miércoles, 20 de febrero de 2019

Buen intento






–Lo sé, soy un nostálgico, no tengo cura, me has de disculpar. Reconozco que vuelvo una y otra vez a caer en la tentación que se ceba con mi débil voluntad.
Si yo pudiera enderezar mi proceder mi amor, te complacería con sumo agrado. Pero mi corazón me somete a sus caprichos y la razón se anula ante los recuerdos de tiempos pasados en los que ciertos hábitos no estaban tan mal vistos.

– Mira Pepe, te pongas como te pongas no te lo voy a consentir ni pienso discutir contigo.

–Pero mujer...

-¡Ni pero ni ná! ¡Que no te vas al bar con los amigos! ¡Y punto!

Derechos de autor: Francisco Moroz

8 comentarios:

  1. Ja, ja, ja..., es la eterna problemática de la convivencia. Cuando vivimos en pareja siempre alguno de los dos es el que pone límites y el otro -muchas, muchas, veces, el varón- casi diría que sin decirlo suplica ese veto bien para quebrantarlo o, admitiéndolo, para justificarse ante la peña (jó, jó).
    El sentido del humor de tu relato me ha llenado por completo.
    Un abrazo, Javier

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  2. Al final las discusiones son por cosas muy prosaicas, sin nada metafísico ni sublime. Ahí estamos todos.Un abrazo.

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  3. Es que lo de ir al bar a jugar la partida desde la sobremesa de la comida hasta el aperitivo de la cena, ambos incluidos, era de tener un morro espectacular. Si la mujer hubiera hecho lo mismo, a ver que habían cenado... Las tradiciones no son buenas por ser tradiciones, ya lo sabemos de sobra,
    Muy divertido y contundente relato.
    Un beso.

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  4. Vanas excusas para justificar su afición a la bebida y a pasarlo bien con los amigos, pero dudo que le sirvan ante una mujer de armas tomar, jajaja.
    Para no tener que discutir más por ello, yo intentaría convencerla para que se uniera a la juerga. Me temo, sin embargo, que él es de la opinión de que eso es solo cosa de hombres, jeje.
    Un abrazo.

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  5. Hay algunos que todo lo justifican y esa práctica era de lo más habitual, desaparecer toda la tarde con cartas y vinito y ni siquiera se lo planteaban, afortunadamente esto sí parece haber cambiado.
    Besos

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  6. Un profesor de Nutrición decía que era más fácil cambiar de religión que de hábitos alimentarios, si estos (junto a los de la bebida) se dan un bar... apaga y vámonos.
    Un beso.

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