Bajo la escueta sombra de un ciprés algo
apartado, espera impaciente a que terminen de enterrar el cuerpo.
El sacerdote ha dado consuelo
espiritual a la familia, elogiado al difunto magnificando sus cualidades como
buen esposo y padre. Hombre decente, trabajador, humilde, cariñoso, entregado a
su familia. Ahora por fin reposa después de su paso por este triste mundo.
Los presentes muy recogidos y silenciosos
parecen afectados, pero nada tan lejos de la realidad, cada cual piensa en sus
cosas; contadas las lágrimas que resbalan por algunas mejillas.
Observa que la esposa, se tapa la boca con un
pañuelo arrugado, escondiendo sus ojos enrojecidos tras unas gafas de sol. La niña
pequeña agarrada a su otra mano, la mayor al lado, como una mujercita de
quince años obligada a mantener la compostura que las circunstancias requieren,
pero con deseos de salir corriendo para alejarse de allí.
Las dos serán las que menos echarán en
falta a su padre, las que antes lo olviden. Pues el tiempo cicatrizará las heridas
que deja con su ausencia.
El amor que siente por ellas como tío, es lo que
motivó la decisión meditada que tuvo que tomar a lo largo de los últimos meses.
Está seguro que todo se ha resuelto de manera muy convincente,
con escrupuloso detalle. Él se ha encargado de que así sea.
Como médico de confianza, certificó la
muerte del finado. Contrató el tanatorio donde se veló al fallecido, atendió a
los amigos y familiares, dio apoyo a la viuda para superar la pérdida resolviendo toda la burocracia requerida. La acompañó en todo momento como representante familiar; tanto en
el funeral como en el entierro que finalizará en breve.
Ahora, junto al árbol, rememora los
años pasados mientras observa a su dolorida hermana y sus sobrinas.
Aquél individuo que yace bajo tierra la cautivó en su momento con su arrebatadora presencia,
su impulsiva personalidad, su fuerte carácter.
Recuerda un noviazgo compulsivo, una
boda precipitada, unos embarazos dificultosos y una mujer destrozada psicológica
y físicamente por los insultos y los golpes, que solo se quejó cuando las víctimas empezaron a ser sus hijas.
Las causas que han llevado a su cuñado
a la tumba, serán el secreto que él se llevará a la suya.
Ahora todos podrán descansar en paz al igual que el finado, gracias a su acertado criterio de ayudarle a bien morir, quitándole de enmedio en el momento adecuado.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Hay gente que es lo único que se merece porque con su desaparición el mundo solo hace que ganar. Es triste tener que decir esto y me siento un poco monstruita haciéndolo, pero es que causan tanto dolor en seres inocentes que fuera de combate ellos es como mejor están todos los demás. Lástima que no siempre haya un cuñado dispuesto.
ResponderEliminarUn beso.
Por lo que se cuenta en este relato. El difunto no fue esa persona bondadosa que se le dice en su funeral. Ese tio se dio cuenta que su hermana era maltratada y fue justo con lo que era pensaba y ejecutó algo para dar fia a ese individuo. Un buen relato.Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre se dice que no hay que hablar mal de los muertos. Quizá sea por eso que en los funerales todos los hipócritas se deshacen en elogios hacia el fallecido. Esos miserables, que en vida hicieron tanto daño, no solo merecen morir sino que se destapen sus vergüenzas a voz en cuello. Amén.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya sabemos que la muerte en si es dolorosa, pero en este caso es un alivio para quien sufre un maltrato por parte de alguien de modo que has definido muy bien, como cuando el que se muere deja dolor y sufrimiento es eso un alivio, y es triste pero es así.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hombre, tomarse la justicia por su cuenta no es lo suyo. Antes de matar a alguien siempre hay otra solución. Me parece a mí.
ResponderEliminarInteresante relato.
Aunque tomarse la justicia por su parte no parece la mejor solución, se tiene que reconocer que hay personas que cuando desaparecen el mundo es un poco mejor. Ver que personas a las que se quiere, sufren por culpa de malas personas y no poder hacer nada para evitarles ese dolor, genera mucha impotencia y frustración.
ResponderEliminarBesos
Bueno, dicen que siempre hay un roto para un descosido. Aquí la mujer y las hijas maltratadas tuvieron a un hermano y a un tío que se encargó de protegerlas, ya que ni el esposo ni el padre lo hizo.
ResponderEliminarUn besote.
Tremendo secreto y muy buen relato. Mucha suerte en el Tintero, Francisco.
ResponderEliminar¡Hola Francisco! ¡Hacía mucho tiempo que no volvía a visitarte. Me ha encantado tu relato y como vas desarrollando la trama, dando poco a poco los detalles pertinentes para ir enlazando los acontecimientos. Y el final es genial, con esa revelación sobre quien causó la situación que se está viviendo. Muy acertado que el causante fuera médico y estuviera harto del fallecido, que por lo que se cuenta, casi que bien merecido se tenía ese final. Opino igual que Conxita. Espero que tengas mucha suerte en el concurso. ¡Un fuerte abrazo! ; )
ResponderEliminarHola, Francisco. Ya conocía tu texto; es probable que le hayas hecho algunos retoques. Como se lee ahora es una buena historia, realista, bien contada. Buen trabajo de imágenes.
ResponderEliminarUn tema duro, Francisco, una realidad que la sociedad es incapaz de solucionar. Veo que ya has tenido suerte en Relatos Compulsivos. Deseo que vuelvas a tenerla para el Tintero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, muy acertado el criterio del tío. Un tema muy crudo el que has expuesto. Bien contado, sin caer en la sensiblería. Suerte
ResponderEliminarDifícil dilema ese de tomarse la justicia por mano propia, un tema que has planteado muy bien en este relato. No sentimos empatía por el muerto, desde luego, que no parece merecer ni la de su mujer e hijas. Te deseo mucha suerte en el Tintero, Francisco. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Francisco, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarHola, Francisco
ResponderEliminarUna historia realista y bien contada. A veces la única opción es tomarse la justicia por la mano. Suerte en el tintero.
Controvertida postura la de la justicia por mano propia. Muy bien relatado.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Francisco, pues R.I.P no es lo más justo para este difunto, yo le colocaría de epitafio este otro: R.I.N.P. Con esta calaña de criaturas sobre la tierra, no me extraña que más de uno lo quieran ver bajo ella, y si es pronto mejor. Un abrazo
ResponderEliminarHay personas, por llamarlos de alguna manera, que todo lo que tocan a su alrededor lo convierten en dolor. Hay que procurar tenerlos bien lejos. Como tengo a la amiga Emerencia como vecina de arriba, he visto que el epitafio pone R.I.N.P. cambiaría la N.P. por H.P. aunque su madre no tuviera la culpa.
ResponderEliminarEn lo formal, está redactado como una crónica negra.
Nos vemos en la gala Francisco. Hasta entonces un abrazo.
El mérito de tu relato es que en pocas líneas desarrollas el argumento de una novela, logrando que imaginemos sin mayor dificultad el infierno vivido por esa madre y sus hijas, y simpaticemos con el médico en su papel estelar de ángel vengador y justiciero. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo, tocayo.
ResponderEliminarEn este relato nos narras muy bien una situación tremenda,menos mal que el final alguien se toma la justicia por su mano y pueden vivir tranquilas.
ResponderEliminarSuerte en el concurso Francisco
Un abrazo
Puri
Impresionante. Me admira la habilidad literaria que tienes para sugerir la verdadera realidad, pero el lector, dado el contexto, lo interpreta en otro sentido: "El tiempo cicatrizará las heridas que deja con su ausencia" Frases como estas se entienden plenamente cuando llegas al final y te sorprende gratamente el juego del autor en el manejo escénico.
ResponderEliminarFelicidades, Francisco.
Hola Francisco,
ResponderEliminarMe gusta mucho la ambientación de tu relato. Creo que hasta se tardó para hacer justicia. Pero, en el justo momento para deshacerse del golpeador, sus hijas no tienen porque cargar con la cruz que la madre llevó por tantos años. !Suerte en el tintero!
Abrazo!
Probablemente no merecía otro final. Es peligrosa la justicia impartida por los afectados, pero, a su vez, es comprensible. Un relato sobrio y muy bien narrado Un saludo y suerte en el Tintero
ResponderEliminarMe gusta que le hayas dado un final optimista a un relato tan dramático.El narrador nos va presentando la escena casi como un narrador cámara al principio, sin juzgar.En el párrafo final en cambio entra a valorar la muerte del difunto como algo positivo. Yo creo que huviera guardado la neutralidad del narrador, como al principio. En cualquier caso me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo compañero