarTen por seguro que tu padre, esté donde esté, estará orgullosísimo de ti y se habrá emocionado ante la sinceridad y el afecto que le demuestras en este poema.
Un abrazo muy, muy, fuerte
Después de leer "Si pudieras leer mi mente", entiendo muchísimo mejor este poema tan triste y los sentimientos que has desgranado en él. No lo había leído porque la poesía no es mi fuerte y, como he dicho en anteriores ocasiones, no siempre sé interpretar su sentido, pues solo su autor sabe de dónde nacen las ideas y la inspiración. En este caso, aun no conociendo el detalle, quién es el ser querido que te ha empujado a escribir estas bellísimas estrofas, sí puedo comprender el dolor que encierran.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, compañero.