Me
queda un regusto amargo en la boca, como de almendras amargas. Una manera fácil para
poner un final.
Y es
que todo empezó a complicarse cuando me quedé sin trabajo y a la semana, mi novio me abandonó. Esto me
condujo a una fuerte depresión que derivó en periódicas visitas al psicólogo
que acabó con casi todos mis ahorros.
Y hoy
pensé en acabar con todos mis problemas de forma tajante, lo primero con mi dieta, tomándome
este helado de pistacho con ese sabor que le caracteriza, tan peculiar. Y del mismo color que la esperanza.
Mañana ya veremos, esta decisión puede significar un principio.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Jeje, muy buen final...
ResponderEliminarEs mi estilo Marta.
EliminarBeso.
Claro que sí, para empezar siendo feliz con pequeñeces que de eso se trata.
ResponderEliminarEl mañana, ¿quién sabe?
Muy bueno Francisco, al principio nos haces creer con un final fatalista, para darle ese giro tan tuyo que te caracteriza.
Un beso, y feliz día.
De eso trata la vida; de hacer de lo malo lo mejor, de no ver un final si no un principio. De descubrir lo positivo y tirar para adelante con ello.
EliminarUn helado es mejor que la cicuta, seguro.
Besos.
Pues si, Javier, también opino lo mismo que Irene, al principio nos la pegas con eso de "poner un final" y como culmen la imagen. Sin embargo, das ese giro de tuerca (que te caracteriza) y todo al traste, para dibujarnos una sonrisa.
ResponderEliminar¡Estupendo y con sello propio!
Un abrazo y feliz martes.
Gracias Estrella, sello propio o estilo definido que ya no me puedo quitar de encima. Je,je. El caso es hacer encaje de bolillos para definir una historia muy corta que os diga algo en pocos renglones.
EliminarUn abrazo y feliz lunes ya de otra semana, y es que voy con retraso siempre.
Hola Francisco me has engañado con ese sabor característico, de regusto de almendra (muchas películas y lecturas) y al final sacarnos la sonrisa. Felicidades compañero por estos toques de creatividad.
ResponderEliminarBesos de vuelta
El gusto que siempre tenemos que tener es por la vida. Por muy mal que nos trate, siempre hay que darle la vuelta a sus tragedias y sacarlas de contexto y convertirlas en comedias. Un toma daca y una de cal y otra de arena; para poder vivir con cierta alegría y dulce regusto.
EliminarUn beso, amiga.
A mí también me has engañado. Me encanta ese final, mucho más amable que el esperado. El sabor a almendras (no añadiste amargas y eso me desconcertó), no tiene por qué ser siempre relacionado con el cianuro. Mucho mejor un buen helado de pistacho, del color de la esperanza.
ResponderEliminarUn beso.
Pues mira tú por donde me ha gustado lo del verde color de la esperanza, y he corregido, añadido, ese detalle que lo realza un poquillo más, junto a la palabra "Amargas".
Eliminar¡Hala! ya tienes una participación activa sumada a la de tu comentario.
Muchas gracias a la par de besos.
A mí lo que me ha engañado, sobre todo, es la imagen con la que ilustras el relato, una imagen-trampa, jeje.
ResponderEliminarMucho mejor sacarse la depresión de encima con un buen helado o con cualquier cosa que nos pueda alegrar la vida.
Un abrazo.
La imagen es parte del trampantojo del relato, para que empecéis un poquito condicionados y sin pista ninguna de por donde voy a tirar; que sois todos muy listos y rápidamente especuláis con los finales.
EliminarY ante la depresión mucha vitamina, deporte y lectura.
Un abrazo, compañero.
Pensé que se había pegado un chute de almendras amargas, que son tóxicas. Un abrazo
ResponderEliminarBueno no se que será peor a largo plazo si una dosis moderada de cianuro o un litro de helado. Je,je.
ResponderEliminarAllá cada cuál con su forma de acabar con atormentadora dieta, o con la tormentosa vida.
Un abrazo Zarzamora.